Existe un vínculo entre la aparición de nuevas enfermedades infecciosas y los cambios que los seres humanos generan en el planeta. Un análisis de Nature, basado en 972 artículos científicos, concluye que, entre todos los factores que aumentan el riesgo de afecciones producidas por microorganismos, la pérdida de biodiversidad es el más relevante.
Una enfermedad infecciosa es aquella que afecta al cuerpo debido a agentes externos como bacterias, virus, hongos o parásitos. Cada vez hay más de ellas. Estudios científicos han expresado que las afecciones están relacionadas a fenómenos derivados del cambio climático, como la contaminación química, modificación de paisajes, la introducción de especies a otros ecosistemas y a la pérdida de la biodiversidad. Sin embargo, para quien se dedica a estudiar la próxima gran enfermedad, es difícil saber cuál de todos estos escenarios es el que impacta más.
Para resolver aquella cuestión, Jason Rohr, profesor de la Universidad de Notre Dame en Estados Unidos, diseñó un estudio con enfoque metaanalítico para determinar la magnitud de la asociación entre los impulsores del calentamiento global y el riesgo de enfermedades emergentes. El esfuerzo concluyó que la disminución acelerada de la biodiversidad es el principal motor que da origen a la aparición de infecciones.
¿Por qué reducir la biodiversidad aumenta el riesgo de enfermedades?
La pérdida de biodiversidad se relaciona con una mayor probabilidad de enfermedades debido al desequilibrio ecológico. La reducción de especies o alteraciones significativas en los ecosistemas puede generar contactos inesperados que desencadenen una espiral de mutaciones incontrolables.
En Uganda, por ejemplo, la eliminación de árboles ricos en nutrientes ha llevado a que algunos simios consuman heces virulentas de murciélago, lo que podría generar múltiples mutaciones de patógenos dentro del organismo de los animales. Solo se necesita un evento fortuito para que aparezca un nuevo caso de enfermedad zoonótica infecciosa. También ya existen reportes de super hongos resistentes, como la Candida auris.
- Desde la pandemia de covid, que causó la muerte de aproximadamente 15 millones de personas en todo el mundo, los organismos internacionales de salud han fortalecido sus protocolos para futuras pandemias. Actualmente existen nuevos planes de contingencia, mitigación e incluso vacunación. Sin embargo, los expertos reconocen que pocas veces se presta atención al origen de todo: la interacción entre los seres humanos y la naturaleza que los rodea.
Después de múltiples teorías, la mayoría de los virólogos y epidemiólogos creen que el coronavirus tuvo un origen natural, derivado del contacto entre poblaciones humanas y murciélagos. La gripe aviar, otra enfermedad que mantiene en alerta a las autoridades debido a su alta tasa de mortalidad, surge constantemente en criaderos de aves de corral de gran tamaño. El síndrome respiratorio de Oriente Medio aparece por la interacción entre camellos y personas.
“Los hallazgos descubiertos por este metaanálisis deberían guiar los esfuerzos de vigilancia y gestión de enfermedades hacia los impulsores del cambio global que aumentan las enfermedades. Específicamente, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, gestionar la salud de los ecosistemas y prevenir las invasiones biológicas y la pérdida de biodiversidad podrían ayudar a disminuir la carga de enfermedades en plantas, animales y seres humanos”, concluye el artículo.
A medida que el planeta se calienta podrían aumentar las enfermedades infecciosas: científicos
Las personas de todo el mundo viven ahora vidas más largas y saludables que las de hace apenas medio siglo, pero el cambio climático amenaza con deshacer eso.
En todo el planeta, los animales —y las enfermedades que transmiten— están cambiando para adaptarse a un planeta alterado. Y no están solos: las garrapatas, los mosquitos, las bacterias, las algas e incluso los hongos están cambiando o ampliando sus rangos históricos para adaptarse a condiciones climáticas que evolucionan a un ritmo sin precedentes.
- Estos cambios no ocurren en el vacío. La deforestación, la minería, la agricultura y la expansión urbana están acabando con las restantes zonas silvestres del mundo, lo que contribuye a una pérdida de biodiversidad que se produce a un ritmo no visto en la historia humana.
- Las poblaciones de especies de las que los humanos dependen para su sustento disminuyen y son empujadas a porciones de hábitat cada vez más pequeñas, lo que crea nuevos focos de zoonosis: enfermedad o infección que se da en los animales y que es transmisible a las personas en condiciones naturales.
Al mismo tiempo, aumenta la cantidad de personas que experimentan las repercusiones extremas de un planeta que se calienta. El cambio climático desplaza a unos 20 millones de personas cada año, gente que necesita vivienda, atención médica, alimentos y otros elementos esenciales que ejercen presión sobre sistemas ya frágiles que están cada vez más presionados.
Todos estos factores crean condiciones propicias para las enfermedades humanas. Los viejos males y los nuevos se están volviendo más prevalentes e incluso aparecen en lugares donde nunca se habían encontrado. Los investigadores han comenzado a juntar un mosaico de evidencias que muestra la enorme amenaza que las enfermedades provocadas por el cambio climático representan para la salud humana en la actualidad y el alcance de los peligros por venir.
“Esto no es solo algo allá en el futuro”, alerta Neil Vora, médico de Conservation International (Conservación Internacional, una organización sin fines de lucro). “El cambio climático está aquí. La gente está sufriendo y muriendo en este momento”.
Las investigaciones muestran que el cambio climático influye en la propagación de enfermedades de varias maneras importantes.
- Para escapar del aumento de las temperaturas en sus rangos nativos, los animales ya comienzan a trasladarse a zonas más elevadas y frescas, portando enfermedades consigo. Esto representa una amenaza para las personas que viven en esas áreas y también conduce a una mezcla peligrosa entre los animales recién llegados y las especies existentes.
- La gripe aviar, por ejemplo, se está propagando con mayor facilidad entre animales salvajes a medida que el aumento del nivel del mar y otros factores empujan tierra adentro a especies de aves que anidaban en las costas, donde es más probable que se encuentren con otras especies. Tarde o temprano, las enfermedades que saltan entre especies tienden a tener más facilidad para dar el salto a los seres humanos.
Los inviernos más cálidos y los otoños y primaveras más suaves permiten que los portadores de patógenos —garrapatas, mosquitos y pulgas, por ejemplo— permanezcan activos durante más tiempo durante el año. Los períodos activos ampliados significan temporadas de apareamiento extendidas y menos activas durante los meses fríos del invierno. Durante la última década, el noreste de Estados Unidos ha visto una proliferación masiva de garrapatas de patas negras, portadoras de la enfermedad de Lyme, y los inviernos más cálidos han jugado un papel decisivo en esa tendencia.
- Los patrones climáticos erráticos, como los períodos de extrema sequía y de inundaciones, crean condiciones para que se propaguen ciertas enfermedades. El cólera, una bacteria transmitida por el agua, prospera durante la temporada del monzón en los países del sur de Asia cuando las inundaciones contaminan el agua potable, especialmente en lugares que carecen de infraestructura sanitaria de calidad.
- La fiebre del Valle, un patógeno transmitido por hongos que crecen en el suelo del oeste de Estados Unidos, florece durante los períodos de lluvia. La sequía severa que tiende a seguir a la lluvia en esa parte del mundo marchita las esporas del hongo y les permite dispersarse más fácilmente en el aire ante la menor perturbación —como la bota de un excursionista o el rastrillo en un jardín— y encontrar su camino hacia el interior del sistema respiratorio humano.
Estos impactos provocados por el clima están cobrando un precio muy alto en la salud humana. Los casos de enfermedades relacionadas con los mosquitos, las garrapatas y las pulgas se triplicaron en Estados Unidos entre 2004 y 2016, según los Centros para la Prevención y el Control de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés). La amenaza se extiende más allá de las enfermedades transmitidas por vectores comúnmente reconocidos. Las investigaciones muestran que más de la mitad de todos los patógenos que se sabe que causan enfermedades en los humanos pueden empeorar con el cambio climático.
- El problema se agrava a medida que pasa el tiempo. La Organización Mundial de la Salud estima que entre 2030 y 2050, apenas un puñado de amenazas relacionadas con el clima, como la malaria y la inseguridad del agua, cobrarán un cuarto de millón de vidas adicionales cada año.
“Creo que hemos subestimado drásticamente no solo cuánto el cambio climático ya está cambiando los riesgos de enfermedades, sino también cuántos tipos de riesgos están cambiando”, advierte Colin Carlson, biólogo de Cambio Global en la Universidad de Georgetown.
Señala que si bien conectar los puntos entre las enfermedades transmitidas por garrapatas y el cambio climático, por ejemplo, es un trabajo científico relativamente sencillo, la comunidad científica y la gente en general deben estar conscientes de que los impactos del calentamiento global en las enfermedades también pueden manifestarse de muchas otras maneras que son menos obvias.
La pandemia de COVID-19 es un ejemplo de la rapidez con la que una enfermedad puede transmitirse a través de todo el planeta y cuán profundamente complicada puede ser la respuesta de salud pública ante tales amenazas.
“Creo que hay mucho más de qué preocuparse en términos de amenazas de epidemias y pandemias”, añade.
El mundo tiene las herramientas que necesita —redes de vigilancia de la vida silvestre, vacunas, sistemas de alerta temprana— para mitigar los impactos de las enfermedades provocadas por el clima. Algunas de esas herramientas ya se han implementado a escala local con gran eficacia. Lo que queda por ver es qué tan rápido los gobiernos, las organizaciones no gubernamentales, los proveedores de salud, los médicos y la ciudadanía pueden trabajar a través de las fronteras para desarrollar e implementar un plan de acción global.
Cambios en el panorama de las enfermedades infecciosas
Un equipo de expertos en enfermedades infecciosas ha pedido más concienciación y preparación en el ámbito médico para hacer frente al impacto del cambio climático en la propagación de enfermedades. A través de un artículo publicado en ‘JAMA’, dan la voz de alarma sobre la aparición y propagación de patógenos nocivos.
Los autores también instan a la comunidad médica a actualizar su educación y formación y a tomar medidas para combatir el calentamiento global. «Los médicos deben estar preparados para afrontar los cambios en el panorama de las enfermedades infecciosas», ha afirmado el autor principal de la investigación, George R. Thompson.
- Thompson es profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de California en Davis(EEUU) en el Departamento de Medicina Interna, División de Enfermedades Infecciosas, y en el Departamento de Microbiología Médica e Inmunología. «Aprender sobre la conexión entre el cambio climático y el comportamiento de las enfermedades puede ayudar a orientar los diagnósticos, el tratamiento y la prevención de las enfermedades infecciosas», ha asegurado.
En este sentido, Thompson ha animado a médicos y facultativos a mantener «un alto índice de sospecha de enfermedades en movimiento». «Creo que con las mejoras en nuestra comprensión de la enfermedad, habrá más pruebas y así pasaremos por alto menos casos», ha indicado.
- Las enfermedades infecciosas pueden estar causadas por virus, bacterias, hongos o parásitos. Muchas de estas enfermedades se transmiten de animal a humano o de humano a humano.
- Un tipo de enfermedad infecciosa son las enfermedades transmitidas por vectores. Están causadas por patógenos transportados por vectores como mosquitos, pulgas y garrapatas. Algunas enfermedades causadas por vectores son el dengue, la malaria y el Zika.
Los cambios en el régimen de lluvias están ampliando el área de distribución de los vectores y sus periodos de actividad. Los inviernos más cortos y cálidos y los veranos más largos también están relacionados con un mayor número de enfermedades transmitidas por vectores. Por ejemplo, las enfermedades causadas por garrapatas (como la babesiosis y la enfermedad de Lyme) aparecen ahora también en invierno. También se están encontrando en regiones más al oeste y al norte que en el pasado.
«Estamos viendo casos de enfermedades transmitidas por garrapatas en enero y febrero», señala el primer autor del estudio, Matthew Phillips. Phillips es especialista en enfermedades infecciosas del Hospital General de Massachusetts y la Facultad de Medicina de Harvard. «La temporada de garrapatas empieza antes y con más garrapatas activas en un área más amplia. Esto significa que el número de picaduras de garrapata está aumentando y, con él, las enfermedades transmitidas por garrapatas», ha añadido.
- Otro motivo de preocupación es el paludismo. Los mosquitos que transmiten la enfermedad se están expandiendo hacia el norte, un cambio inducido por el clima. Los cambios en el régimen de lluvias han provocado un aumento del número de mosquitos y de la tasa de transmisión de la enfermedad.
«Como médico especialista en enfermedades infecciosas, una de las cosas que más me asustó el verano pasado fueron los casos de paludismo adquiridos localmente. Vimos casos en Texas y Florida y luego en Maryland, al norte, lo que fue realmente sorprendente. Les ocurrió a personas que no habían viajado fuera de EE.UU.», ha manifestado Phillips.
Las enfermedades zoonóticas, como la peste y el hantavirus (transmitido por roedores), también muestran cambios en su incidencia y localización. Los expertos observaron cambios en las pautas migratorias de los animales y en sus áreas de distribución naturales.
Debido a la pérdida de su hábitat, los animales salvajes se acercan cada vez más a los humanos. Con ello aumenta el riesgo de que las enfermedades animales se transmitan a los humanos y de que se desarrollen nuevos patógenos.
- El estudio también señala la aparición de nuevas infecciones fúngicas, como ‘Candida auris’ (C. auris), y cambios en la localización de algunos hongos patógenos. Por ejemplo, la infección fúngica ‘Coccidioides’ (también conocida como fiebre del Valle) era endémica de zonas cálidas y secas de California y Arizona. Sin embargo, recientemente se ha diagnosticado en zonas tan septentrionales como el estado de Washington.
Los cambios en los patrones de lluvia y la temperatura del agua costera también pueden afectar a la propagación de enfermedades transmitidas por el agua, como ‘E. coli’ y Vibrio. Según el equipo, el nivel del mar está subiendo, y las mareas de tempestad y las inundaciones costeras que solían ser fenómenos raros o extremos están ocurriendo con más frecuencia.
Por todo ello, el equipo han pedido medidas más estrictas para la vigilancia de las enfermedades infecciosas y ha instado a los educadores médicos a formar a los clínicos para anticiparse a los cambios en los patrones de las enfermedades infecciosas./PUNTOporPUNTO
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