El mundo marcará un nuevo récord este año y no será uno con tintes positivos. El uso de carbón para la generación eléctrica romperá una nueva marca este año, impulsado por los cambios en el mercado energético mundial que a su vez fue revolucionado por la dinámica traída por la guerra entre Rusia y Ucrania.
- El precio del gas natural, el combustible que se ha utilizado como herramienta de transición hacia un parque de generación renovable, ha roto todos los pronósticos y su encarecimiento ha llevado a las economías –sobre todo a las europeas– a encontrar en el carbón un combustible de emergencia.
El uso de carbón –que ya estaba de salida, según los pronósticos más optimistas– cerrará este año con un crecimiento marginal de apenas 1.2%, pero con ello se romperá la cifra más alta que hasta ahora tiene registrada la Agencia Internacional de Energía (EIA, por sus siglas en inglés). El mundo consumirá más de 8,000 toneladas de este combustible fósil por primera vez desde que se tiene registro. Ya en el 2021 el mundo también aumentó su consumo, pero en esa ocasión derivado de la recuperación económica tras la pandemia, que frenó el aumento de la oferta de otras fuentes de energía.
- La agencia, brazo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), estima que el uso del carbón continuará con una racha al alza hasta 2025, en plena era de las energías renovables y pese a los discursos de los representantes de las principales economías incitando y asegurando un mayor uso de las técnicas no contaminantes. La disminución en su consumo se dará hasta la segunda mitad de la década, según las previsiones.
“Esto significa que el carbón seguirá siendo, por mucho, la mayor fuente de emisiones de dióxido de carbono del sistema energético mundial”, sostiene la EIA en un documento.
El precio del carbón no estuvo exento de las presiones por los cambios en la dinámica del mercado: tocó un pico sin precedentes en marzo y después otro en junio, periodo que coincide con los primeros días de la guerra en Europa del este. Pero el precio en que éste se vendió estuvo muy por debajo de las cotizaciones del gas natural y entonces los países europeos optaron por el uso del primero, pese a que muchos de ellos ya habían cantado un adiós al uso del combustible fósil en el discurso.
- La EIA estima que el mercado europeo continúe usando carbón para la generación eléctrica durante los próximos tres años, después de ello su uso disminuiría a consecuencia de la entrada en operación de proyectos renovables y de instalaciones de transporte de gas natural que están siendo construidos.
- Europa reducirá su uso, pero las grandes economías asiáticas –China e India– mantendrán e incrementarán su uso para satisfacer su demanda industrial. Allí el carbón es la columna vertebral de los sistemas eléctricos y el gas representa solo una fracción de la generación de energía. Así, una disminución en el consumo del carbón en un corto plazo está lejos de ser posible. Los dos gigantes, al igual que Indonesia, son los principales productores de carbón. Estos también alcanzaron un récord en la producción del combustible.
El récord también se ha dado en medio de un periodo en que la generación de energía a partir de energías renovables ha alcanzado su cifra más alta.
Contaminación alca cifra récord
- Las emisiones totales de este gas de efecto invernadero, incluyendo las procedentes de la deforestación, alcanzarán 40 mil 600 millones de toneladas, justo por debajo del nivel récord de 2019, según las primeras proyecciones publicadas para este año 2022 por los científicos del proyecto Global Carbon.
El mundo se aleja de la meta
El IPCC (el panel internacional de científicos que fija las bases del conocimiento sobre el calentamiento global) ya estableció en su último gran informe que en las próximas dos décadas se superará esa barrera.
En el mejor de los escenarios, y si se aplican los fuertes y rápidos recortes que marca la ciencia, a finales de este siglo se podría conseguir bajar las temperaturas medias para mantener el planeta por debajo de los 1,5 grados. Pero los planes climáticos de los países conducen ahora, en el mejor de los casos, a un calentamiento de 2,5. Cada décima de grado de aumento multiplicará los efectos adversos de esta crisis, como los fenómenos meteorológicos extremos.
- Los cálculos de este grupo de científicos apuntan a que el año se cerrará con unas emisiones totales de CO₂ de 40.600 millones de toneladas. La parte más importante —36.600 millones, el 90%— se corresponde con el dióxido de carbono ligado a los combustibles fósiles. Y estas últimas son las que se prevé que crezcan un 1% durante este 2022, lo que supondrá un nuevo máximo histórico.
El resto, casi 4.000 millones de toneladas, está vinculado a los cambios del uso del suelo, como, por ejemplo, la deforestación y también crecerán.
Con el incremento previsto para este año, el dióxido de carbono que expulsará este 2022 el sector de los combustibles fósiles superará los niveles de 2019, es decir, los niveles prepandémicos. Las medidas de confinamiento para combatir el coronavirus paralizaron la economía mundial e hicieron desplomarse un 5,4% este gas en 2020. En 2021, se produjo un fuerte rebote, que se tradujo en un crecimiento anual del 5,1%. Ahora se termina de compensar la caída de 2019, incluso se supera, con el 1% de aumento previsto para este año.
Las emisiones provenientes del carbón (la principal fuente emisora) estarán por encima de las de 2021. También, las del petróleo, que crecen un 2,2% debido, en gran parte, a la recuperación definitiva de la aviación, que ha ido más lenta que el resto de la economía.
Si se analiza por países, las proyecciones que realiza Carbon Global Project apuntan a que el CO₂ expulsado por la economía china caerán este año un 0,9% debido a las restricciones impuestas todavía por la pandemia. En la Unión Europea disminuirán otro 0,8%, pero estos descensos son anulados por las subidas previstas en Estados Unidos (1,5%), India (6%) y en los países del resto del mundo (1,7%).
Pep Canadell, director ejecutivo de Global Carbon Project, se muestra pesimista sobre la posibilidad de cumplir con la meta más ambiciosa del Acuerdo de París.
“Nos vamos a un mundo mucho más cálido que los 1,5 grados”, explicaba esta semana en un encuentro con medios de comunicación organizado por Science Media Centre. Porque, entre otras cosas, no se ven señales de que el CO₂ vaya a tocar techo en los próximos cinco años (el IPCC pide que se produzca antes de 2025).
Además, para mantener viva la meta de los 1,5 grados, tras el pico haría falta que cayeran inmediatamente y de forma muy intensa, añade Canadell, quien también es investigador jefe del Centro de Ciencias del Clima CSIRO, en Canberra (Australia). Se necesitaría que cada año de aquí a 2050 se redujeran prácticamente lo mismo que lo hicieron en 2020 por la pandemia.
- El descenso del 0,9% en China la achacan los investigadores a los continuos confinamientos que han limitado la actividad y el crecimiento económico. La principal caída se produce en el sector del cemento, un 7%, debido a la reprogramación de las obras debido también a la pandemia.
- “Pero en China hay aprobadas nuevas plantas de carbón”, recuerda Canadell. Además, China —que acumula ya el 32% de todas las CO₂ mundial y es el principal contaminador ahora— no tiene previsto llegar a la neutralidad de sus emisiones hasta 2060, mucho más tarde de lo que se requiere para cumplir la meta de los 1,5 grados.
En el caso de la Unión Europea —que ahora es el tercer emisor mundial, con el 8%, empatado con India— la caída prevista del 0,8% está motivada por la reducción del uso del gas natural (vinculado a la guerra en Ucrania). Estados Unidos —el segundo, con el 14%— incrementará un 1,5% el dióxido de carbono que expulsa su economía. Y en India —otro 8%—, se prevé un incremento del CO₂ del 6%, impulsado fundamentalmente por el carbón.
La buena noticia que contiene el análisis del Global Carbon Project es la ralentización que se observa en el ritmo de crecimiento global. Entre 2000 y 2010, la tasa anual de incremento fue del 3%, frente al 0,5% de la última década (2012-2021).
“Pero sigue siendo un crecimiento”, advierte Canadell. Esa ralentización está motivada por la implantación de las renovables en el mundo y por el avance la movilidad eléctrica, como recordaba hace unos días la Agencia Internacional de la Energía. El problema es de velocidad: de la lentitud con la que estas tecnologías sustituyen a los combustibles fósiles y de la rapidez con la que se necesita que se produzca ese cambio si se quiere evitar lo peor del calentamiento.
Una vez emitido, parte del dióxido de carbono acaba en la atmósfera (sobrecalentando el planeta) y permanece allí durante cientos de años. Otra parte es captado por los sumideros naturales. En concreto, el 48% de las emisiones acaban en la atmósfera, un 29% lo atrapa la vegetación terrestre y un 26% los océanos.
- A medida que se incrementa el CO₂ que expulsa el ser humano, esos sumideros naturales “pierden eficiencia”, explica Canadell. En concreto, los científicos del Global Carbon Project recuerdan que el cambio climático ha reducido la absorción de este gas en un 4% en el caso de los océanos y en un 17% en los sumideros terrestres en el periodo comprendido entre 2012 y 2021.
Si se reduce lo que retienen la tierra y los mares, aumenta lo que acaba en el aire. La concentración atmosférica de CO₂ subió en 2,5 partes por millón (pmm) y se prevé que crezca lo mismo en 2022, hasta dejarla en las 417,2 pmm este año. Eso es un 51% por encima de los niveles preindustriales, antes de que el ser humano empezase a quemar a destajo los combustibles fósiles que han generado esta crisis./Agencias-PUNTOporPUNTO