La semana pasada un grupo de mujeres protestaron frente al Palacio de Justicia en Estambul, capital turca, para exigir que no quede impune el asesinato perpetrado en septiembre de 2014 de la migrante ugandesa y trabajadora textil Jesca Nankabirwa.
Jesca, de 39 años de edad, trabajaba en una fábrica de textiles en el barrio Sangazi, de Estambul. Su cuerpo sin vida fue encontrado el 6 de septiembre de 2014. Jesca había sido violada sexualmente.
En la audiencia más reciente sobre el caso, el pasado 10 de junio en Estambul, el acusado pidió ser absuelto. Su abogado argumentó que Jesca “cayó” de una ventana después de un desacuerdo en un “bazar de sexo”. La siguiente audiencia será el próximo 4 de septiembre.
La Iniciativa Mujeres sin Fronteras, que se reunió frente al Palacio de Justicia, sostuvo que el caso es sólo un ejemplo de la brutal discriminación contra las mujeres migrantes en Turquía.
“Jesca fue asesinada porque era una mujer migrante, tratada como algo sin valor por las leyes de este país”, dijo Reyhan Topli, de la Iniciativa Mujeres sin Fronteras.
*Este artículo fue retomado del portal de la agencia de noticias Jinha, única en todo Kurdistán que reporta sobre la condición social de las mujeres de Turquía, Irak y Rojava (Kurdistán Sirio).