Los documentos hasta ahora secretos sobre el asesinato de John F. Kennedy, que se dieron a conocer ayer en Washington —por una orden ejecutiva firmada por el presidente Donald Trump—, contienen un mundo de información sobre cómo operaba la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en la Ciudad de México y contra quiénes.
- Debe recordarse que en aquella época esta capital era un hervidero de espías de uno y otro lado de la Cortina de Hierro. Los estadunidenses espiaban a los soviéticos y viceversa, al tiempo que los primeros y los segundos trataban de colocar topos en el bando contrario y evitar que se los colocaran a ellos.
- La estación de la CIA era dirigida por un personaje legendario de la comunidad de inteligencia de Estados Unidos: Winston Scott, quien utilizaba el seudónimo de Willard Curtis y así firmaba los documentos.
- La desclasificación ordenada por Trump permite conocer muchos detalles de las operaciones de intervención telefónica realizadas por la CIA en México, mismas que llevaban el nombre clave de LIFEAT.
El cúmulo de documentos del expediente Kennedy rebasa por mucho a la investigación del magnicidio en Dallas en 1963, pero los que tienen que ver con México se han dado a conocer por un motivo muy concreto: la visita que el asesino del presidente estadunidense realizó a fines de septiembre y principios de octubre de ese año, semanas antes de cometer el crimen.
- Ese viaje, que Oswald realizó por autobús, tenía el propósito de obtener una visa para viajar a la Unión Soviética, país donde el exinfante de Marina había vivido entre 1959 y 1962, y donde contrajo matrimonio. Oswald no logró su objetivo y volvió a Estados Unidos, donde, semanas después, dispararía contra la comitiva de Kennedy, dando muerte casi inmediata al mandatario.
- Durante su estancia en México, Oswald estuvo en la embajada soviética, cuyo personal era blanco de un amplio operativo de espionaje por parte de la CIA.
La primera revisión de los documentos reveló, además, que las intervenciones telefónicas alcanzaban a muchos objetivos: el exiliado expresidente guatemalteco Juan José Arévalo, comunistas estadunidenses y canadienses residentes en México, miembros del exilio español, las embajadas de la Unión Soviética, Cuba y otros países del bloque socialista… y muchos políticos mexicanos.
Entre ellos se destaca el general Lázaro Cárdenas, a quien se describe en uno de los documentos como “expresidente procomunista”, y su esposa Amalia; Vicente Lombardo Toledano, fundador de la CTM y del Partido Popular Socialista y candidato presidencial en 1952, y el muralista y militante comunista David Alfaro Siqueiros.
- Es decir, varias décadas antes de que fuera intervenido el teléfono celular de la presidenta Claudia Sheinbaum —como ella misma reconoció esta semana—, los servicios de inteligencia ya habían encontrado la manera de escuchar las conversaciones de importantes políticos mexicanos.
- Incluso iban más allá de intervenir las líneas personales estos personajes, pues la CIA pinchó también el teléfono de Elena Vázquez Gómez, secretaria del general Cárdenas, acto que se realizó en colaboración con autoridades mexicanas, misma que se conocía con el nombre clave de LIENVOY.
“La cobertura de Cárdenas por LIENVOY implica cierto nivel de cobertura de Vázquez Gómez”, dice uno de los documentos, fechado el 28 de agosto de 1962 y firmado por Willard Curtis, es decir, por el jefe de estación Winston Scott.
O el psiquiatra de Juana Castro, hermana del líder cubano Fidel Castro, quien fue reclutada por la CIA y era mencionada en los cables de la agencia como AMSTRUT-2.
- Los papeles del expediente Kennedy, que se publicaron ayer sin las tachaduras que habían tenido hasta entonces, revelan muchas cosas sobre el espionaje telefónico. En uno de los documentos cuya versión íntegra apenas se conoció, vienen domicilios de la Ciudad de México donde los teléfonos fueron intervenidos. Por ejemplo, el número 131 de la calle de Cuautla, en la colonia Condesa —muy cerca de la embajada soviética—, donde residían cuatro diplomáticos de ese país.
- Sin embargo, el espionaje telefónico de la CIA no se realizó sin problemas técnicos o de orden práctico. Por ejemplo, la renovación de líneas de Teléfonos de México, algunas de las cuales se estaban colocando de forma subterránea, lo cual hacía más difícil que fueran intervenidas.
Los espías estadunidenses incluso batallaban con los coyotes dentro de Telmex que vendían líneas para su provecho personal, lo cual fue descrito por la CIA como “una compañía telefónica dentro de la compañía telefónica”. Cuando intervino la policía mexicana para parar esas actividades corruptas, se narra, “los operadores de LIFEAT tuvieron que abstenerse de cualquier actividad clandestina durante casi cuatro semanas para que no los detuvieran accidentalmente como parte del grupo de coyotes”.
Un documento que apenas se conoció consiste en una petición de la estación de la CIA en México para que la oficina de la agencia en Washington le ayudara a encontrar una solución para pinchar las líneas sin que los técnicos mexicanos pudieran darse cuenta. Pidieron que les mandaran “un pegamento o laca transparente de secado rápido, que sea fluorescente bajo la luz ultravioleta”, y que “pueda ser retirado después mediante una limpieza o raspado”.
- Washington no tardó en responder, pues ese mismo día, el 3 de diciembre de 1962 —según aparece en la versión sin censura de los documentos— envió un cable a la Ciudad de México en la que recomendaba el uso de un fluido para identificar las terminales intervenidas.
- Consistía, a decir del documento, en una mezcla de colodión y fenolftaleína, “para ser usada por la persona que primero coloca los alambres”, y que “seca casi de inmediato y es repelente al agua”. Para aplicarla, se sugería colocar un poco en la punta de un destornillador.
Esas técnicas ya de nada sirven en un mundo en el que la telefonía celular inteligente ha desplazado a las líneas terrestres, aunque la publicación de estos documentos permite asomarse al enfrentamiento de las superpotencias que caracterizaba a esos tiempos de la Guerra Fría y que no dejaba libres del espionaje a los políticos mexicanos./Agencias-PUNTOporPUNTO