El 30 de abril del 2003 el viejo estadio de beisbol Adolfo López Mateos de Reynosa, Tamaulipas, fue abierto por primera vez para recibir a miles de niños que acudían a festejar su día.
Días antes, por las calles de esta populosa ciudad fronteriza, camionetas sin membrete anunciaron el evento. Buena parte del mensaje fue para los niños prometiéndoles payasos, sorpresas y regalos, aunque también se llamó a sus padres a quienes invitaban a llevar a sus hijos aclarándoles una y otra vez que todo era gratis.
Unos dicen que fueron 25 mil almas las que llenaron el lugar, pero las cifras que proporcionó la policía local aseguran que por lo menos 17 mil personas acudieron a la cita. Ese día no se escatimó nada; se rifaron bicicletas Benotto, carísimas en el mercado, y nadie se quedó sin juguete. Bueno, hasta los padres tuvieron su regalo.
La magna fiesta infantil comenzó a las 10 de la mañana y para las tres de la tarde los infantes ya habían jugado y comido todo lo que quisieron. Las decenas de organizadores, quienes nunca se identificaron, atendieron a los pequeños a quienes también les ofrecieron un concierto especial con grupos infantiles famosillos en la región. Lo mejor para los chiquitines pues.
Al terminar la celebración se repartieron tarjetas de felicitación en las que se podía leer: ““La constancia, disciplina y esfuerzo son la base del éxito, sigue estudiando para que seas un gran ejemplo. Feliz día del niño 2003. Con todo mi afecto para el triunfador del mañana te desea tu amigo Osiel Cárdenas Guillén”.
Efectivamente, el entonces poderoso líder del Cártel del Golfo fue el anfitrión de la megafiesta ese año y los dos siguientes, y con miles de pesos del narcotráfico rentó el lugar y compró la felicidad de cientos de familias, quienes ni pío dijeron al saber quién les había patrocinado tal festejo.
La noticia corrió como reguero de pólvora entre redacciones locales. Se saturaron los teléfonos de Casa de Gobierno del entonces gobernador Tomás Yarrington, donde les contestaron una y otra vez que estaban “checando el asunto”.
Al otro día, y ante la insistencia de medios locales y nacionales, el gobierno de Yarrington negó tener conocimiento del patrocinio del capo, y semanas después valientes comunicadores críticos al mandatario comenzaron a documentar la complicidad de su gobierno con ese y otros eventos en los que hubo dinero del líder del Cártel del Golfo.
Luego de salir del gobierno en 2004, la administración entrante en Tamaulipas se encargó de destapar estas corruptas relaciones del político priista con Osiel Cárdenas Guillén, mismas que ayudaron a que en 2013 Estados Unidos ordenara su arresto. A 14 años de aquél convite infantil, Tomás Yarrington fue detenido en Italia.
PARA EL REGISTRO Descubrieron el agua tibia en la Secretaría de Gobernación. La titular de la Unidad de Derechos Humanos, Patricia Conchero, aseguró que la culpa por la falta de castigos a los asesinos de periodistas la tiene el sistema de justicia que prevalece en México y la carencia de investigaciones efectivas, tal y como ocurre en otros delitos como la trata de personas y tortura. Además, admitió, existe colusión de autoridades. Declaraciones cínicas de la autoridad política de este país, quien es precisamente la que debe dar solución real y efectiva a las agresiones a medios de comunicación. Los periodistas no se acercan a las autoridades estatales y federales, porque no creen en sus investigaciones ni en su apoyo. Gracias y hasta mañana.
@betata75