Las empresas fabricantes de armas en Estados Unidos están haciendo un gran negocio con las muertes discretas en México: entre el año 2000 y el 2023 aumentó en más del 8 mil por ciento la manufactura de los silenciadores, es decir, dispositivos diseñados para disminuir o amortiguar el estallido que produce el disparo de un arma de fuego.
- La cifra, desconocida hasta este 8 de enero, está mencionada en un par de renglones entre los cientos de cuartillas que integran el reporte “Protegiendo a Estados Unidos del tráfico de armas de fuego”, elaborado por la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos todavía en la administración del presidente Joe Biden.
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Un día más tarde, el gobierno mexicano –a través de la Secretaría de Economía– emitió un documento que contextualiza ese dato aparentemente trivial: “Estos silenciadores, y otros componentes de armas de fuego, también son adquiridos por el crimen organizado en México”.
Una revisión hemerográfica hecha por MILENIO confirma los dichos de la dependencia que encabeza Marcelo Ebrard: a medida que se incrementa la fabricación de silenciadores en la Unión Americana, también crece su uso por brazos armados y aumenta la incautación de estos dispositivos en México, ya que son usados para pistolas o para armas largas como subametralladoras calibre 45 milímetros.
- Este medio hizo un análisis de noticias y boletines de prensa del sexenio actual y los dos anteriores para encontrar que los silenciadores decomisados en México empezaron a ser anunciados con una frecuencia superior al 30 por ciento a partir de 2012 y hasta el 2020 comenzó a mencionárseles como artefactos que suscitan preocupación nacional.
- A partir de esa fecha hay reportes del gobierno de Estados Unidos que reconocen que los silenciadores estadunidenses terminan en manos de los cárteles de las drogas. Por ejemplo, la Fiscalía del Distrito del Sur de California publicó un comunicado de prensa el 19 de octubre de 2023 en el que anunció que dos hermanos, Homero y Mauricio Cervantes Rosales, originarios de Perris, California, se habían declarado culpables por el delito de tráfico de armas hacia México.
Homero y Mauricio reconocieron ante la jueza Karen Crawford que intercambiaron grandes cantidades de mariguana con sus socios en Texas a cambio de recibir armas y productos relacionados con ellas para venderlos a traficantes de drogas con conexiones con los cárteles mexicanos.
Entre febrero y abril de ese 2023, los hermanos Cervantes Rosales vendieron armas y municiones, pero también silenciadores como sus productos insignia.
Sus dichos causaron tanta preocupación que la fiscal estadunidense Tara K. McGrath aseguró que sin la intervención de las autoridades ese “arsenal” hubiera puesto en riesgo vidas humanas en ambos lados de la frontera.
Silenciadores, fuera de las demandas mexicanas
Un asesor del gobierno mexicano asegura que los silenciadores tienen una razón de existir: atacar sin llamar la atención. Las armas con estos dispositivos aseguran al crimen organizado la realización de misiones furtivas y encubiertas, que aumentan la supervivencia de los sicarios durante la huida o emboscada, mientras que maximizan la tasa de letalidad.
- Las armas silenciosas ayudan a retrasar la movilización de militares y policías, evitan que los objetivos del cártel se anticipen a un ataque y reducen el pánico entre civiles, en caso de que el asesinato se lleve a cabo en un lugar público.
En suma, tapa los oídos de las autoridades y convierte a los homicidas en fantasmas.
A pesar de la peligrosidad de estos dispositivos, el gobierno mexicano excluyó a los silenciadores en los juicios contra las armerías estadunidenses por su responsabilidad en la violencia en suelo nacional, plantea un especialista muy cercano a los litigios que sostiene el gobierno de México con los establecimientos de Estados Unidos que venden armas cortas y largas.
“El gran problema de la violencia armada son las armas y las balas. Y en las demandas que ha hecho el gobierno mexicano lo que se tiene que acreditar es un nexo causal, es decir, la relación entre el daño en México y lo que hacen –o dejan de hacer– las armerías en Estados Unidos.
«La forma más perfecta de establecer ese nexo de causalidades es por la información de trazabilidad: el número de serie”, aseguró el experto.
- Sin embargo, ni los chalecos antibalas ni los cascos ni las rodilleras –todo lo que usan los criminales como “equipo extra” para generar violencia– tiene número de serie. Eso incluye a los silenciadores.
- Según el especialista, la industria armera ha sido muy reacia a avanzar en tecnologías como el microestampado por lote; sin ello es casi imposible registrar el origen de los insumos de las armas y, por lo tanto, su cadena de distribución. Una omisión conveniente ahora que están en el banquillo de los acusados.
“Sabemos la marca del silenciador, pero no sabemos de dónde proviene. Entonces, una acción legal contra los fabricantes y distribuidores de estos insumos es muy compleja.
«¿Por qué no están incluidos estos dispositivos en las demandas? Porque tenemos nosotros que acreditar que hubo un daño, y por sí mismo un silenciador, técnicamente, no causa daño. Lo que lo causa es el disparo”, contó a MILENIO ese litigante que el gobierno mexicano contrató para ir contra las armerías estadounidenses.
La discreción de los sicarios
Uno de los primeros crímenes con silenciadores que conmocionó al país ocurrió en 2009 y tenía la firma del crimen organizado en el bastión del viejo Cártel de Guadalajara.
- En mayo de aquel año, Roberto Francisco Machuca Aguilar, ex director de la Policía Judicial de Jalisco (1985-1993) y prominente abogado de internos acusados de narcotráfico en el penal de Puente Grande, fue asesinado mientras caminaba hacia su Mercedes-Benz último modelo. Dos sujetos se orillaron a su lado y le dispararon a quemarropa sin que los paseantes se dieran cuenta.
- A las pocas horas, autoridades encontraron en el Parque Alcalde, en Guadalajara, el arma que usaron los sicarios y la razón de la discreción del crimen: una escuadra calibre .9 milímetros con un mofle supresor de sonido hecho en Estados Unidos.
En 2020, el museo de la agencia antidrogas DEA, ubicado en Arlington, Virginia, añadió a su colección abierta al público un arma que le fue decomisada a Joaquín El Chapo Guzmán en una de sus casas de seguridad en Sinaloa: una Beretta Parabellum 9 milímetros –una “pistola de servicio” que desde 1985 fue adoptada por las fuerzas armadas de los Estados Unidos– con baño de oro, la leyenda “Versace” y un silenciador con incrustaciones de diamante.
- Dos años más tarde, otro silenciador se encontró en uno de los casos de sicariato más conocidos de la Ciudad de México: el multihomicidio en 2022 en un despacho legal de la colonia Roma que dirigía el abogado Rodolfo Castelán.
- El asesino mató con seis tiros al litigante, su yerno y asistente para luego huir sin problemas gracias a que usó un arma calibre .40 con silenciador.
El autor intelectual fue identificado como líder de La Resistencia, una escisión del cártel de los Beltrán Leyva en la capital del país.
Trump junior, su activo promotor
El informe del Departamento de Justicia también establece que los cárteles se están abasteciendo de armas y silenciadores, principalmente a través cinco canales de Estados Unidos hacia México: el canal de Arizona a Sonora –el más dominante–; de Texas a Tamaulipas; de Texas a Nuevo León; Texas a Chihuahua y el de Texas a Guanajuato, único estado mencionado que no es fronterizo.
“El 82 por ciento de las armas de fuego rastreadas en México se recuperaron en un estado con una presencia dominante de los cárteles de Sinaloa o Jalisco Nueva Generación o de ambos”, aseguran los autores.
- En cuanto a silenciadores, la búsqueda hemerográfica hecha por este medio arroja que estos aparatos también aparecen con más frecuencia en entidades como Chihuahua, Tamaulipas, Zacatecas, Estado de México, Ciudad de México, Guerrero y Chiapas, donde operan el Cártel de Juárez, Cártel del Golfo, Cártel del Noreste, Nueva Familia Michoacana, Unión Tepito y brazos armados como La Barredora y el Cártel Chamula.
- El documento también ofrece un dato preocupante: la producción de armas de fuego superó ampliamente el crecimiento de la población estadunidense: entre 2000 y 2023, la cantidad de armas fabricadas por cada 100 mil personas aumentó un 113 por ciento, mientras que la población de Estados Unidos creció un 19 por ciento. Es decir, en ese país hay más armas que personas y muchos de esos artefactos terminan en México.
Pero acaso lo más alarmante es que uno de los principales promotores de los silenciadores es el hijo mayor del presidente de Estados Unidos, Donald Trump Junior, quien desde 2016 ha aparecido en televisión elogiando los supresores de silencio y promueve que se eliminen restricciones para su venta argumentando beneficios a la salud.
“¡Esto es una maravilla! (…) Francamente, para mí, es cuestión de seguridad, una cuestión de salud”, dice ‘Don Junior’ en un infomercial de la empresa estadunidense SilencerCo, tras disparar un rifle de alto poder en un simulacro de cacería deportiva. Su argumento: los silenciadores no hacen las armas más peligrosas y, en cambio, protegen el tímpano de los tiradores.
Actualmente, los silenciadores están regulados por la Ley Nacional de Armas de Fuego y su venta es legal en 42 estados. En la segunda presidencia de Donald Trump, la familia del republicano quiere más de ese tipo de silencio, sin restricciones./Agencias-PUNTOporPUNTO