La nueva correlación de fuerzas en la Cámara de Diputados refleja un multipartidismo más acentuado. Las fragmentaciones políticas y sociales de nuestra realidad mexicana se han manifestado por nuevas opciones políticas a las que, mediante el voto popular, la ciudadanía ha dado su respaldo. Los partidos políticos que antaño tenían la mayoría de votos han visto mermados sus porcentajes, que se han redistribuido en otras fuerzas políticas. El PRI no ha llegado siquiera al treinta por ciento de la votación (29.18%); el PAN tiene apenas una quinta parte del electorado (21.01%) y el PRD rebasa ligeramente la décima parte de las preferencias políticas (10.87%). El 40% restante se encuentra en manos de otras expresiones políticas, entre las que destaca Morena (8.39%); Verde (6.91%) y Movimiento Ciudadano (6.09%).
El partido en el gobierno y sus aliados (Verde y Nueva Alianza) lograron apenas el 39.81% de las preferencias electorales. A pesar de los discursos triunfalistas, el gobierno debería estar preocupado, pues el “respaldo popular a sus políticas públicas” pudiera ser simplemente un espejismo. Si bien es cierto que con dicha alianza se tiene la mayoría en el Congreso, ahora más que nunca el gobierno tiene que negociar con las principales fuerzas de oposición, con el agravante de que en el México de hoy el elector puede castigar severamente la falta de compromiso con los ciudadanos y la sociedad en general.
Afirman los teóricos que una democracia presidencial no es estable cuando se combina con sistemas multipartidistas. El multipartidismo en México llegó para quedarse y si a ello agregamos el fortalecimiento de candidaturas independientes, la discusión parlamentaría podría complejizarse y con ello dificultarse la toma de decisiones. Tendrán que realizarse las modificaciones institucionales que respondan a la nueva realidad política.
Néstor Vargas Solano*Ex presidente del IEDF