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La principal testigo y sobreviviente del caso Tlatlaya, Clara Gómez González, conocida como la testigo Julia, se enteró de la liberación de cuatro elementos de la Sedena involucrados en los hechos del 30 de junio de 2014, por vía indirecta y no a través de las autoridades correspondientes.
La resolución no le ha sido notificada en su calidad de «víctima tanto en el fuero civil como en el fuero militar», apunta el Centro de Derechos Humanos «Miguel Agustín Pro Juárez», que representa a una de las sobrevivientes de la masacre.
El Centro Prodh también dice desconocer los extremos de la resolución una vez que se difundió que el Juzgado Decimocuarto de Distrito en el Estado de México «ordenó la libertad de estos cuatro elementos, continuando sujetos a proceso penal federal otros tres. Lo anterior, en cumplimiento a una determinación del Sexto Tribunal Unitario en el Estado de México».
«Frente a las voces de distintos actores que aluden a esa resolución como una exoneración de la responsabilidad del Ejército en la masacre, es preciso recordar que tres elementos del Ejército Mexicano siguen procesados por homicidio, es decir, por una violación grave a los derechos humanos como es la ejecución arbitraria. Los señalamientos sobre autoría material de las ejecuciones por parte de tres activos de las Fuerzas Armadas son consistentes con los dichos de las sobrevivientes y se sostienen hasta el momento; ello no implica que el resto de los involucrados sean ajenos a la comisión de conductas ilícitas, dado que incurrieron en encubrimiento y en alteración del lugar de los hechos. En otras palabras, el Ejército no ha sido exonerado», remarca el Centro Prodh.
A partir del Informe presentado por el Centro Prodh el pasado 2 de julio del 2015, en el que «se dio a conocer la existencia de una orden militar inconstitucional propiciatoria de graves violaciones a derechos humanos que ordenaba a los castrenses ‘abatir’ a civiles en horas de oscuridad, las respuestas de las autoridades federales han sido insuficientes, por decir lo menos», subraya la agrupación humanitaria.
La PGR se negó a investigar la cadena de mando, sin mayor fundamentación que su sola negativa; decisión que actualmente se encuentra impugnada y pendiente de resolverse.
A más de un año de la masacre, el Centro Prodh recuerda que la CNDH, el órgano constitucionalmente facultado para determinar la violación de derechos humanos, resolvió en la Recomendación 51/2014 que «entre 12 a 15 personas fueron arbitrariamente privadas de la vida, en un contexto distinto al de un enfrentamiento; resolviendo además la violación a otros derechos como a la verdad, al acceso a la justicia y a la integridad personal respecto de las sobrevivientes».
En suma, la justicia y la verdad frente al caso Tlatlaya continúan pendientes, sin que la reciente resolución que se ha dado a conocer en los medios ponga fin al juzgamiento de estas graves violaciones a derechos humanos. No obstante, dicha resolución alerta sobre la posibilidad de que el caso quede impune, en la medida en que persista la negativa a reconocer a las víctimas y sus derechos. Este riesgo no es menor, si se considera que en su reciente visita a México la Comisión Interamericana de Derechos Humanos señaló que en la grave crisis de violaciones que vive el país la impunidad es estructural.