El pasado 9 de septiembre la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación confirmó la multa de un millón de pesos que el Instituto Nacional Electoral le impuso al PAN por violar la Ley General de Partidos Políticos. Una cantidad ridícula, si consideramos que le será descontada de los casi de 450 millones de pesos que el PAN recibe al año, sin tomar en cuenta que este año electoral recibió adicionales más de 250 millones para realizar campañas políticas. Por lo que quitar un millón de pesos de su presupuesto de casi 700 millones que recibió este año, fue un costo financiero ridículo por violar una ley federal. Pésima señal que se envía a una sociedad que cada día está más fastidiada de la impunidad de la clase política de este país.
La historia nos dice que cuando la justicia y la ley son insuficientes para castigar los delitos que cometen los gobernantes, en una sociedad civilizada, una buena alternativa es la sanción social, es decir, el señalamiento e incluso la exclusión social, en tanto el infractor no muestre un verdadero arrepentimiento por haber atentado contra la sociedad.
En nuestros dirigentes políticos nada más alejado de la posibilidad de sentir arrepentimiento; lejos de ello, perfeccionan sus habilidades para cometer fraude a la ley y a la sociedad, sabedores de que un importante sector de las nuevas generaciones que ingresaron al PAN, cuando éste conquistó la presidencia de la República, identifican el éxito con la obtención de poder y dinero sin importar si los medios son o no lícitos.
Esta situación es muy preocupante y peligrosa ya que ha permeado al PAN porque proviene de la sociedad que alimenta la mente de sus niños y jóvenes a través de la televisión y el cine. No pocos son los niños y jóvenes que, ante la pérdida de la fe y la conciencia de la parte espiritual de cada ser humano, ante su pobre perspectiva de la vida reducida al ámbito meramente terrenal, he escuchado decir que desean ser narcos porque ellos son ejemplo de “éxito”: tienen riqueza, poder, mujeres, coches lujosos, guardaespaldas y pueden comprar a cualquier autoridad en este país o… eliminarla.
La gente de bien dentro del PAN debe salir de su conformismo y, de manera organizada, debe mantener su reclamo a las dirigencias exigiendo sean congruentes entre lo que dicen de dientes para afuera a la sociedad cada que quieren reconquistar su voto y lo que debiera ser un sincero y firme propósito de limpiar la vida interna partidista; comenzando por respetar las leyes, sus Estatutos y los derechos no sólo políticos sino humanos de sus militantes.
La nueva dirigencia del PAN debe mantener en funcionamiento efectivo a sus órganos colegiados deliberativos. Con la era que comenzó con Madero en su segundo periodo como presidente del PAN, la facultad excepcional de decidir de manera unipersonal mediante una
providencia en casos urgentes y cuando no hubiera tiempo de convocar a un órgano del partido, pasó a ser no una excepción sino una forma permanente de imponer y administrar (más no conducir) políticamente al PAN, forma que suplantó el sano y normal funcionamiento del CEN, de la Comisión Permanente así como de otras comisiones del Consejo Nacional; hoy lo común es que sus integrantes se enteren de las decisiones que tomó el presidente a nombre de los órganos colegiados, sólo cuando éstas decisiones son ya hechos consumados e irreversibles. Una de las consecuencias ya la estamos viendo, la exhibición pública de que el PAN es un partido que seguirá actuando en la ilegalidad por lo menos otros dos meses hasta que modifique sus Estatutos y los adecue a la Ley General de Partidos Políticos, situación que debió haberlo hecho por mandato de ley antes del 30 de septiembre del 2014; precisamente el día en que Madero pidió licencia para construir su proyecto personal para ser diputado plurinominal.
De un sondeo a población abierta que se hizo el pasado fin de semana, al plantear la pregunta ¿quién es responsable de la violación de la Ley General de Partidos Políticos, los partidos o sus dirigentes? La respuesta de más de la mitad de los entrevistados fue que todo el partido, ya que los militantes eligieron a sus dirigentes; así que son responsables de haber elegido a dirigentes que violan las leyes. https://www.youtube.com/watch?v=kXglrNRluvk&feature=youtu.be
Así que retomemos aquella máxima que aplican las sociedades de los países más democráticos: la labor más importante de los electores no está en emitir su voto, sino en vigilar y exigir a quienes fueron elegidos, para obligarlos a cumplir sus promesas y a respetar las leyes; y si no lo hacen, exigir su destitución.