La vida nacional se conduce en dos vías, la social y la electoral, o que ocupan la mayor atención de la opinión pública.
Una encrucijada, una situación difícil o comprometida en que hay varias posibilidades de actuar y no se sabe cuál de ellas escoger, tanto en la vía electoral como en la vía social.
Sin exageración, la nación se encuentra de nuevo ante una de las encrucijadas decisivas de su historia, que solo podía abordar asumiendo su responsabilidad, lo que es muy escasa en tiempos de campaña electoral, que desborda todo, bota todo y lanza todo al despeñadero cualquier buena intención, bajo la esquizofrénica carrera por el poder.
Se presentan hechos de violencia como resultado y efecto que ahora se colocan como causa que marcarán la decisión electoral, del voto, se le ha llamado la primera demanda social; también se presentan hechos de vergüenza de moderno esclavismo y explotación.
Algunos sectores políticos de izquierda, mostrando su impotencia o poca fuerza, asumen la postura de la pasividad y el supuestamente prepararse para la gran contienda del 2018, en que supuestamente al estar al centro la disputa por la presidencia de la republica será en verdad costeable actuar, competir y, si un fraude no se atraviesa, ganar.
Pareciendo exagerada la nota en donde dicen y sostienen expertos internacionales que en México existen 266 mil 900 trabajadores en condiciones de esclavitud; esa condición moderna de esclavitud se le define en trabajos forzados, limitación de movimientos, retención de salarios, violencia física y deudas fraudulentas.
Contra nuestra historia como pueblo y como vergüenza nacional, se señala también que el caso de la joven esclavizada durante dos años en la delegación de Tlalpan de la ciudad de México es la punta del iceberg de un problema mucho más profundo y grande. En donde se pone en entredicho toda la forma de gobierno, de vida y cultura. Es inaceptable la esclavitud en pleno siglo XXI y más lo es en la ciudad de México que se supone la entidad de avanzada en libertades, democrática y derechos sociales.
No debe dejarse ir y perder de la atención de la opinión pública este hecho para ser tragado por el olvido a beneficio de la clase política, de la clase gobernante y en mancha de la dignidad como pueblo.
El último índice Global de Esclavitud, elaborado por el Walk Free Fundation de Estados Unidos, señala que México es la nación de América con más personas viviendo bajo esta condición y, a nivel mundial, ocupa el lugar 18, señala el estudio realizado con cifras de 2014, lo que llama nuestra atención si se presentara con cifras al día.
Y se tiene un caso más, el de los jornaleros de San Quintín. En un rápido recuento, el 16 de marzo la Secretaria del Trabajo y Previsión Social informó que recató a más de 200 jornaleros agrícolas que trabajaban en condiciones de esclavitud en campos agrícolas, al siguiente día 800 jornaleros bloquearon la carretera transpeninsular en protesta por las condiciones laborales, la policía los dispersa y son detenidos 200, cinco días después el gobernador de Baja california, Francisco Vega de Lamadrid, panista, le dio una marca electoral culpando al partido Morena; el resto del mes de marzo, abril y los días que corren de mayo se movilizan levantando sus demandas; el 8 de mayo el subsecretario de Gobernación Luis Enrique Miranda no asiste a reunión de dialogo, al día siguiente después de amenazas la policía les reprime hasta en sus domicilios, la indignación nacional se expresa y se reconoce como justo el reclamo de mejores condiciones salariales y laborales.
No se puede entender el drama de los jornaleros de San Quintín sin dejar de conocer que al otro lado de la frontera el salario mínimo es de 9 dólares la hora, 124 pesos.
Y en una jornada de ocho horas, la paga es de 992 pesos. San Quintín está al sur de la frontera, en Baja California, la carretera que lleva a la comarca cruza de norte a sur, por Tijuana, Rosarito y Ensenada. Muchas familias están desparramadas por ambos lados de la línea. Saben bien cuánto es la paga allá y acá. También saben que en una hora de trabajo en California ganarían lo que todo un día en San Quintín.
Después de una intensa jornada de negociación en donde se acepta su inscripción en el seguro social, queda pendiendo el salario que demanda se ubique en 200 pesos, el gobierno se ofrece a mediar, pero los empresarios
patrones se niegan a cumplir, parece que pasa lo mismo en otros puntos del país.
Cómo ir a un proceso electoral con tranquilidad cuando se presentan estos hechos.