El mensaje que el presidente Enrique Peña Nieto emitió por su Tercer Informe de Gobierno fue tal y como se esperaba, plagado de cifras alegres y promesas que tardan más en pronunciarse que en cumplirse.
En materia de seguridad no es la excepción, porque no solo se trata de reconocer la gravedad del tema, sino de estructurar una estrategia bien elaborada que disminuya en el corto y mediano plazo la criminalidad común y la delincuencia organizada, y los logros enumerados por el Presidente son pírricas cifras que no denotan una política de Estado. El tema ya no interesa en el primer círculo, así de sencillo.
Esta dinámica del equipo de Peña Nieto de ir por las cabezas de los cárteles (que después escapan como “El Chapo” Guzman) ha cambiado el rostro del crimen organizado en los últimos tres años. Aunque las autoridades han demostrado ser hábiles para capturar objetivos criminales de alto valor, el resultado es una fragmentación, de modo que los miembros de rangos medios y bajos se han separado y han formado sus propias empresas criminales.
Estos nuevos grupos han diversificado sus fuentes de ingresos, alejándose del narcotráfico internacional a gran escala y enfocándose en actividades criminales como la extorsión, el secuestro, el robo de recursos naturales o el cobro de “piso” por el uso de su territorio.
Se han especializado en un aspecto particular del comercio de drogas (como vender precursores químicos o contrabandear drogas a través de los aeropuertos), formando parte de una red horizontal de agrupaciones criminales diversas y dispersas geográficamente que coordinan sus actividades ilícitas. Es más, el Cartel de Sinaloa —la estructura criminal más sofisticada que queda en México— es percibido más bien como una “federación” de varios grupos que como una organización compacta.
Estos grupos criminales más pequeños son más difíciles de atacar y erradicar, y aunque urge reevaluar la estrategia contra el crimen y hacer cambios necesarios para hacerle frente, no se hizo mención alguna de esto en las palabras del Presidente. El panorama no es bueno. Como candidato, Peña Nieto garantizó bajar al 50% tres delitos de alto impacto: homicidio, secuestro y extorsión, y eso no ha sucedido.
En declaraciones recientes, el Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, aseguró que los homicidios han bajado 27 por ciento a nivel nacional, pero estas parecen ser otras cifras alegres ya que si se compara con números del INEGI, sí existe una disminución, pero solo del 24 por ciento, y a este ritmo el tan ansiado 50 por ciento de ninguna manera llegará. Peor aún, según la tendencia respecto a 2015 —aunque no existe información completa—, las mismas cifras oficiales indican que los homicidios habrían aumentado nuevamente.
Al comenzar su discurso en Palacio Nacional, el Presidente habló de un clima de desconfianza hacia su gobierno, precisamente por temas como la economía y la seguridad… pues bien, parece que ese será también el inicio de su mensaje en su sexto Informe de Gobierno dentro de tres años, porque esos temas no son ni serán en el corto plazo prioridad para su administración.
PARA EL REGISTRO Ceremonia acartonada y hasta gris la del mensaje del Presidente. Muchos de los invitados, gobernadores incluidos, prefirieron manipular su celular que escuchar al mandatario. Bueno, hubo hasta quien cabeceó. Gracias. Hasta mañana.
@betata75