La Jornada
Melanie tiene 24 años y jamás pensó que eso que llaman el infierno mexicano para los migrantes centroamericanos que cruzan el país rumbo a Estados Unidos tendría el nivel de crueldad que sufrió después de ser violada repetidamente por distintos hombres durante el camino.
Originaria de la costa hondureña, en este albergue de la casa del migrante La 72 encontró el apoyo médico y sicológico para intentar recuperarse de las secuelas que aún padece por las agresiones sexuales y la violencia a la que fue sometida.
Desde que llegó a Guatemala, comprendió que sería presa fácil del pollero y otros hombres que lo acompañaban: “Estuvimos tres días en un hotel. Éramos tres muchachas y nos violaron. Luego nos llevó a una casa de seguridad y llegaron otros polleros. Por el miedo no pude decir nada; pensé que nos iban a matar, por eso me quedé callada, llorando”.
Cuenta que el agresor les aclaró que iba a comprar preservativos para que no tuvieran problemas: violó a la primera muchacha, pero no usó los preservativos. El paquete lo dejó allí y fue a violar a otra. Después me fue a buscar a mi cama. Me violó. Al lado mio había otra muchacha y también la violaba, pasaba de una cama a otra. Nos tuvo como sus mujeres varios días, casi una semana. Cada vez que le pegaba su regalada gana nos violaba.
El sujeto finalmente las entregó a otro pollero quien les dijo que iban a una casa: Pero al llegar nos dimos cuenta que era un hotel para prostitutas en Tapachula. Era un lugar horrible y estábamos secuestradas. Recuerdo que todo fue mal cuando un hombre se empezó a masturbar y me echo el semen en la cara. Yo lloraba. Sufrí demasiado. Teníamos que huir de allí.
Problema de salud
Melanie sufrió más agresiones en el camino, hasta que llegó al albergue atendido por fray Tomás González Castillo, quien se muestra sorprendido por la ola de violaciones en esta zona: Nunca antes habíamos tenido tantos casos en tan poco tiempo; llevamos 20 en los pasados cuatro meses, pero hubo una racha tremenda, tan sólo en septiembre tuvimos 10 migrantes violadas en Tenosique.
Desbordado por la llegada en masa de migrantes centroamericanos, fray Tomás se ha dado a la tarea de ir denunciando las violaciones sexuales que comete el crimen organizado, incluso las autoridades mexicanas.
Pero la autoridad no nos hace caso; hemos presentado todas las denuncias, hemos hecho incidencia en la Procuraduría General de la República (PGR); también hemos ido a denunciar esto a la zona militar y nadie hace nada. Es una táctica del Estado muy perversa. Damos toda la información a estas instituciones, con nombres, horas, lugares y no hacen nada.
Lo más grave, dice, es que se trata de un problema de salud que no está siendo atendido debidamente: Lo primero que nos interesa al atender a las víctimas es lo médico. Necesitamos suministrarles la triple, una vacuna que previene el embarazo, enfermedades de transmisión sexual y otro tipo de infecciones. Y se tiene que aplicar antes de las 72 horas, pero el sector salud no la tiene.
Añade: “La ley de migración establece que todo migrante, independientemente de su estatus, tiene derecho a la salud. Y la triple está incluida, pero el otro día se acabó. Así es la cantidad de casos que tenemos. Yo les dije: ‘a ver cómo le hacen, es su obligación’. Y las buscaron. Son muy caras. Cada vacuna cuesta más de 2 mil pesos. Al Estado le sale cara su estrategia. Prefieren eso que dar seguridad”.
Hace unos días, el médico de la Fiscalía de Atención a Migrantes, le dijo: “No conozco eso de la triple, ¿de qué me está hablando? Fray Tomás se indigna: Es increíble que no tengan un protocolo y que esto lo diga un médico, si me lo dijera un arquitecto, pasa, pero que lo diga un médico del sector salud es tremendo.
Otro de los graves problemas que enfrentan es la falta de capacitación de los empleados de la fiscalía: Se requiere una unidad especializada en delitos contra mujeres. Aquí el médico legista es un varón. ¿Qué mujer después de una desgracia como la violación se va a dejar tocar por un hombre? Aunque le digan que es doctor, no es correcto. El protocolo lo exige, pero no creo que sigan ninguno para la atención de estos delitos.
De hecho, comenta que las víctimas son revictimizadas por la falta de preparación del personal. Una de las funcionarias atendió a una mujer diciéndole: ¿Sólo te toquetearon o te la metieron toda? Fray Tomas intervinó: Señora por favor, ¿qué le pasa? ¿Por qué le pregunta eso?. Y ella le contestó: ¡Pues ellas ya saben a lo que vienen, padre!
Aún indignado, fray Tomás señala que la denunció, pero sin resultados: Hemos dado toda la información, pero no han hecho nada. No les interesa y es más lamentable cuando se trata de funcionarias.
En La 72 se han dado a la tarea de atender esta nueva ola de violaciones con el apoyo de Médicos Sin Fronteras para darle seguimiento: por los casos tan seriados se ha hecho una ruta de seguimiento. Hemos logrado que haya toda la cuestión médica primero, luego la legal y la estancia por razones humanitarias; después, la inserción en la comunidad, si se quieren quedar.
Todos involucrados
Los crímenes sexuales seriales, dice fray Tomás, son resultado de la impunidad que cubre a funcionarios y agentes de seguridad que agreden a las migrantes, ya que son ultrajadas por policías, agentes de migración y delincuentes.
A veces son delincuentes comunes, otras del crimen organizado, luego policías, agentes de migración. Todos le entran. Asaltan a los migrantes y, claro, ven a una mujer y la ultrajan. Primero roban, después desnudan y luego las violan. Esos mismos son los que privan de la libertad a los migrantes, pero cuando viene una mujer la violan. Son mujeres muy jóvenes, incluso tenemos dos menores de edad.
Hace cinco años este fraile franciscano dejó todo para comprometerse con los migrantes. Ha escuchado miles de historias dramáticas, pero el caso de las violaciones es peor: Ser mujer migrante en México significa ser ultrajada sexualmente, recibir agresiones sexuales. Es lo mínimo. El Estado mexicano las trata así porque son migrantes indocumentadas. A una mexicana no. A pesar de que hay un delito de trata que se conecta.
Comenta que, además de la ola de violaciones, se ha dado una avalancha de mujeres solas con sus hijos: Tenemos más de 40. Se estancan en el albergue y tienen que buscar trabajo y lo que consiguen es hacerlo en los centros botaneros, por llamarle de una manera porque en realidad son centros de trabajo sexual. La nativa no quiere trabajar en esos centros porque todos la conocen en el pueblo; en cambio, la centroamericana que tiene necesidad busca ese trabajo.
Fray Tomás vincula el aumento de los delitos sexuales con el de trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual: “Es una frontera cada vez más transitada, seguramente hay una base de algo más grande, una red de trata importante. Cuando llegué había una pequeña célula y el jefe era el delegado del Instituto Nacional de Migración (INM), y sus compinches eran, por supuesto, los agentes del Grupo Beta de ‘protección’ a migrantes. Documentamos el caso de una niña que fue violada por el delegado Jorge Luis Mendoza Cruz. Le dimos toda la información a la Fiscalía Especial para los Delitos de Violencia contra las Mujeres y Trata de Personas (Fevimtra), pero protegieron al agresor”.
Relata que luego de la agresión trasladaron a la niña a una iglesia de Villermosa y denunciaron el caso: “El fiscal me dijo: Yo le prometo orejas y rabo de este desgraciado. Imagínese, cómo le conmovió.
La impunidad
Después, la niña estuvo seis meses en un albergue de Fevimtra, pero el caso judicial no avanzaba: Al delegado lo cambiaron a Villahermosa, al órgano interno de la delegación del INM, es decir, lo ascendieron. Después que giraron la orden de aprehensión huyó. Y al insistir tanto, finalmente lo detuvieron en Ocosingo y estuvo sólo cuatro o cinco meses en la cárcel. El argumento fue que la niña agredida no se presentó a declarar. ¿Cómo es posible? La Fevimtra la tuvo seis meses en un albergue. La impunidad otra vez.
Tabasco ha sido territorio de Los Zetas, aunque dice que ultimamente se habla del ingreso a ese estado del cártel Jalisco Nueva generación: “Quienes operan aquí son Los Zetas, pero yo no sé si sigan. Les conviene tener el territorio frío porque hay trasiego de drogas. Es un territorio no disputado, ya vendido, frío para seguir traficando droga, ganado, armas, personas…”
Cuenta que los secuestros de migrantes son el pan de cada día: llegó un migrante en septiembre y se fue a trabajar a Tenosique, pero luego lo secuestraron y se lo llevaron hasta El Triunfo, en Balancán, y me dijo que había más de 200 personas secuestradas.
Fray Tomás camina por las diferentes estancias del albergue, habla con las migrantes agredidas y coordina la presentación de las denuncias y el apoyo sicológico a las víctimas: Una violación sexual no tiene reparación, el daño que le causan a una mujer es inmenso. Les tratamos de ayudar sicológicamente, con terapia individual, colectiva; pero una violación sexual debe ser una puñalada a punto de matarte que deja la cicatriz y siempre van a recordar.