La sucesión presidencial en el PAN nacional está en plena ebullición.
Por un lado el candidato oficial que representa un continuismo “recharged” disfrazado de regeneración, con un despliegue publicitario tipo “reality show” al más puro estilo Televisa, haciendo gala de un dispendio en recursos para el acarreo de los “militantes” incluidos en un padrón inflado y una cargada de personajes, antes incuestionados, que hoy buscan no quedar fuera de la foto, emulando las épocas de bonanza del PRI.
Por el otro lado una campaña austera, con dialogo personal franco, abierto, profundamente deliberativo a la luz del deber ser, inspirado en el profundo conocimiento de la historia y la misión del PAN, trabajando en una campaña de contacto y de a pie, emulando las campañas de miles de panistas que, aunque privados de los recursos que por ley les correspondían para sus campañas, en la pasada elección dieron lo mejor de sí: su talento, su trabajo, su tiempo y recursos no sólo propios sino los que pertenecían a sus familias; emulando aquellos candidatos del PAN que entregaron lo mejor dando de sí antes de pensar en sí (lema rotario que inspira la vocación de servicio).
El reto mayor es hacer llegar un mensaje a los más de cuatrocientos mil militantes distribuidos a lo largo de las 32 entidades federativas en tan sólo 30 días. La opción de las redes sociales ha sido el principal medio de difusión; sin embargo, es un medio elitista, que no es accesible a la gran mayoría de los militantes. Tomemos como referencia el padrón de una de las entidades federativas que tiene el nivel de usuarios de redes más alto del país, me refiero al Distrito Federal: sólo el 33% de los militantes del listado nominal tienen correo electrónico, y el hecho de tener correo electrónico, no implica que tengan computadora. Es decir, en la ciudad más comunicada y con la mejor infraestructura en tecnologías de la información, dos de cada tres militantes no tiene ni ha tenido acceso a las redes.
El debate a celebrarse el próximo jueves 30 de julio, entre Javier Corral y Ricardo Anaya, pretende ser transmitido en vivo por internet, ya que la CONOCEN (Comisión Nacional Organizadora de la Elección del Comité Ejecutivo Nacional) no ha hecho ningún esfuerzo para que la señal sea transmitida a través de la televisión abierta, ni siquiera por el canal 11 del Instituto Politécnico Nacional. De seguir en esa postura, la CONOCEN estaría violando, a más del 66% de los militantes, uno de sus principales derechos como afiliados: el derecho a la información. Violentando con ello, no sólo el derecho a la información plural y oportuna plasmado en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, sino también los Principios de Doctrina del PAN.
Mencionaré como ejemplo uno de ellos: “DEMOCRACIA”. Principio contenido en la proyección de doctrina de 1965, que señala que “la democracia requiere la participación eficaz de las
personas en las actividades colectivas que condicionan su propio destino personal”. Más adelante establece que “en función de la solidaridad responsable del hombre en el destino de sus semejantes, toda persona tiene derecho y obligación de intervenir en los asuntos públicos de la comunidad política de que forma parte”. Finalmente sentencia que “Todo régimen democrático (…) debe asegurar a los ciudadanos la libertad de información y su libertad de criticar a quienes ejercen el poder”.
La CONOCEN obstaculiza el ejercicio de una participación eficaz de los militantes en la elección de sus dirigentes, cuando su concepto sobre el acceso a la información oportuna y veraz excluye a la mayoría de los panistas. Se obstaculiza también, cuando se pretende que este debate sólo se transmita a través de internet y no a través de alguna cadena de televisión nacional.
Se violenta el espíritu de los Principios de Doctrina del PAN, cuando se restringe la libertad de información para que ésta sólo se acceda a través de un medio de comunicación que en pleno siglo XXI, en México, sigue siendo un medio elitista.
Lo anterior es condenar al PAN a lo mismo que hemos condenado al país, a que el debate y la deliberación de las ideas, sea suplido por la mercadotecnia y el acarreo de masas indiferenciadas, carentes de información y a quienes se les pisotea su dignidad mediante la compra de su voto a cambio de una dádiva.
Exijamos y alcemos la voz para defender el derecho al acceso a la información oportuna y veraz y el derecho a la libertad de información, que son algunos de los principales pilares de una democracia. Dignifiquemos la vida democrática interna del PAN, exijamos por lo menos dos debates que se transmitan por televisión abierta. México merece un PAN más libre, más digno, más democrático y al servicio de las mejores causas de nuestro país.