Opinión. CARLOS RAMOS PADILLA
La gran noticia, el expresidente Ernesto Zedillo vino a México. Vaya impacto!. Recibimos a un exjefe de Estado que decidió dejar el país para servir a intereses trasnacionales y eso es noticia. Al término de su gestión presumían que terminando la construcción de su mansión en el Pedregal ahí radicaría. Incluso su hijo Ernesto mostraba un enorme recuadro que diseñó en un muro para que desde ahí su padre viera todos los días la monumental bandera de San Jerónimo.
Zedillo que llegó accidentalmente a la presidencia al asesinato de Luis Donaldo Colosio logró fortalecer la economía nacional, el crecimiento del PIB y firmó acuerdos internacionales de envergadura como el Tratado Comercial con Europa bajo la disciplinada operación de Herminio Blanco y su equipo de expertos. Durante su gestión fue injustamente despedido del cargo David Garay Maldonado(QEPD)por un supuesto “toletazo” de un policía a un maestro oaxaqueño durante una manifestación pública. El regente era Óscar Espinoza y la orden presidencial fue fulminante mientras Espinoza sino mal recuerdo andaba en Estambul.
Pero con ese temperamento Ernesto Zedillo se convirtió en un proyector político de López Obrador y permitió violentar la ley ya que el tabasqueño no cumplía con los requisitos de residencia para postularse como Jefe de Gobierno de la capital. Zedillo es uno de los grandes responsables de la llegada de AMLO a Palacio Nacional.
Pero ahora viene a dar cátedra sobre democracia sin ofrecer ni explicaciones ni disculpas a la nación. Zedillo quien dijo renunciar a la pensión presidencial pero no así a la que generosamente otorga el Banco de México, registró en su gestión fuertes discusiones con la maestra Elba Esther Gordillo, nuevos enfrentamientos con el EZLN y el Ejercito Popular Revolucionario, la polémica implementación del Fobaproa con el propósito de rescatar al sistema bancario nacional, una reforma política que permitió a los residentes del Distrito Federal elegir a su propio alcalde, el paso del huracán Paulina en Acapulco y las masacres de Aguas Blancas y Acteal.
Zedillo experimentó un pésimo manejo discrecional con las arbitrarias disposiciones de su jefe de comunicación social, Fernando Lerdo de Tejada, quien cubría a Ernesto hijo de sus andanzas públicas asegurando que los “hijos del presidente son los que presentan menos alteraciones psicosociales”. Ernesto hijo muy cerrando por cierto a la familia Camil. Ernesto Zedillo hace unos días llamó a defender la democracia al señalar que se tiene la responsabilidad de protestar por las fallas: «no podemos tener seguidores de culto, fanáticos y retrógradas. Cada que algún político que no entiende algunas cosas, y quiere insultar a alguien, le dice neoliberal”.
Declaración que gusto a los opositores de un temerario sujeto como AMLO que lejos de establecer diálogo con los expresidente pretendió llevarlos a juicio político y hoy desde su paro uno mañanero exige respuestas a “sus” preguntas sin dar respuesta a “sus” equivocaciones y señalamientos de corrupción. Pero Zedillo no solo protegió a AMLO sino cubrió con el manto de impunidad a uno de los personajes más oscuros y grotescos de la policía nacional, personaje de gran poder: José María Córdoba Montoya (Joseph Marie) economista y político de origen francés, ascendencia española y naturalizado mexicano y quien planeó e ideó el arribo de Zedillo a la primera magistratura.