La erosión costera, un fenómeno natural que se origina por la interacción de procesos climáticos y la intervención del hombre, se ha agudizado, poniendo en peligro a casi 900 millones de personas que viven en zonas costeras bajas, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
- Dicho panorama, con comunidades cercanas a las costas desaparecidas, viviendas y edificios turísticos destruidos, y cada vez menos playa, se puede observar con mayor frecuencia.
- México no es la excepción. Comunidades enteras de Tabasco, Veracruz y Tamaulipas son un ejemplo. Hoteles, restaurantes, casas y palapas destruidos han provocado el éxodo de pobladores y comerciantes que habitaban y trabajaban a la orilla del mar —conocidos como desplazados climáticos— ante la desaparición de esa franja de arena de la cual vivían.
“La subida del nivel del mar provoca la erosión costera e inundaciones del litoral y perjudica sectores como la pesca, la agricultura y el turismo”, alertó la ONU en septiembre pasado, e hizo un llamado “a reducir las emisiones de carbono para limitar la subida del nivel del mar”.
“La causa está clara… los gases de efecto invernadero, procedentes, en su mayoría, de la quema de combustibles fósiles, están calentando nuestro planeta, expandiendo el agua del mar y derritiendo el hielo”, explicó António Guterres, secretario general de la ONU.
“Comunidades sumergidas, agua dulce contaminada, cosechas arruinadas, infraestructuras dañadas, biodiversidad destruida y economías diezmadas”, destacó y añadió que los más pobres y vulnerables son los más afectados.
De acuerdo con el gobierno mexicano, el incremento del nivel medio del mar, el cual se ha presentado progresivamente en las últimas décadas, es uno de los efectos del cambio climático con mayor impacto en la infraestructura portuaria y costera, lo que amenaza a 18 millones 937 mil 581 personas que habitan en municipios con costa, según datos del Inegi.
“Los efectos del aumento del nivel del mar, debido al cambio climático, son el incremento en la erosión en las líneas de playa, reduciéndose las franjas costeras; el aumento en los eventos hidrometeorológicos extremos, que cada vez son más frecuentes e intensos y que provocan inundaciones en zonas costeras; el deterioro de la infraestructura portuaria, costera, turística, comercial y habitacional, y dentro de los escenarios más catastróficos está el hundimiento de islas habitadas, cuyos pobladores han tenido que emigrar ante una emergencia climática”, indica el artículo Impacto del incremento del nivel del mar por cambio climático en el diseño de rompeolas, del Instituto Mexicano del Transporte.
Los llamados desplazados climáticos aún son una minoría en México. Sin embargo, 17 de los 32 estados de país cuentan con costas, una extensión de 11 mil 122 kilómetros de litorales, por lo que, de acuerdo con expertos, en los próximos años se deberán implementar medidas como muros contra la erosión e, incluso, analizar la reubicación de localidades costeras, como ya se ha hecho en países del Caribe, entre ellos República Dominicana.
- 19 millones de personas que habitan en municipios mexicanos con costa son amenazadas por el incremento del nivel medio del mar.
En Pénjamo Chiltepec, una comunidad situada en Paraíso, Tabasco, a 70 kilómetros de la ciudad de Villahermosa, capital de esta entidad, la gente vive con miedo, sobre todo en esta época, cuando los temporales azotan con más frecuencia, provocando que la costa tabasqueña pierda cada vez más la batalla.
Aunque mucho se ha hablado de la colonia El Bosque en el municipio de Centla, afectado por la erosión costera, éste no es el único sitio en Tabasco que ha resultado impactado; también en Paraíso hay una extensa área donde los daños son evidentes.
Se trata del pequeño pueblo de Chiltepec, donde sus habitantes han visto reducirse su costa a causa de la erosión marina, atribuida al cambio climático, la destrucción de manglares y la industria petrolera.
- Fredy Martínez es uno de los habitantes de Pénjamo y lamenta que en los últimos seis años la zona turística conocida como “Playa Bruja” prácticamente desapareció. “Ahora, las familias que solían venir los sábados y domingos a convivir, sólo observan y se retiran, porque todo es destrucción. Las familias que antes vivían de esto han tenido que cambiar su fuente de trabajo”, expresa.
Testigo del avance del mar tierra adentro, Fredy asegura que hasta hace algunos años la distancia entre las viviendas y el mar era de un kilómetro; ahora, prácticamente son sólo unos metros. “Cuando hay temporal es cuando más se resiente. Antes había mucha uva de mar y palmeras, pero todo eso ha desaparecido, se lo ha llevado el mar. Y ahora que recientemente se registró un ‘norte’, nos afectó más: se levantan las tejas de las casas, y aunque quedaban algunas palapas, el mar también se las llevó.”
- En el recorrido realizado por Excélsior en la zona de Pénjamo, Chiltepec, se observan restos de construcciones que hasta hace algunos años eran propiedades veraniegas o se rentaban para pasar el día o el fin de semana. Ahora sólo quedan ruinas.
- Según especialistas, las consecuencias de este fenómeno incluyen la alteración de la vocación original del uso del suelo, con efectos directos sobre la economía regional, que en ocasiones determinan el abandono del territorio y el éxodo de los vecinos.
- Mateo Javier Ávalos, otro de los habitantes de Pénjamo, Chiltepec, no pierde la esperanza. Aunque ha visto que sus tíos y primos han emigrado ante el riesgo de la erosión marina que ha desaparecido alrededor de diez viviendas, confía en que el nuevo gobierno federal y estatal cumplan la promesa de construir un “rompeolas” que proteja no sólo su propiedad, sino la de todo el pueblo.
“Hasta hace unos años teníamos hasta 200 metros de playa y ahora ya desapareció. Sabemos que si el mar sigue avanzando, se comerá todos los terrenos e incluso se cerraría el puerto de Chiltepec, ya que el mar se uniría con la laguna.”
Don Mateo afirma que hasta el momento han logrado sobrevivir “sólo con la ayuda de Dios, porque realmente urge que nos den apoyo y no sigamos con promesas. Vienen presidentes, se van presidentes, y donde se debe actuar no hay ayuda.”
La doctora Lily Gama Campillo, investigadora de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (UJAT), reconoce que “técnicamente hablando, la Organización Internacional para las Migraciones está diciendo que la gente está migrando por temas climáticos”.
“Digamos que este proceso natural de erosión se ha agravado porque los eventos climáticos están siendo más fuertes. Así que, en ese sentido, estamos perdiendo la batalla”, expresa la especialista.
Y sostiene que, aunque la erosión es algo natural, se acentúa por una serie de factores: “Tiene que ver con haber construido en la orilla, haber destruido la vegetación natural y exponerse a esta situación, provocando que la naturaleza avance.”
De acuerdo con expertos, en Tabasco existen nueve zonas de vulnerabilidad costera, de las cuales seis presentan pérdida de playa, como la zona de El Alacrán, la Barra de Tupilco y el mismo Chiltepec y no se descarta que muchos de los habitantes de estas zonas tengan que desplazarse llegado el momento a otros sitios por la seguridad de ellos y sus familias.
Pérdida del mangle adelgaza los litorales
La destrucción de los manglares y el embate de huracanes ha provocado que el cordón del litoral de Tamaulipas, una franja que protege del mar a la laguna de Las Marismas, se haga cada vez más delgado, lo que pone en riesgo a los pobladores de Altamira y Madero.
- El cordón es un área que protege a ambas ciudades, pero, recientemente, se volvió más delgado con las lluvias de Alberto y Beryl.
- El rompimiento del cordón y su erosión es un tema que preocupa a los ambientalistas, ante un posible desbordamiento del mar.
“Se rompió en 2013, a lo largo de los 10 kilómetros y de manera transversal, en 11. La línea de extensión fue disminuyendo el ancho. De hecho, queda un metro en una parte, mientras que en otras, ya no queda nada”, detalla Miguel Ángel Verástegui, ambientalista y activista.
Explica que, de no haber cordón litoral, el agua del mar entraría a las lagunas, que en su tiempo fueron salineras y que hoy se usan como granjas acuícolas.
- Alerta que, en Ciudad Madero, el agua podría extenderse a otras lagunas como El Chipus, alrededor de las cuales se han asentado colonias, por lo que la afectación alcanzaría a por lo menos 10 mil familias.
- Mientras tanto, en de Altamira, cada año desaparecen entre 20 y 22 metros de litoral debido a la erosión.
- Según el especialista, aunque la erosión es una cuestión natural, esta vez fue provocada por el hombre, debido a un mal trabajo realizado en las escolleras que están cerca del puerto.
“Como se dice coloquialmente: están chuecas, inclinadas, simplemente no tienen la dirección adecuada y esto trajo que se formen remolinos en la punta de las escolleras y provoca que la arena no llegue a la playa”, dijo Verástegui.
Además del peligro que representa el desborde del mar, existe otra preocupación: que los principales cuerpos lacustres que alimentan a las ciudades sean invadidos por el agua salada.
Este peligro ya lo alertaron activistas, biólogos y ambientalistas que estudian los municipios de Madero, Altamira y Tampico.
- De acuerdo con los ambientalistas, se requiere medir la velocidad con la que la sal del agua de mar viaja por debajo de la tierra, desde Las Marismas a la zona de las lagunas de Miralta, Champayán y Chairel, que son de agua dulce y que suministran de agua potable a las ciudades Altamira, Tampico y Madero.
“No sabemos y veremos con el porcentaje de salinidad. Si creció el porcentaje, es una densidad alta, si no creció estamos bien”, alertó.
Los manglares, que a simple vista son hileras de árboles “sin chiste”, con raíces entrelazadas bajo el agua, son de gran protección para las comunidades cercanas al mar, ya que reciben el impacto de las olas, contienen huracanes y evitan inundaciones.
- Sin embargo, los manglares enfrentan serios desafíos, sobre todo en la zona sur del estado debido al crecimiento urbano, descargas de aguas sin tratamiento, residuos industriales, agroquímicos y el cambio climático.
- Según un documento elaborado por el Instituto de Ecología A.C, Maderas y Bosques y el Conahcyt, se estima que, actualmente, existen tres mil 664 hectáreas de manglar.
Activistas denuncian que la mayor contaminación del mangle es en Altamira y en la Laguna del Carpintero, éste último es un cuerpo de agua dulce que sirve como zona de esparcimiento.
La invasión de humedales para construir fraccionamientos es otro de los factores que amenazan a los manglares, alerta el biólogo Adrián Varela, quien explicó que durante la administración del exgobernador Francisco Javier García Cabeza de Vaca, inexplicablemente se vendieron terrenos cercanos al área protegida.
La activista Miriam Huberman recuerda que “el huracán Alberto ya dio una advertencia al municipio, a la zona conurbada del sur , sobre el nivel de agua que se puede afectar estas zonas”./Agencias-PUNTOporPUNTO