Casi a finales del 2007, cumplido un año del gobierno del ex presidente Felipe Calderón y por ende de la guerra contra el narcotráfico, la criminalidad en todas sus vertientes cobró una notable importancia periodística.
En la oficina de «The New York Times» en México donde colaboré por nueve años, había un tema pendiente que no se había trabajado por los riesgos que implicaba realizar la investigación de campo: la tala ilegal de bosques en zonas protegidas, principalmente en el área de la mariposa monarca.
La sección Internacional del Times en Nueva York, al mando en aquel entonces de Roger Cohen, nos presionó para finiquitarlo y arrancamos la maquinaria de cobertura. En un santiamén una de las corresponsales y un fotógrafo iban camino de Michoacán, y se avisó a las oficinas de los gobernadores de los estados a los que pertenece esa zona, Lázaro Cárdenas Batel de lado michoacano, y a Enrique Peña Nieto, del Estado de México.
El camino transcurrió sin novedad, pero al adentrarse en la zona un grupo de talamontes fuertemente armados interceptó el vehículo y sometieron a la corresponsal, al fotógrafo y al chofer contratado ex profeso.
La estrategia de seguridad para coberturas de riesgo incluía llamadas cada 30 minutos para actualizar el status y en la siguiente, a tan solo 15 minutos de que los criminales los tuvieran virtualmente secuestrados, la corresponsal pidió un poco de tiempo antes de proceder al protocolo con las autoridades.
Lo que se pretendía era negociar con aquellos personajes quienes habían confiscado el equipo de grabación y de fotografía, y que además obstaculizaban el paso hacia una zona que ya habían talado de manera ilegal.
Fracasada la negociación se realizaron llamadas a las autoridades de ambos estados. El mismo gobernador michoacano prometió atender el asunto personalmente, y luego de más de tres horas de secuestro los periodistas fueron liberados. Los cuerpos de seguridad los encontraron cuando deambulaban en busca del camino de regreso.
Nadie fue detenido en aquella ocasión y se decidió no levantar cargos. El trabajo periodístico se realizó con la debida protección y en la publicación se reflejó —por supuesto— la falta de vigilancia federal en esas zonas y la poca atención al delito de la tala ilegal.
Este episodio viene a mi memoria porque hace unos días, e increíblemente luego de 10 años de este virtual secuestro y de indolencia gubernamental, el Gobierno Federal decidió crear un elefante blanco más: la Gendarmería Ambiental.
Se supone que este grupo de policías federales se enfocará en tareas de prevención de delitos en materia de protección al medio ambiente en zonas protegidas en todo el país. Me dicen que en una primera etapa cuidarán la Selva Lancandona y el Cañón del Sumidero, en Chiapas, el Tepozteco, en Morelos, y el Parque Nacional Izta-Popo, en el estado de México, entre otros lugares.
Un esfuerzo que definitivamente está destinado a fracasar ya que se han asignado solo 150 elementos con mínimo equipamiento que comenzarán labores en diciembre próximo, y se prevé que en dos años aumenten 150 más, personal a todas luces insuficiente para 177 áreas protegidas en miles de hectáreas en México. El asunto ambiental, como siempre, fuera de agenda gubernamental.
PARA EL REGISTRO Atinado el discurso de denuncia del gran escritor mexicano Fernando del Paso, quien recibió en Alcalá de Henares el Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes 2015, de manos del rey de España. Buen inicio de semana. Gracias.
@betata75