El papa argentino proseguirá su viaje a bordo del avión AZ330 de Alitalia hacia Ciudad de México, adonde llegará tras dos horas de vuelo a las 19 horas 30 hora local.
Francisco será recibido por miles de personas con linternas y teléfonos celulares encendidos para establecer un récord mundial gracias a una multitudinaria «valla de luz y de oración».
Será la séptima visita de un pontífice a México, el segundo país más católico del mundo después de Brasil, con unos 100 millones de bautizados.
El papa latinoamericano, que conoce los grandes males y sufrimientos de su continente, llegará a un país sacudido por una violencia inaudita, donde la víspera murieron al menos 52 personas por un motín en la cárcel de Monterrey.
Con su visita de cinco días, Francisco desea dar voz y esperanza a los migrantes, a las víctimas de las bandas criminales del narcotráfico, de los tráficos ilegales, de la corrupción, los abusos y la pobreza.
De acuerdo con las cifras entregadas al papa en diciembre por organizaciones humanitarias, unas 80 mil personas murieron y otras 26 mil desaparecieron por la violencia en ese país desde 2006.
Francisco, que pernoctará siempre en la sede de la nunciatura de Ciudad de México, decidió personalmente cada una de las etapas y rendirá homenaje a los miles de migrantes latinoamericanos, entre ellos muchos centroamericanos, los cuales atraviesan México rumbo a Estados Unidos en pos de una vida mejor. De Ecatepec, uno de los municipios más violentos en la vasta periferia de Ciudad de México, a Morelia en Michoacán, pasando por la región de Chiapas en la frontera con Guatemala, donde nació el movimiento revolucionario zapatista, el papa tocará con la mano la realidad social de ese país.