Las ideas del segundo piso

El régimen de la presidenta Claudia Scheinbaum se centra en la narrativa que su administración es la que detenta el segundo piso de la cuarta transformación de México.

Esta segunda etapa de la vida del país prometió disminuir drásticamente la corrupción, que la prosperidad se vea reflejado en las mesas de las familias mexicanas y, que la seguridad regresaría a los pueblos y ciudades de México.

Para estar en condiciones de que verdaderamente sea una transformación, se debe modificar los sistemas y subsistemas político, económico y social. La transformación de un país no solo es de palabra o de buenas intenciones.

El sistema político mexicano debe depurar a aquellos individuos en quienes caiga la sospecha de vínculos con la delincuencia.

Por otra parte, el sistema económico no resiste la desproporción que representa un régimen fiscal de beneficios y excesos, como lo es, la consolidación fiscal o la abusiva devolución de impuestos a los grandes contribuyentes.

Este régimen económico está diseñado para que el patrón no comparta el producto de las ganancias con los trabajadores, de tal forma, que la tan socorrida competitividad no es el factor principal para la distribución de la riqueza. Hay un desequilibrio en los factores de la producción.

La derogación de un modelo económico como sucedió con el neoliberalismo, parece una medida engaña bobos, a un modelo económico con impacto en lo político y lo social. En esa lógica se debe derogar las tecnologías de información y comunicación, que fomentan un modelo económico globalizado.

Por otra parte, no parece de momento que exista voluntad para modificar estructuras de Estado, que ejercen las funciones de gobierno, en la administración pública, ya que en el fondo persisten las mismas prácticas, métodos y procedimientos para el desahogo de la función de gobierno.

En lo social, la transformación del país manda una mala señal cuando se critica o censura, a personajes de la vida pública. El régimen debe garantizar el derecho a la crítica y al discenso, y no censurarlo o perseguirlo.

Una transformación, como la independencia, la reforma o la revolución trajo consigo, un cambio cultural y de conductas en sus individuos. Es un cisma político, económico y social que, por el momento, no parece que todavía se vislumbre y, por tanto, la cuarta transformación solo administra el gobierno, pero todavía no transforma a el Estado.

Ojalá que la Ejecutiva Federal llame a los gobernadores a asumir estas responsabilidades de gobierno para que se vean transformados en asuntos de Estado y consolidar el segundo piso.

*Es Maestro en Seguridad Nacional por la Armada de México
Correo electrónico: [email protected]
Twitter: @racevesj

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