Texto: Olivier Pavón
Fotografía: Ricardo Maldonado
Sólo lo sigue un puñado de hombres. Visten túnicas y gritan. Detrás las mujeres y niños forman un eco que se estrella en las paredes carcomidas de edificios y casas. Y los lugareños salen a la puerta, se asoman desde las ventanas para ver esa procesión que lidera un hombre barbado, de túnica blanca y cabello hasta los hombros.
Dicen que así empezó el liderazgo más fuerte y revolucionario en la historia de la humanidad. Dicen que esta es la otra Pasión de Iztapalapa, la que no es turística, la que se abre paso lentamente a través de la incertidumbre pues no todas las autoridades iztapalapenses apoyan de manera expedita esta celebración: la Pasión de Cristo en la colonia Tenorios que el Domingo de Ramos comienza con un andar trabajoso entre calles que suben y bajan, se angostan, se ensanchan sin una arquitectura establecida, nada más que las ganas de tomar los cerros con que se fundó la colonia en la década de los 70, en el oriente de Iztapalapa.
–Viva el Mesías
–Viva el Rey de Israel
–Bendito el que viene en nombre del Señor
–Hosanna, hosanna, el hijo de David
Exclaman esos hombres. Sus gritos vienen precedidos de ladridos en una colonia donde los perros parecen abundar en cada azotea o detrás de cada portón.
El aire es frío en este Domingo de Ramos, y la Ciudad de México, desde los cerros de Tenorios, son una mera mancha gris que se extiende más allá del horizonte.
Aquí, en Tenorios, esta celebración apenas es el comienzo de una Pasión que debe terminar el Sábado de Gloria con la Resurrección de Cristo, y que lleva realizándose 30 años.
Nada le puede caer mejor a la colonia Tenorios que la bendición de un Cristo en sus calles, después de que en noviembre pasado se anunció desde la Procuraduría General de la República la detención de José Luis Abarca y su esposa María de los Ángeles Pineda, acusados de ser los autores intelectuales de la desaparición de 43 jóvenes normalistas de Ayotzinapa y quienes supuestamente se escondían en un domicilio de la colonia Tenorios.
Los habitantes de esta colonia no daban crédito a una noticia así y siguen incrédulos: los criminales más buscados se escondían en un territorio donde es más que difícil pasar desapercibido. Tenorios puede parecer un laberinto de calles para el foráneo, no para quienes nacieron aquí y fundaron este asentamiento.
Y esas calles que parecen ser una repetición de la calle que se acaba de pasar, plagadas de esquinas constantes, con anuncios que instan a comprar huevo, leche, pollo frito, pan recién horneado, con sus puestos de verduras en las aceras, es recorrida este Domingo de Ramos por José Manuel Hernández Cerecedo en su personaje de Cristo.
Viste una túnica blanca, de algodón grueso, huaraches de piel cruda y nada más.
–según tu fe, así te sea hecho, dice cuando le devuelve la vista a un ciego, cuando sana a cuatro leprosos, cuando le devuelve el caminar a un tullido.
Y los que lo siguen gritan milagro, milagro, cuando el milagro es consumado.
Y los tenorenses observan curiosos la representación de estos milagros ocurridos hace más de dos mil años.
En su papel de Jesús, José Manuel también se acerca a enfermos de verdad. Hay una anciana que espera paciente frente a su casa, sentada en la banqueta. Él, este Cristo moderno, se acerca y le habla, pasa sus manos por la cabeza de la anciana. Y la anciana llora.
Y este moderno Jesús también se acerca a las madres con bebés en brazos. Hace cariños a la criatura y sigue su andar. Y cuando ve a un grupo de fotógrafos sentados en la banqueta, tal vez cansados del subir y bajar calles estrechas, Jesús se sienta entre ellos y posa a la cámara. No hay protocolos para él. La fe no tiene protocolos, dice.
En Tenorios, asentada al pie de la sierra de Santa Catarina, con sus cerros resguardando esta colonia, los protocolos se rompen ante las promesas incumplidas: en un edificio construido a medias, de ladrillos desnudos y paredes descarapeladas se observa una publicidad partidista en donde el rostro de la candidata de turno fue tapado por el mismo anuncio, vencido por los vientos que hace unas semanas azotaron la Ciudad de México. Solo quedó a la vista el eslogan: “Por el buen vivir”.
“Según tu fe, así te sea hecho”, repite Jesús una y otra. Un Jesús de 22 años que ha sido rechazado dos veces para ingresar a la Escuela Nacional de Enfermería y Obstetricia de la UNAM. Este Domingo de Ramos, tenía que revisar por internet los resultados de su tercer intento por ser enfermero titulado.
Promesas Incumplidas
Los milagros de Jesús en Tenorios no alcanzan a las autoridades territoriales de Iztapalapa. Hay descontento entre los organizadores de la Pasión. El descontento que se traduce en presupuesto mal ejercido, o no ejercido, se dirige hacia Cutberto Panchi Sánchez, Director Territorial en Santa Catarina.
“Desde hace un mes metimos los escritos en Territorial Sierra de Santa Catarina para que nos diera los apoyos correspondientes: templetes, escenarios, etc, ni siquiera ingresó los escritos. La Delegación sí nos apoya pero el encargado de darnos los templetes que es este señor Panchi, no cumplió, hace apenas unos minutos llegaron los templetes pero ya no nos sirven”, dice Rocío Laos Gómez, Coordinadora de la Pasión de Cristo en Tenorios.
Un Director Territorial es el enlace de los habitantes de cierta colonia con la Delegación. “Este señor Panchi Sánchez por más de tres o cuatro ocasiones lo hemos citado y no nos da respuesta, siempre nos manda a sus segundos y no nos da una solución. No es grata su presencia aquí si no nos ha ayudado para nada”, dice otro organizador.
La Pasión de Cristo en Tenorios
Fue hace 30 años cuando comenzó lo que hoy es una tradición en Tenorios. La Pasión de Cristo, que si bien ya se celebraba desde hace casi 170 años en Iztapalapa, los habitantes asentados en este colonia fundada en los años 70 decidieron hacer una festividad propia.
La mayoría, como todos los fundadores de Tenorios, venía de otras Delegaciones, incluso de Estados como Michoacán, Oaxaca o el Estado de México.
Los sembradíos de maíz, en la Sierra de Santa Catarina fueron perdiendo terreno ante el cemento. Se asentaron edificaciones, se trazaron calles, se fundaron escuelas. Y nació Tenorios.
La primera realización de la Pasión de Cristo en Tenorios ocurrió en 1986. Los únicos adultos eran los personajes de Jesús, María y Barrabás. Los soldados, los sacerdotes, Pilatos, los apóstoles, todos eran niños.
Con el paso del tiempo, los adultos ganaron espacio y hoy conforman la mayoría de los poco más de 200 actores que conforman la Pasión de Cristo.
Solo los papeles de Jesús y María duran tres años. Los requisitos para llenar estos personajes son la soltería, y si tienen novio u novia, dejar de verlos por lo menos tres meses antes y dos meses después de la Pasión.
Los utensilios para la conmemoración, en su mayoría son una muestra de ingenio. La cresta de los cascos que usan los soldados romanos por ejemplo, es un cepillo rojo de escoba, un tapón de vidrio redondeado forma parte del báculo del sacerdote Anás, un adorno que el actor pensó elegante para completar una vara de madera pulida una y otra vez.
“Esta Pasión de Cristo no busca competir con la otra, la más conocida, la que se celebra en las calles céntricas de Iztapalapa”, dice Abraham Diego Alvarado, un hombre moreno con un bigote que se extiende por sus labios hasta ocultarle la mandíbula.
Diego Alvarado es el organizador de la Pasión en Tenorios. Desde hace meses comenzó los preparativos, aserrando él mismo, con la ayuda de su hijo, las vigas que deben servir como accesorio para la puesta en escena de la Pasión.
Una pasión que aglutina a todos los vecinos de la colonia Tenorios durante la Semana Santa.