Desde que comenzaron las reformas legislativas en México, en especial la fiscal y la energética, se discute mucho en los Estados Unidos sobre la necesidad de replantear el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) firmado hace 20 años.
Desde que entró en efecto el Tratado, es evidente que las promesas hechas por el entonces presidente Carlos Salinas, y el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, no se han cumplido, al menos no para nuestro país.
Los mandatarios aseguraron que se haría de México un país de primer mundo y que este acuerdo comercial pondría fin a la migración de trabajadores mexicanos a EU; según Salinas, México sería exportador de bienes, y no de gente.
Pues ni lo uno, ni lo otro. Cada vez más especialistas en aquel país consideran que el TLCAN ha sido un fracaso en el aspecto económico y también en el migratorio.
El número de migrantes mexicanos indocumentados en los Estados Unidos aumentó en un estimado de 3 y 4 millones durante las dos primeras décadas del TLCAN, y millones más fueron detenidos en el frontera y deportados.
Las razones por las que los flujos de migración se aceleraron después del TLCAN son difíciles de explicar, y aunque estos especialistas tratan de saber qué pasó al respecto, creen que el acuerdo fue sobredimensionado en muchos aspectos para mostrarlo como la solución comercial y política de la zona.
Los primeros años, el TLCAN fomentó la integración de las industrias mexicanas en las cadenas de suministro a nivel mundial, lo que aceleró la transformación del país en un importante exportador de productos manufacturados.
Casi un millón de empleos en la manufactura fueron creados en los primeros siete años del TLCAN, pero este crecimiento del empleo se vio afectado por pérdidas similares de trabajo en la agricultura, y el empleo manufacturero se ha reducido en cerca de medio millón desde 2001.
El incremento neto en el empleo manufacturero entre 1993-2013 fue de sólo alrededor de 400 mil, algo menos de la mitad del crecimiento anual de la mano de obra mexicana.
Los ingresos por hora reales en la industria manufacturera mexicana no han mejorado desde 1994. En 2012, los trabajadores recibieron sólo el 16 por ciento más por hora que sus contrapartes estadounidenses, frente al 18 por ciento en 1994.
Incluso ajustado por el costo de vida más bajo, los trabajadores sin un título universitario en México ganan sólo alrededor de una cuarta parte a un tercio de lo que pueden ganar al mudarse a los Estados Unidos.
Los especialistas que estudian la viabilidad del TLCAN aseguran que los beneficios para México se han atenuado por varios factores.
En primer lugar, las industrias exportadoras mexicanas todavía siguen en gran medida el modelo maquilador de hacer trabajos de montaje utilizando insumos importados, por lo que su valor agregado es sólo una fracción del valor bruto de las exportaciones y tienen pocos «eslabonamientos hacia atrás» a la economía nacional.
En segundo lugar, el gobierno mexicano ha fomentado un peso sobrevaluado, convirtiendo a México en una nación menos competitiva y obligando a las empresas multinacionales a establecerse en otros países.
En tercer lugar, la enorme penetración de las importaciones chinas en toda América del Norte (Canadá, México y EU), especialmente desde que China se unió a la Organización Mundial del Comercio en 2001, ha desplazado a una cantidad significativa de las exportaciones mexicanas reales o potenciales.
Estos especialistas dicen que el TLCAN no es más que una de las limitaciones de México, ya que a la economía nacional le han afectado las políticas restrictivas monetarias y fiscales, la sobrevaluación de la moneda, la monopolización de los mercados domésticos esenciales y la inversión insuficiente en capital físico y humano.
Lo cierto es que cada vez más académicos y políticos en Estados Unidos piensan que la agenda de reformas del presidente Enrique Peña Nieto —que se centra en áreas como la energía, la educación y las telecomunicaciones—no ayudarán a México a salir de su lenta trampa de crecimiento si los fundamentos de comercio del país y las políticas macroeconómicas se mantienen intactos. Y de ser así, el TLCAN pronto sería obsoleto. Gracias. Hasta mañana.