REDACCIÓN
Eran pasadas la media noche. Las 12:05 del 20 de abril cuando se oyeron las trompetas; los silbatos, un ruido similar a los cohetones. La algarabía estaba en todo su esplendor. ¡Parece Año Nuevo! Comentaban unos. Sí, decían otros, pero no lo era, se trataba del arranque de campaña de los candidatos a jefes delegacionales y diputados locales del partido Humanista en el Distrito Federal.
Comenzaba la contienda, iniciaba la campaña nocturna, en un lugar –plaza pública “Sebastián Lerdo de Tejada- que criticaban unos y alababan otros. La realidad es que estaban rodeados de cultura, de ideología, de historia y hasta del sonido que emitía el Huapango de Moncayo.
Ahí estaban Sebastián Lerdo de Tejada, quien a través de su mandato presidencial trató de pacificar al país de las constantes guerras y enfrentamientos entre caudillos y caciques.
En este partido seguimos su ejemplo ¡No hay ni queremos caudillos ni caciques! Pedía la gente.
También estaba Filomeno Mata, promotor de la libertad de expresión; fuerte opositor a la dictadura porfirista y defensor del principio de NO REELECCIÓN, una de nuestras propuestas en materia de Reforma Política capitalina, que impedirá que delegados y legisladores, aún los nuestros, se perpetúen en el poder.
Además del rechazo absoluto a la ley mordaza en todas sus expresiones y a la simulación de una libertad de prensa, que no está para escuchar la voz ciudadana. Estaba igual, el sentir de Carlos IV, reconocido mecenas del arte y la cultura.
Nosotros, promotores de dotar de mayor presupuesto a las actividades artísticas en el DF. También, muy cerca de esa plaza, alumbrando con su bravura, quienes impulsaron y son nuestras raíces como Netzahualcóyotl.
Un hábil guerrero diplomático en sus negociaciones y un ejemplo de gobierno administrativo promotor de la triple alianza, para concebir una visión equilibrada del universo y la unión política que erradicaba la dictadura.
Lo mismo que ayer nos reunía en esa plaza, ponderar lo importante ¡Al ciudadano!
A los militantes, a los candidatos, hasta a un “Juanito” (Rafael Acosta Ángeles) que aún con sus muestras de repudio al partido y a sus dirigentes con mantas que colocó aprovechando la obscuridad, estaba ahí.
Todos miraban espectadores a aquel que buscaba boicotear, anteponiéndose como un humanista, como se decía, aunque muchos aseguraban, no lo era (él lo sentía) y no, porque usaba el chantaje para ser, utilizaba la amenaza para pertenecer…
Cerca y al frente de un improvisado presídium que sirvió de marco para que dirigentes y Junta de Gobierno nacional y local, dieran el “banderazo de arranque de campaña”.
¡Si el Tribunal (Electoral del Distrito Federal) no me da la razón y no soy candidato a delegado, el partido se hunde, se queda sin registro! Gritaba a propios y extraños. Acusaba sin fundamentos, gritaba rateros.
Su mayor prueba era no haber sido seleccionado candidato. Él no había cumplido con una convocatoria, que reconocía reglas; aún así mandaba colgar mantas. Aprovechaba la complicidad de la obscuridad.
Rompía nuevamente las reglas, usaba monumentos históricos y árboles para colgar su malestar, para exhibir su enojo con un partido, que ahora hacía suyo al colocarse al centro de dirigentes, de candidatos, de Juntas de Gobierno.
Al mostrarse protagónico de un arranque de campaña, cuando antes acusaba con quienes se colocaba para acompañar el discurso. Nadie lo quitó, nadie le impidió ejercer su derecho a la expresión. Nadie le exigía se hiciera a un lado.
Aventaba silbatos, tomaba junto con al que también acusaba y luego borraría de la manta, el banderín humanista. Un extremo para el coordinador nacional, Ignacio Irys Salomón, otro para “Juanito”.
Llegó el momento de hablar, Junta nacional y local de Gobierno, unieron sus voces en un discurso. Ahí estaban gran parte de ellos. Rocío Bedolla Tamayo; Martín Sergio Hernández; Lucero Márquez Franco; el coordinador estatal, Luciano Jimeno Huanosta, también su homólogo del estado de México, Javier Víctor López Celis; Javier López Macías; Leobardo Sánchez, y Eyeni Irys, rodeados de candidatos a delegados y a diputados locales, de militantes.