¿Zapatos de PET?

MILENIO

Ser emprendedor es una carrera de resistencia y esto lo sabe muy bien Jorge Castro, gerente operativo de Castelo y creador de zapatos fabricados con botellas de plástico PET.

Aunque se trata de una idea innovadora, este calzado no ha tenido el éxito que imaginó. «El reto es no salirse del camino y seguir quemando ilusiones con las pestañas». Los zapatos de Jorge no se apartan del camino y siguen buscando los aparadores.

Jorge nació en una familia de zapateros, por lo que no fue extraño para nadie que terminando su carrera en administración de empresas decidiera ponerse al frente de la compañía de su padre. Durante un par de años aprendió el oficio, para luego emprender sus propios proyectos.

El año pasado, durante la exhibición Otoño- Invierno del Salón Internacional de la Piel y el Calzado (Sapica), Jorge Castro presentó un modelo de calzado deportivo elaborado con plástico de envases tipo PET a los que bautizó bajo la marca «Renovare».

Para el joven de 34 años exhibir sus zapatos en los stands de esta feria fue la culminación de un sueño que surgió desde su niñez. “Desde los ocho años, cuando jugaba en el taller de zapatos, recuerdo que todo olía a pegamento y ese olor no me gustaba. Hace tres años decidí acabar con ese olor y empecé a desarrollar la idea de hacer un zapato ecológico”.

Intentó todo. Experimentó con corteza de árboles, periódico, papel, aserrín y adhesivos solubles en agua. Nada resultó, hasta que un día, sólo en la fábrica, clavó sus ojos en un montón de botellas PET que estaban reciclando los empleados. Tenía la respuesta.

El proceso es sencillo, dice Jorge. “Reciclamos las botellas o las compramos a los pepenadores, las lavamos, las trituramos para obtener hojuelas, luego se derriten hasta que se va formando  una especie de comprimido y con eso hacemos los zapatos”.

Elaborar un par de botas para hombre requiere de 15 botellas de plástico PET. Los zapatos femeninos utilizan la mitad. La fabricación está libre de solventes y todos los pegamentos utilizados son base agua. “No sólo quería que fuera ecológico, sino que además su elaboración no afectará a los trabajadores. Quería que los pegamentos también fueran suaves, para no afectar la salud de nadie, además no huelen feo”, dice Castro sonriente.

La investigación para desarrollar este producto llevó dos años. La patente se registró ante el IMPI y los zapatos llegaron a Sapica 2014, pero no lograron dar el último paso. Llegar a las vitrinas de las zapaterías de todo el país.

La gente le pone muchos peros a lo desconocido, afirma. “Es caro”, “no está probado” y “es raro”, fueron los principales peros que los clientes le pusieron a estos zapatos. La inversión para la producción superó el millón de dólares, pero la producción sólo alcanzó los 3 mil pares de zapatos, antes de que se detuviera  temporalmente.

Hoy Jorge está buscando el camino y las alianzas que lo acerquen a su objetivo: vestir los pies de la gente con las mismas botellas de los refrescos que se toman.

 

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