AGENCIAS
Las operaciones que el gobierno de México inició para impedir que migrantes suban al tren de carga conocido como «La Bestia», han comenzado a forzar a centroamericanos a internarse hacia zonas selváticas y boscosas para huir de las autoridades ante el temor de ser detenidos y deportados.
Funcionarios han dicho que las operaciones buscan garantizar su seguridad y sus derechos humanos, pero migrantes consideran que esa situación los lleva a enfrentar más peligros al tener que buscar lugares inseguros para intentar subir al tren cuando, por ejemplo, pasa por alguna curva y bajan la velocidad.
El coordinador federal para asuntos migratorios de la frontera sur, Humberto Mayans, dijo el martes en Radio Fórmula que hasta ahora han sido bajados del tren más de 6.000 migrantes, aunque no dijo desde cuándo ni de dónde específicamente.
El mismo martes, mientras Mayans decía que «no se va a permitir que de ninguna manera aborden el ferrocarril», un grupo de migrantes acampaba cerca de las vías del tren en la selva baja de las afueras de la localidad de Arriaga, en el estado sureño de Chiapas, donde esperaban que el tren pasara para intentar subir.
La docena de migrantes centroamericanos permanecían sobre pedazos de cartón y bebían agua de un arroyo cercano. Hasta hace algunas semanas, ellos como muchos otros habrían podido esperar en algún albergue en la localidad de Arriaga, desde donde parte una de las rutas de «La Bestia» hacia el norte del país.
«Antes podíamos estar en el pueblo, pero ahora estamos expuestos a todo, al monte, los animales, los policías, los ladrones, el narco», dijo a The Associated Press Guillermo Sismit, un migrante guatemalteco de 38 años, que fue deportado de Miami y busca regresar con sus dos hijos a Estados Unidos.
Sismit y otros de los migrantes aseguraron que muchos migrantes más también acampaban más adelante a la orilla de las vías para esperar al tren y el momento en que podrían saltar.
Policías enmascarados y agentes migratorios comenzaron hace aproximadamente dos semanas operativos en Arriaga, donde han llegado a detener a migrantes, incluidos mexicanos, dijeron algunos residentes a la AP.
«Muchas veces vienen los federales encapuchados y como siete vans (camionetas) de migración», dijo Luis Fernández Martínez, de 20 años y un desempleado que vive en Arriaga y que dijo que casi es detenido también por esas mismas autoridades.
«Vienen buscando cualquier persona que tiene tatuajes», dijo mientras señalaba a un pequeño tatuaje que tiene en su cadera.
Mayans dijo que los migrantes han sido bajados «respetando su dignidad, con todo respeto de los derechos humanos», y que se busca protegerlos.
Pero algunos migrantes piensan distinto.
«Es mentira, nos hace más inseguros», dijo Manuel Villalta, un migrante de 31 años de Huasapa, El Salvador, que busca regresar a la empacadora de carne donde trabajó alguna vez en Estados Unidos. «Mira cómo andamos, en el monte, tomando agua que puede estar infectada», añadió.
Como los otros migrantes en el campamento improvisado, dijo que él saltará al tren en movimiento cuando baje la velocidad en una curva, lo cual es una acción más peligrosa que hacerlo cuando está detenido, como en Arriaga antes de que saliera y en donde decenas o cientos de personas podían verse algunos días en los techos de los vagones del ferrocarril.
«No nos pueden parar. Si detienen 100, van a venir 300, 400 más», dijo Villalta.
Decenas de miles de migrantes, sobre todo centroamericanos, cruzan cada año por territorio mexicano para intentar llegar a Estados Unidos.
Varios de ellos hacen buena parte del viaje encima de vagones de trenes desde el sureste hasta el norte.
Arriaga se localiza a más de 900 kilómetros al sureste de la ciudad de México.