Una y otra vez, la administración del tirano Donald Trump ha enfatizado la necesidad de frenar las amenazas a la seguridad de su país procedentes de América Latina: los malos hombres, los violadores mexicanos y el muro, están entre los símbolos retóricos que ha utilizado para señalar sus metas.
Sin embargo, a dos meses de gobierno, analistas en los Estados Unidos han identificado cinco desafíos estadísticos que enfrentará la administración estadunidense a medida que avance en su cruzada homofóbica para asegurar la frontera sur.
Primero, el delito consume directamente 3.55 por ciento del Producto Interno Bruto en Latinoamérica. Esto es aproximadamente el doble del costo promedio en los países desarrollados y supera el ingreso anual del 30 por ciento más bajo de la población regional. Asimismo, la corrupción puede consumir un 3 por ciento adicional del PIB, en promedio, con salidas financieras ilícitas en algunos países que sugieren costos aún más altos.
Segundo, la impunidad reina. Las naciones latinoamericanas están cerca de un índice mundial de impunidad, con México, Colombia, Nicaragua, Honduras y El Salvador entre los peores países del mundo. Las implicaciones prácticas son significativas: 9 de cada 10 asesinatos no se resuelven en una región que está entre las más violentas del mundo.
Tercero, los alarmantes niveles de violencia impulsan la migración. Una encuesta con migrantes centroamericanos realizada el año pasado por Diálogo Interamericano encontró que la violencia era la segunda razón principal para la decisión de emigrar. No es de extrañar, cuando las tasas de homicidios en América Latina son cuatro veces más altas que el promedio mundial.
Cuarto, en 2014, los Estados Unidos tenían 55 millones de hispanos o latinos autoidentificados (alrededor del 17 por ciento de la población). De ellos, poco más de un tercio (19.4 millones) eran inmigrantes.
Y quinto, las remesas latinoamericanas superaron los 70 mil millones en 2016, con una tendencia a la alza en la cual las remesas a América Latina se han más que duplicado en los últimos quince años. Según un estudio sobre las remesas del año pasado, «el crecimiento de las remesas hacia Centroamérica … se asocia principalmente con la inseguridad continua en la región que está expulsando a la gente».
Estos cinco puntos de datos sugieren que alejar a los Estados Unidos de América Latina, como pretende el bravucón, estará lleno de dificultades. Los factores de empuje que impulsan los flujos migratorios -la delincuencia, la corrupción, la violencia y la impunidad- están íntimamente relacionados con los factores que los atraen hacia los lazos familiares y la oportunidad económica en Estados Unidos, de formas que no se pueden deshacer fácilmente. Las consecuencias para la seguridad fronteriza serán profundas.
No olvidemos que la delincuencia y la corrupción en Latinoamérica en gran parte son actividades impulsadas por la demanda estadounidense de estupefacientes. Además, se le olvida al presidente de EU que tanto las remesas como los flujos migratorios serán en breve conducidos clandestinamente: literalmente, a través de túneles fronterizos y, figurativamente, a través del lavado de dinero ilícito y el tráfico de migrantes organizados.
PARA EL REGISTRO ¿En qué tanto se involucrarán los sacerdotes de comunidades asediadas por el narco y la delincuencia? Llama poderosamente la atención que ahora los religiosos sean blanco de grupos criminales. Gracias y hasta mañana.
@betata75