La violencia enferma la mente

El problema de inseguridad pública ha provocado que centremos la atención en exigir al gobierno una solución en el corto plazo, pero jamás nos hemos detenido a pensar cómo esta rampante violencia ha afectado la salud mental de la ciudadanía.
Hace unas semanas, la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) organizó un interesante foro con un panel de expertos que precisamente abordó esta problemática, pero que desafortunadamente se perdió en el silencio mediático en torno al tema.
Según especialistas con los que coincidimos plenamente, la violencia en la que vivimos se mantendrá por al menos una década más, y es obligado conocer la manera en la que puede afectar nuestra mente.
Pues bien, los habitantes de zonas donde la guerra del narco aflora, además de padecer el fuego de las balas, cargar con el duelo, el miedo y la zozobra, han quedado marcados con diversos daños patológicos que irremediablemente desgastan su psique.
Según los especialistas ahí reunidos, este fenómeno de violencia extendida ha provocado, al menos, un aumento del 30 por ciento de las enfermedades mentales que padecen los mexicanos.
Y es que a pesar de que la televisión ya no difunde los constantes enfrentamientos entre bandas criminales y las ejecuciones al por mayor, la delincuencia común –esa que padecemos todos–, ha provocado cuadros recurrentes de ansiedad, depresión, duelo patológico, desesperanza y trastorno de estrés postraumático.
Las consecuencias también se observan en testigos, víctimas indirectas, victimarios, autoridades, funcionarios y hasta turistas que por alguna razón se encuentran en zonas de conflicto de nuestro país.
A las clínicas especializadas han llegado personas con malestar emocional, sufrimiento, desesperanza, dolor, indefensión y pérdida, signos que ya trascendieron del entorno personal a una escala comunitaria y social.
Estos síntomas provocan miedo social que paraliza e inhibe la participación ciudadana y favorece la criminalización y expropiación de los espacios de los jóvenes, que tienen que trasladarse de las canchas de fútbol, las plazas y los antros, a lugares privados o clandestinos.
El entorno no es para menos, a una semana de su Segundo Informe de Gobierno, Enrique Peña Nieto registra más muertos que su antecesor, Felipe Calderón, durante el mismo periodo, según un comparativo de cifras.
De acuerdo con el Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP), durante los primeros 20 meses de gobierno peñista se registraron 57 mil 899 averiguaciones previas por homicidios doloso y culposo, mientras que en los primeros 20 meses de administración calderonista (1 de diciembre de 2006 al 31 de julio de 2008), la suma fue de 43 mil 694; es decir, el gobierno priista supera al panista con 14 mil 205 homicidios tanto culposos como dolosos.
Estas personas han perecido en fuegos cruzados, secuestros, ejecuciones, decapitaciones y torturas en comunidades que padecen el efecto de retenes ilegales, acercamiento a la violencia y toda una narcocultura.
En algunos lugares como Monterrey, la gente de un día a otro cambió su vida para evitar enfrentarse a una situación violenta. Ahí crecieron muros, instalaron torniquetes en escuelas públicas, enrejaron avenidas antes usadas para el tránsito, se multiplicaron los cateos, se contrató seguridad privada y se implementaron protocolos en casos de balaceras. La psicosis colectiva inundó todos los espacios públicos.
Es más, según estudios de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, entre los años de más presión por la pelea que mantuvieron los cárteles de Juárez y de Sinaloa, la gente en esa ciudad fronteriza cambió su estilo de vida al grado de desconfiar los unos de los otros, encerrarse en sus casas y reducir al máximo los círculos de amistades y la interacción social.
Estamos, sin exagerar, ante una psicosis colectiva que va en aumento y que repercute en la salud mental de muchos mexicanos. Y como si no tuviéramos por genética y malas costumbres tendencia a enfermedades como diabetes e hipertensión arterial, ahora también somos propensos a manifestar alguna enfermedad mental. La violencia enferma, así de simple. Gracias. Hasta mañana.
 
 

 

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