En una tertulia de fin de semana fue inevitable el tema Trump y las relaciones entre México y Estados Unidos. Muchos en verdad no terminamos de creer la velocidad en la que las relaciones entre ambos países se deterioraron y llegaron a estar en un nivel tan bajo.
Es más, alguno de los asistentes —bastante bien informado por cierto— atinó a decir que el tirano de Trump y su perverso unilateralismo alarma a muchos actores políticos en territorio estadunidense, incluyendo a republicanos que trabajaron duro y que ahora ven con preocupación cómo el ego de este hombre tira su trabajo de años.
¿Qué sigue entonces para las próximas semanas ante los desatinos de este trastornado hombre? He aquí unos tips por si en el gabinete andan medio perdidos.
El presidente Enrique Peña Nieto debe aprovechar al máximo este resurgimiento nacionalista que permea en la población, pero debe hacerlo con un discurso contundente que incluya posibles represalias si el gobierno de Trump insiste no solo en que paguemos el muro, sino en boicotear todo trabajo de empresas estadunidenses en territorio mexicano.
De entrada debe vislumbrar la posibilidad de imponer aranceles a los miles de millones de dólares de las exportaciones mexicanas que los estadounidenses se han acostumbrado a tener a precios bajos.
México podría también optar por disminuir la cooperación en materia de lucha contra el narcotráfico y otros esfuerzos de aplicación de la ley, como tanto exige el obtuso mandatario norteamericano, y para que de una vez por todas le baje a las ofensas contra nuestra gente, se le debe amenazar –sí, amenazar– con dejar de bloquear a los migrantes centroamericanos que buscan alcanzar la frontera de los Estados Unidos que su impulsivo equipo no parece haber considerado.
El gabinete de Peña Nieto debe entender que Trump representa la imagen de un líder cuyas duras políticas y estilo arrogante no sirven ni a Estados Unidos ni a los intereses de América Latina, y su política basada en suposiciones obsoletas de unilateralismo acabará enfrentándolo tarde o temprano a obstáculos insuperables.
Pero sobre todo, el equipo del presidente mexicano debe estar consciente de que por muy ignorante que sea Trump y su equipo —como lo están demostrando—, vivimos en el mundo real del siglo XXI, en el que la fantasía imperialista y mercantilista con la que se maneja será tratada con el desprecio que merece.
PARA EL REGISTRO Dice el vocero del Gobierno Federal, Eduardo Sánchez, que la controvertida conversación telefónica entre Donald Trump y Enrique Peña Nieto no se grabó. Dice que la conversación fue totalmente privada y que ni siquiera existe transcripción estenográfica de la misma. Dice que el gobierno mexicano ofrece la confianza a los mandatarios de todo el mundo, de que cualquier conversación que sostengan entre homólogos, podrá permanecer en su carácter de privada. Dice que hay muchas mentiras en torno a este caso porque la política exterior mexicana es muy reconocida por cumplir con las reglas. ¿En serio señor vocero? ¿Cree que el pueblo de México es tan ingenuo como para creer esta versión? Es lógico que las grabaciones en numerosas oficinas de numerosos presidentes del mundo se graben. Y se tiene ese récord precisamente para uso interno, tanto de inteligencia como de análisis político. Es una herramienta necesaria para el quehacer político. Es lógico también que exista una versión estenográfica que puede ser consultada por los más allegados al primer círculo en reuniones de alto nivel. Cualquier reportero de Presidencia con contactos respetables al interior de Los Pinos sabe eso, así que por favor, con que se diga que el gobierno mexicano no filtró nada, es suficiente. Gracias y hasta mañana.
@betata75