AGENCIAS
Grace, una niña mexicana de ocho años, dejó de sufrir ataques epilépticos cada hora desde que hace un mes empezó a tomar una medicina basada en cannabis, ahora sus crisis son más breves, más esporádicas y menos intensas, dejándola dormir por fin.
Esta pequeña es la primera persona con acceso legal a este tipo de medicamento en México y el veredicto de sus padres es rotundo: desde que empezó el tratamiento el 20 de octubre, no sólo ha mejorado la calidad de vida de la niña sino de toda la familia.
«La reacción de Grace ha sido muy buena. Desde que empezó con el medicamento nos dimos cuenta que puede dormir toda la noche, prácticamente sus crisis epilépticas nocturnas desaparecieron», explica su padre Raúl Elizalde Garzade en la sala de su hogar en la ciudad de Monterrey, Nuevo León.
Grace padece el síndrome de Lennox-Gastaut, una variante de epilepsia infantil que se caracteriza por convulsiones frecuentes –de hasta 400 al día—, discapacidad intelectual y problemas conductuales.
Desesperados por el sufrimiento de la pequeña, los padres de Grace emprendieron una dura batalla legal que ganaron en agosto y que obliga a las autoridades sanitarias mexicanas a garantizarles la obtención de cannabidiol (CBD), un aceite terapéutico para reducir los ataques de su hija.
Su caso es una excepción dentro de las leyes prohibicionistas mexicanas, pero su historia ya despertó las esperanzas entre familias que padecen casos similares y que también celebraron la reciente decisión de la Suprema Corte de autorizar el cultivo y consumo recreativo de la planta a cuatro personas.
Esta histórica decisión, del pasado 4 de noviembre, ha hecho que el debate sobre la legalización de la marihuana se encuentre en plena ebullición en México, golpeado por una guerra al narcotráfico.
Las efectivas gotas mentoladas
En casa de Grace el proceso está resultando sencillo y efectivo.
Su madre, Mayela Benavides, toma el frasco color ámbar de CBD, sostiene las mejillas de su hija de facciones finas y enormes ojos negros y coloca el gotero en su boca: Grace bebe sin quejarse del jarabe sabor a menta y chocolate.
«Hemos probado los otros medicamentos y tienen un sabor horrible y lo bueno del CBD es que tiene buen sabor. ¡Huélelo!», dice la mujer mientras acerca el frasco mentolado.
El medicamento no es una cura, solamente reduce el número y la intensidad de los ataques epilépticos de Grace, pero vale los 250 dólares que cuesta el frasco de 100 ml en Estados Unidos.
Sentada en una silla para bebés, de repente, Grace se estremece. Cierra los ojos, se encorva y aprieta la mano de su madre como si tuviera un escalofrío que le dura un par de minutos. Luego vuelve a enderezar su cuerpo y Mayela le limpia la boca.
«Esto que acaba de tener es una de sus crisis, pero las crisis de la mañana –que ha tenido toda su vida— están cambiando, están siendo menos intensas y menos frecuentes. Vamos por buen camino», describe la mamá al tiempo que anota la hora y la duración del ataque epiléptico en una libreta.
Los médicos avisaron a la pareja que los resultados serán verdaderamente visibles después de dos meses de iniciado el tratamiento, por lo que la pequeña está bajo monitoreo médico para definir si debe aumentársele la dosis.
«Las autoridades, aunque tienen buena fe, no saben qué hacer porque la ley no es clara y no todos los papás pueden absorber un juicio de amparo que es tardado y costoso. Lo ideal es que se cambien las leyes para que la medicina sea accesible a todas las personas que la necesitan», pide Raúl.
La mexicana de 8 años es la primera persona con acceso a este tipo de medicamento en el país; los padres de la niña esperan que se legalice el consumo medicinal de la cannabis.