¿En qué momento nos perdimos como sociedad? ¿Cuándo nos convertimos en entes egoístas inmunes al dolor ajeno? ¿En qué nos ha convertido esta enfermiza dinámica de las grandes ciudades, que por ella hemos dejado de sentir amor por el prójimo?
A diario nos enteramos de la desaparición de niños y jóvenes. Se ha vuelto un post común en nuestras redes sociales la petición de ayuda para localizar a la escolar que salió a la tienda y nunca regresó, o al niño que fue a conocer a su nuevo contacto en facebook, o alguna otra aplicación, y sigue perdido. Es una realidad que ya nos rebasó.
Los hogares ya no son seguros. Cuando le abrimos la puerta al internet hemos vulnerabilizado a nuestra niñez. Los criminales lo saben y hacen de la red su nuevo bastión desde el que acechan a menores para arrebatarlos del seno familiar.
Son organizaciones que se aprovechan de que la sociedad se pudre a paso lento. Que saben que la insuficiencia de valores familiares orilla a niños a buscar cariño y atención en las redes sociales y con desconocidos. Ya no hay formas ni principios elementales. Así como los criminales, los padres también son culpables.
La Red por los Derechos de la Infancia en México denunció hace unos días a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la epidemia de desapariciones en nuestro país en la que el 30 por ciento de las víctimas de este delito son niñas, niños y adolescentes entre 0 a 17 años de edad.
De acuerdo con datos del Registro Nacional de Personas Extraviadas y Desaparecidas, entre 2006 y 2014 se registraron 6 mil 725 casos de niñas, niños y adolescentes de 0 a 17 años de edad, 30 por ciento mujeres adolescentes de 15 a 17 años y niños de 0 a 4 años de edad. Se calcula que el 45 por ciento de estas desapariciones tiene vínculos con las redes sociales e internet.
Abramos los ojos, la violencia e inseguridad en México se agudiza día con día y los niños son un blanco fácil para los criminales quienes los reclutan en bandas delincuenciales, los asesinan, los violan, los esclavizan y hasta los venden. La corrupción, la impunidad y la ineficacia de los sistemas existentes, aunado a las obsoletas normativas procedimentales para la búsqueda de infantes, hacen que el escenario sea complejo y los casos se multipliquen.
Pues bien, ante la inacción gubernamental la sociedad debe cerrar filas. Los padres deben redoblar esfuerzos y cuidar a sus hijos ya no solo en las calles, sino en las redes sociales. No más familias fracturadas. Nunca permitamos que la violencia social y familiar en contra de niñas, niños y adolescentes sea algo normal en nuestras vidas.
PARA EL REGISTRO Un gobierno de burla. Luego de la explosión en el complejo petroquímico de Pajaritos, en Coatzacoalcos, ocurrido la víspera, en la cuenta de Twitter de Javier Duarte, gobernador de Veracruz, se dio la noticia con una imagen que no corresponde al hecho. La fotografía corresponde a un ataque ocurrido en Libia hace unos años durante el época de Gadafi. Al parecer, por las prisas de informar sobre la explosión, se subió la primer imagen que encontraron de una explosión. Qué poca seriedad estatal. Gracias.
@betata75