La población de México está envejeciendo. Este cambio demográfico se ve venir desde hace años, y no hay evidencia más fuerte que el hecho de que, en las últimas dos décadas, la cantidad de adultos mayores se ha casi duplicado (al pasar de 9.6 a 18.2 millones de personas). Esta situación tiene implicaciones para muchos aspectos de la vida en México, tanto en el sector público como en el privado. Traerá consecuencias, por supuesto, en el gasto gubernamental en salud y en pensiones, pero también para las decisiones financieras, de vida y laborales de las generaciones del futuro.
- Un poco de contexto: a diferencia de la población en edad avanzada, los jóvenes y niños están disminuyendo en números. En los últimos 17 años, sólo se han sumado 3.6 millones de jóvenes de entre 15 y 29 años a la población mexicana (un número que palidece en comparación con los 8.6 millones de adultos mayores de 60 años que se sumaron en el mismo periodo). Además, la cantidad de niños de 14 años o menos ha disminuido en esos años, y hay 3.6 millones menos que en 2005. Esto genera un enigma difícil para la población mexicana en los años que vienen: una cantidad menor de adultos jóvenes tendrá que mantener, o al menos apoyar, a una cantidad mayor de personas en edad avanzada.
- Conforme ese panorama se avecina, la necesidad de asegurar la inclusión de los jóvenes en el mercado laboral se vuelve cada vez más apremiante. La tarea no es nada insignificante: de todos los grupos poblacionales del país, los jóvenes son los que menos empleo tienen. Son más de 700,000 las personas de entre 20 y 29 años que buscan pero no encuentran empleo, lo cual resulta en una tasa de desempleo de 5.3% (muy por encima del 3.0% observado para la población en general). Esto se suma al hecho de que, por defecto, los jóvenes tienden a tener ingresos menores a los del resto de la población (dada su relativa inexperiencia laboral), es decir, la desocupación juvenil aporta a una generación insuficiente de recursos para quienes serán los proveedores del futuro.
Pero no se trata solamente de asegurar una inclusión que se refleje en un mayor número de puestos laborales para los jóvenes que un día asumirán la carga económica del país. Se trata de incluirlos en el acceso a elementos básicos para tener mejores condiciones de vida, ahora y en el futuro».
Incluirlos, por ejemplo, en el sistema de ahorro para el retiro (sólo cuatro de cada 10 jóvenes con empleo acceden a él), de manera que puedan planear para su futuro y tener un poco más de certeza sobre sus capacidades económicas en las siguientes décadas. Incluirlos también en el sistema de cuidado a la salud, de manera que puedan llegar a la adultez mayor en condiciones más saludables.
Hoy se conmemora el Día Nacional por la Inclusión Laboral en México, una de muchas fechas que celebran la inclusión y las habilidades de los jóvenes en el mundo. Más que celebrarlos, es hora de actuar para aumentar sus posibilidades y su nivel de vida en el futuro.
- Ver a la inclusión laboral de los jóvenes como un problema únicamente del presente es tener ceguera voluntaria. Sus ramificaciones van mucho más allá de sus posibilidades económicas en los próximos cinco o 10 años, por lo que crear un entorno económico con suficiente crecimiento y actividad para garantizar la creación de trabajos para la población joven, e implementar adecuadamente las leyes laborales para asegurar prestaciones son medidas necesarias y urgentes.
Queda claro que la inclusión laboral de los jóvenes está intrínsecamente ligada con el acceso a de las próximas generaciones a una mejor salud conforme envejezcan, con la garantía de mayores recursos en su adultez y, al final del día, con una mayor certeza de que podrán atender sus necesidades – y las de sus familias– a lo largo de toda su vida.
El 56.9% de jóvenes salieron de la Población económicamente activa
Debido a la pandemia por el Covid-19 en México, la pérdida de la movilidad social laboral afectó principalmente a los menores de 25 años, acentuándose durante el primer trimestre del 2021. Mientras que para el segundo trimestre del 2022, los indicadores de movilidad laboral se vieron reflejados a niveles similares a los previos de la pandemia.
- Movilidad Social en el Mercado de Trabajo (No. 7) del CEEY alertó que hay efectos sobre el bienestar de las futuras generaciones que solo se podrán observar a largo plazo.
- CEEY advirtió que la población entre 15 y 24 años se caracteriza por estar en el rango de edad que menos tiene estabilidad y permanencia dentro de un empleo remunerado. En el primer trimestre de 2019 al 2020 durante la pandemia, se registró que personas menores de 25 años salieron de la Población Económica Activa (PEA) de un 25.8% al 56.9%
- Durante la segunda mitad del 2020, los niveles regresaron a como estaban en la prepandemia, pero obtuvo un alza en el primer trimestre de 2021, provocando que los mejores de 25 años tuvieran una menor permanencia en su empleo. Esta caída registrada en el primer trimestre del 2020 fue de un 65.2% a 36.2% en comparación con el periodo del 2019.
La movilidad laboral cuenta con múltiples beneficios, entre ellas las prestaciones de ley como lo es el acceso a servicios de salud. De acuerdo con el CEEY, la pérdida de servicios de salud fue en general al inicio de pandemia pero logró un mayor impacto en los menores de 25 años.
Por otro lado, el primer trimestre de 2019 y 2020, el número de personas que mantuvieron u obtuvieron acceso a servicios de salud por su empleo, se redujo de 24% a 13.5%.
El indicador de movilidad neta de ingresos indicó que las personas entre 25 y 44 años, presentaron más movilidad y menos afectación por la pandemia, mientras que el grupo con menor movilidad fue en el de 45 a 64 años, siendo un grupo vulnerable que se vio afectado con reducciones dentro del indicador de movilidad.
También señalaron que las personas de 15 a 24 años registraron uno de los mayores descensos en su indicador durante el primer trimestre del 2020 y en el 2021.
- En este informe destaca que para el segundo trimestre de 2022, los indicadores no monetarios de movilidad laboral se encontraron en niveles similares previos a la pandemia. Sin embargo, el restablecimiento de los indicadores de movilidad en el mercado laboral no asegura que los costos en bienestar durante la pandemia hayan sido recuperados.
Un ejemplo, en 2020 los indicadores laborales regresaron a niveles bajos de movilidad, tras esto la circulación en el mercado de trabajo no mostró los costos que se dan a largo plazo como el acceso a los servicios de salud no asociados al trabajo formal. Por esto tampoco se pudo observar la pérdida de educación en las infancias que están en edad escolar, por lo que se recomienda realizar un análisis del panorama del mercado de trabajo con otras alternativas de indicadores no laborales./Agencias-PUNTOporPUNTO