TEXTO ÍNTEGRO: VIOLENCIA, POBREZA y DESGOBIERNO avivan Flujo Migratorio en AMÉRICA

Se estima que más de 350.000 personas han sido desplazadas internamente en Haití. De ese total, más de 15.000 en la última quincena de marzo.

Un informe del Comité Internacional de Rescate (IRC, por sus siglas en inglés) predice un repunte de los flujos migratorios para este 2024 debido a la violencia de las pandillas, la crisis política y de seguridad, así como el cambio climático en países como Ecuador y Haití.

«Las crisis en Haití y Ecuador están creando un efecto dominó en toda la región», dijo el jefe regional del IRC, Julio Rank Wright, en un comunicado.

  • El IRC, una ONG con sede en Nueva York, considera estas crisis humanitarias generadas por el recrudecimiento de la violencia, los efectos del cambio climático y el aumento de la pobreza, van a seguir empujando a las personas a emigrar de sus países.

Tanto Ecuador como Haití han experimentado un éxodo en los últimos años, al sufrir un deterioro de sus condiciones económicas, alimentarias y de seguridad.

Ecuatorianos y haitianos en ruta migratoria

Durante 2023 más de 57.000 ecuatorianos y 46.000 haitianos cruzaron el Tapón del Darién, la peligrosa región selvática que separa Colombia y Panamá. Las cifras, señala la entidad, suponen un incremento con respecto a años anteriores.

  • Ecuador experimentó un aumento del clima de violencia en enero con el escape de reos de alta peligrosidad y tuvo su momento más dramático con el asalto a un canal de televisión en Guayaquil, una de las principales ciudades del país.

Es probable además que el país experimente inundaciones debido a las precipitaciones superiores a la media causadas por el fenómeno climático de El Niño durante el año, añadió el IRC, lo que podría erosionar zonas agrícolas y empeorar la inseguridad alimentaria.

Inseguridad en Haití

Mientras tanto, Haití se ha visto sacudido por el aumento del control de las pandillas sobre la nación caribeña tras el asesinato del presidente Jovenel Moise en 2021.

Alrededor de 200 pandillas operan en Haití, con protestas y enfrentamientos antigubernamentales frecuentes durante el último mes, según un informe de febrero de la Iniciativa Global Contra el Crimen Transnacional.

«Sin un sistema político que funcione, el gobierno tendrá dificultades para abordar la violencia y satisfacer las crecientes necesidades», afirmó el IRC.

El primer ministro, Ariel Henry, solicitó el apoyo de una misión de la ONU al país y, aunque Kenia se ofreció a liderar la fuerza, el plan enfrenta reveses constitucionales en el país y no se ha fijado una fecha para su despliegue.

Es probable que la inseguridad alimentaria también se profundice en Haití en 2024, señala el IRC en el informe.

Las pandillas han incursionado en áreas rurales, con grupos invadiendo tierras de cultivo, amenazando a los agricultores y exigiendo pagos, según datos de la Iniciativa Global y reportes de la ONU en el lugar.

El IRC considera que Ecuador y Haití enfrentan brechas de asistencia. El organismo hizo un llamado a los líderes mundiales para que asuman «compromisos de financiación concretos», ya que casi la mitad de la población de Haití necesita ayuda humanitaria y alrededor del 40 % de los ecuatorianos viven por debajo del umbral de pobreza.

Pierden la fe de regresar a casa

Con la violencia ejercida por las bandas azotando Haití, muchos de los más de un millón de personas que abandonaron la nación caribeña se sienten impotentes cuando llaman a sus aterrorizados familiares, que pueden marcharse porque los aeropuertos están cerrados y la travesía por mar hasta Estados Unidos es demasiado peligrosa.

La escalada de los disturbios ha reverberado entre quienes dejaron Haití en su día rumbo a Brasil, Chile, México y Estados Unidos. A medida que sus esperanzas de regresar a casa se desvanecen, esperan decisiones sobre la respuesta de Estados Unidos a los disturbios en un país asolado desde hace años por las crisis políticas, la pobreza generalizada y los desastres naturales.

El devastador sismo de 2010 llevó a muchos a migrar a Brasil y Chile. Cuando la economía brasileña se hundió en 2016, los haitianos fueron una de las primeras nacionalidades en embarcarse en la peligrosa ruta a través del Tapón del Darién panameño en dirección a Estados Unidos, y algunos cruzaron la frontera entre Tijuana y San Diego, y se asentaron en territorio estadounidense con otros que habían llegado antes, principalmente en Miami, Nueva York y Boston.

La Haitian Bridge Alliance contactó con migrantes en Estados Unidos y Canadá, y descubrió que muchos tienen familiares atrapados en la guerra de bandas, apuntó Guerline Jozef, directora ejecutiva del grupo activista, cuyo vecindario de la infancia en Haití quedó arrasado por los ataques. Su primo murió allí a manos de las pandillas el año pasado.

Estados Unidos es el principal destino de los migrantes haitianos, y el enfoque migratorio del Presidente Joe Biden — promover nuevas vías legales y desalentar los cruces irregulares— ha funcionado en gran medida en esta comunidad, a pesar de las críticas al uso sin precedentes de su autoridad para permitir la entrada por motivos humanitarios.

Hasta febrero, unos 151 mil haitiano llegaron a un aeropuerto estadounidense luego de solicitar el ingreso por internet con el respaldo de un patrocinador financiero. Esta es un opción que también está disponible para cubanos, nicaragüenses y venezolanos.

Los cruces irregulares de ciudadanos haitianos a través de la frontera terrestre con México cayeron drásticamente ante el incremento de los que llegaron con un permiso condicionado de dos años que les permite trabajar. Los haitianos fueron apenas el 0.02 por ciento de los 140 mil arrestos realizados por la Patrulla Fronteriza en febrero.

Esta caída supone también una reducción del número de vuelos de deportación a Haití, a aproximadamente uno mensual durante el último año, según Witness at the Border, un grupo activista que monitorea los datos de los vuelos. Supone un notable descenso con respecto a los vuelos diarios que se efectuaban luego de que 16 mil personas, en su mayoría haitianos, acamparon en la pequeña ciudad fronteriza texana de Del Río en 2021.

El Gobierno también renovó y amplió el Estatus de Protección Temporal para unos 150 mil haitianos en base a una ley que permite que quienes ya están en el país se queden si se considera que las condiciones creadas por un desastre natural o un conflicto civil no son seguras. El Secretario de Interior, Alejandro Mayorkas, debe decidir si renueva la iniciativa antes de que expire este año.

En 2016, Tijuana era una parada para miles de haitianos que esperaban a que el entonces Presidente, Barack Obama, les concediese la entrada. Muchos esperaban en una barriada marginal rebautizada como “Pequeña Haití”, mientras trabajaban en lavaderos de autos, restaurantes y fábricas que producían bienes para exportar a Estados Unidos.

Desde entonces, se han extendido por toda la ciudad y lograron permisos para quedarse en México, donde son una de las principales nacionalidades que solicita asilo y sus hijos reciben la nacionalidad por derecho de nacimiento.

Flujo de migrantes entre la frontera de República Dominicana y Haití

En el cruce fronterizo de Dajabón, entre República Dominicana y Haití, hay un flujo constante de camiones que transportan inmigrantes haitianos indocumentados, quienes están siendo deportados a su país de origen.

Los envían de regreso a una nación sumida en su crisis humanitaria más aguda desde el devastador terremoto de 2010, que mató a cientos de miles de personas.

«Estuve en República Dominicana durante tres años», gritó el trabajador de la construcción Michael Petiton. «Entraron a mi casa y me sacaron de mi casa».

La ya precaria situación de Haití se ha deteriorado rápidamente en las últimas semanas cuando grupos criminales lanzaron ataques coordinados contra instalaciones clave del país para forzar la renuncia del primer ministro.

Se estima que más de 350.000 personas han sido desplazadas internamente en Haití. De ese total, más de 15.000 en la última quincena.

Y aquí en el cruce fronterizo, las autoridades dominicanas han estado devolviendo a cientos de haitianos indocumentados todos los días.

Los soldados dominicanos abren las puertas de hierro forjado, ordenan que salgan por docenas y los envían a través del río Masacre hacia Haití.

Algunos de los inmigrantes están furiosos y gritan indignados en español y creole. Otros están resignados, con sus hijos o algunas posesiones en brazos.

El mensaje que parece estar enviando República Dominicana es que, por muy mal que se pongan las cosas en casa, los haitianos no deben buscar refugio en territorio dominicano.

El mes pasado, el presidente del país, Luis Abinader, exigió en una comparecencia ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en Nueva York que la comunidad internacional intensifique la ayuda a Haití y despliegue allí una fuerza multinacional.

Instó a la ONU a «luchar juntos para salvar a Haití», pero advirtió que si no llega ayuda, su país «luchará solo para proteger a República Dominicana».

Cuestionado la semana pasada sobre la posibilidad de recibir a haitianos que huyen de los disturbios, Abinader descartó categóricamente aceptar campos de refugiados en suelo dominicano.

Quienes regresan a Haití se enfrentan a una incertidumbre real.

«La situación actual en la capital, Puerto Príncipe, es una catástrofe humanitaria para sus tres millones de habitantes, y más específicamente para las mujeres y las niñas», afirmó el representante del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) en Haití, Philippe Serge Degernier.

La violencia generalizada de las pandillas ha obligado a muchos hospitales a cerrar, mientras que otros no funcionan porque los grupos criminales retienen el combustible y los suministros médicos esenciales para seguir operando.

Degernier le dijo a la BBC que sólo uno de los 15 hospitales que su organización apoya está funcionando actualmente.

«Están abrumados», dijo. «Hemos estimado que unas 3.000 mujeres no tendrán acceso a la maternidad para dar a luz a menos que la situación se calme pronto».

La migración en Ecuador: un camino de dos vías

Ecuador es un país atravesado por el fenómeno migratorio. Con frontera con Colombia y cercano a Venezuela, este país es parte de la ruta de miles de migrantes sudamericanos que van camino a Estados Unidos, pero también cada vez más es un expulsor de migrantes, quienes huyen de la inseguridad creciente en el país.

Aproximadamente 871,000 inmigrantes se encontraban en Ecuador en el periodo entre 2020-2023, casi el 5% de los residentes de este país de poco más de 17 millones de habitantes.

Así es como ha cambiado la migración en Ecuador en los últimos años.

  • Desde la década de 1980, Ecuador ha experimentado tres grandes oleadas de emigración, de acuerdo con el Migration Policy Institute (MPI). En 2020, casi un 8% de los ecuatorianos vivían fuera del país, según información de las Naciones Unidas.
  • La primera ola venía principalmente del sur de Ecuador, compuesta por decenas de miles de personas que partieron a principios de la década de 1980 y se dirigieron principalmente a Estados Unidos.

La segunda ola, que suele ser atribuida a una crisis bancaria y política a finales de la década de 1990 y principios de los años 2000, envió a más de 500,000 ecuatorianos a España, Estados Unidos e Italia, que continúan siendo los tres principales destinos de la inmigración.

La migración irregular a Estados Unidos continuó durante las décadas de 2000 y 2010, pero en cantidades considerablemente menores que a finales de los 1990 y principios de la década del 2000. En 2019, sin embargo, comenzó una nueva ola de migración irregular.

En 2023 104,000 ecuatorianos fueron detenidos en la frontera sur de Estados Unidos, de acuerdo con información de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos. En el año 2019, esta cifra fue de solo 15,000 en comparación.

Varios factores han contribuido a la emigración actual desde Ecuador. Una de las razones detrás de esta nueva esta son las consecuencias de la pandemia de covid-19. La enfermedad infectó a más de un millón de ecuatorianos y mató al menos a 36,000, con lo que se convirtió en uno de los países más afectados de la región.

El desempleo aumentó y la tasa de pobreza, que había estado disminuyendo durante la mayor parte de la década del 2010, se disparó al 33% en 2020. Y aunque la economía de Ecuador se ha recuperado desde la pandemia, esta recuperación no ha sido equitativa.

Otro factor es el aumento de la violencia relacionada con el crimen organizado.

  • Ecuador fue durante muchos años un país a salvo del narco, pero recientemente se ha convertido en un campo de batalla para organizaciones criminales que buscan transportar cocaína a Estados Unidos y Europa.
  • Las pandillas ecuatorianas, como Los Choneros y Lobos, aparentemente han trabajado con grupos criminales mexicanos como los carteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación para exportar toneladas de cocaína desde los puertos de Ecuador, incluidos Esmeraldas, Manta y especialmente Guayaquil. También han participado grupos albaneses que han ayudado a exportar cocaína a Europa.

En los últimos cinco años, la tasa de homicidios por cada 100,000 habitantes pasó de 6 a 46 en 2023 y la guerra interna se instala como ocurrió en Colombia en el siglo pasado, pero con un ingrediente adicional: las cárceles sin control.

  • En 2023, Ecuador registró 8,008 muertes violentas en 2023, de acuerdo con fuentes gubernamentales, casi el doble que en 2022.
  • Finalmente, la reunificación familiar ha sido un importante motor migratorio, especialmente para los ecuatorianos que tienen familiares en Estados Unidos.
  • La migración irregular hacia Estados Unidos fue facilitada por una política mexicana que permitía a los ecuatorianos viajar a México sin visa. Sin embargo, desde agosto de 2021, México exige visa a los ecuatorianos y esta ruta se ha vuelto menos accesible.

En cambio, los migrantes han contratado a contrabandistas para que los lleven al norte de México, donde intentan cruzar la frontera o entregarse a las autoridades estadounidenses.

El número de ecuatorianos que cruzan el traicionero Tapón del Darién se disparó después de que México impusiera el requisito de visa, de menos de 400 en 2021 a más de 29,000 en 2022 y más que 48,000 en solo los primeros nueve meses de 2023.

  • La población migrante en Ecuador comenzó a creer desde 2015, con la llegada de miles de venezolanos que abandonaron su país por la crisis económica y política que enfrenta.
  • Los 475,000 venezolanos en Ecuador en agosto de 2023 representaban alrededor del 6% de la población de 7.7 millones de venezolanos emigrantes, y la cuarta población emigrante venezolana más grande del mundo, después de la de Colombia, Perú y Brasil.

Además de los que se establecieron en Ecuador, es probable que otros 1.2 millones de venezolanos hayan pasado por el país desde 2017, rumbo a lugares como Perú, Brasil y Chile.

Muchos venezolanos llegaron a raíz de la Ley de Movilidad Humana de Ecuador de 2017 que otorgó protección sustancial a los migrantes humanitarios y a las víctimas del tráfico y la trata de personas.

Esta ley permitía a los inmigrantes trabajar legalmente y acceder al sistema de seguridad social, proporciona un camino para obtener estatus legal y oportunidades de integración, y compromete a Ecuador con el principio internacional de no devolución.

  • La ley fue cuestionada en el gobierno de Lenin Moreno, en 2018, cuando el tamaño del flujo migratorio se convirtió en una crisis humanitaria. Moreno declaró el estado de emergencia en tres provincias en 2018, cuando casi 30,000 venezolanos cruzaron a Ecuador en solo una semana en agosto.

La administración exigió que los venezolanos tuvieran un pasaporte válido para ingresar al país, y en 2019 implementó requisitos de visa que dejaron a miles atrapados en Colombia y otros lugares./PUNTOporPUNTO

Documento Íntegro en el Enlace:

https://www.rescue.org/sites/default/files/2024-01/CS2401_Report_Watchlist_Final_30MB.pdf

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