El artículo de esta semana iba a abordar otro tema, pero la muerte del Papa Francisco cambió la agenda de todos. No solo es lamentable que este Papa no haya vivido algunos años más, sino que, dependiendo de quién sea elegido como su sucesor en mayo, podríamos estar ante el cierre de un ciclo, el comienzo de otro, o la continuidad en el liderazgo de una Iglesia Católica profundamente integrada en América Latina.
Uno de los nombres que más suenan para asegurar esa continuidad es el del cardenal Pietro Parolin, italiano nacido en Schiavon, una pequeña localidad del Véneto, al norte de Italia. Parolin podría seguir con la obra de Francisco, y cuenta con una sólida trayectoria: fue representante del Papa Benedicto XVI como nuncio apostólico en Venezuela entre 2009 y 2013, por lo que se le considera un conocedor profundo de la realidad venezolana. En 2013, el Papa Francisco lo nombró Secretario de Estado del Vaticano.
En 2017, en una entrevista con Vatican Insider, el cardenal Parolin expresó:
“Sigo con mucha preocupación y afecto lo que sucede en Venezuela. He vivido allí años intensos. Lamento profundamente la violencia y el sufrimiento del pueblo.”
Por otro lado, hay varios candidatos conservadores al papado que podrían romper con el legado de Francisco. Entre ellos destacan:
Cardenal Robert Sarah (Guinea): ha cuestionado algunas aperturas pastorales de Francisco, como la comunión a divorciados vueltos a casar. Aboga por una Iglesia centrada en la oración, la doctrina y la defensa de los valores tradicionales.
Cardenal Gerhard Müller (Alemania): ex Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, removido por Francisco en 2017. Defiende una visión más rígida sobre temas morales y ha criticado el enfoque social del Papa.
Cardenal Raymond Burke (EE.UU.): abiertamente crítico de algunas enseñanzas de Francisco, es muy conservador en temas de familia, aborto, sexualidad y liturgia.
Cardenal Willem Eijk (Países Bajos): defensor estricto de la doctrina tradicional, especialmente en bioética y familia, ha expresado dudas sobre la flexibilidad pastoral promovida por Francisco.
El Papa Francisco fue uno de los líderes religiosos más firmes en la defensa de los derechos de migrantes y refugiados. Su postura puede resumirse en:
Acogida y solidaridad: insistió en acoger, proteger, promover e integrar a los migrantes, considerando la migración un fenómeno natural que debe abordarse con humanidad.
Crítica a la exclusión: condenó las políticas migratorias restrictivas, muros fronterizos, deportaciones masivas y la criminalización de los migrantes. En Fratelli Tutti (2020), denunció la “globalización de la indiferencia”.
Migración como derecho: sostuvo que toda persona tiene derecho a migrar si su país no le garantiza condiciones dignas, y también a no migrar si puede vivir en paz en su tierra. Ejemplos concretos: visitó centros de migrantes en Lampedusa (Italia) y en la frontera México-EE.UU. (2016), pidiendo a los gobiernos actuar contra las causas profundas de la migración: guerra, pobreza, persecución y cambio climático.
El Papa expresó arrepentimiento por los abusos cometidos durante la colonización de América Latina. En 2021, en una carta al pueblo mexicano por el bicentenario de su independencia, escribió:
“En más de una ocasión, tanto mis antecesores como yo mismo hemos pedido perdón por los pecados personales y sociales, por todas las acciones u omisiones que no contribuyeron a la evangelización.”
Reconoció el sufrimiento causado, aunque también destacó que hubo defensores de los pueblos indígenas, como Bartolomé de las Casas. Promovió una reconciliación basada en la memoria histórica, sin negar el valor de la fe católica.
El enigma del Papa Francisco: diálogo con dictadores
Francisco fue criticado por reunirse con líderes autoritarios, aunque lo hizo en el marco de su labor diplomática y pastoral como jefe de Estado del Vaticano. ¿Logró resultados concretos tras bastidores en favor de las víctimas de dictaduras? ¿Pudo haber hecho más?
Su objetivo, según el Vaticano, fue siempre promover el diálogo, la paz y los derechos humanos, incluso con gobiernos difíciles. La Santa Sede mantiene relaciones diplomáticas con casi todos los países, incluidos regímenes autoritarios.
Con Nicolás Maduro (Dictador de Venezuela): se reunió en 2013 y 2017. Aunque envió mensajes pidiendo diálogo, fue criticado por no condenar más firmemente al chavismo. No se sabe si estas gestiones influyeron en las elecciones de 2024 que Maduro perdió.
Con Raúl Castro (Dictador de Cuba): se reunió en 2015. Francisco apoyó el restablecimiento de relaciones EE.UU.-Cuba y pidió mayor libertad religiosa.
Con Daniel Ortega (Dictador de Nicaragua): aunque no hubo reuniones directas, condenó la represión y el encarcelamiento de obispos como Mons. Rolando Álvarez.
Con Vladimir Putin (Dictador de Rusia): se reunió en 2013, 2015 y 2019. Promovió el diálogo por la paz, pero fue criticado por su tibieza frente a la invasión rusa de Ucrania.
No se conocen reuniones con el presidente electo de Venezuela (2024), Edmundo González, ni con María Corina Machado.
Se reunió con Claudia Sheinbaum, presidenta de México, y declaró haber sido mejor recibida que su opositora, Xóchitl Gálvez. Esto alimentó las percepciones de Francisco como un Papa cercano a posiciones progresistas o de izquierda.
A pesar de las críticas, la Iglesia Católica sigue ganando y manteniendo fieles. Entre ellos, dos poderosas figuras clave del gobierno de EE.UU.: el vicepresidente J.D. Vance, convertido al catolicismo en 2019, pasó la Semana Santa en Roma y fue la última personalidad que recibió el Papa, también el Secretario de Estado Marco Rubio, católico de origen cubano.
Esperamos que el nuevo Papa sea un firme defensor de los derechos humanos y un crítico implacable de las dictaduras que tanto daño causan a millones de personas en todo el mundo.
El Autor es director legal de Venemex, Asociación de Venezolanos en México, A.C.
www.venemex.org, Abogado por la Universidad Santa María de Caracas, Máster en Derecho Internacional por la Universidad Iberoamericana de Ciudad de México. Doctor Honoris Causa.