UNIVERSIDADES del BIENESTAR operan con CARENCIAS y DOCENTES insuficientes

En 2021, al programa de Universidades para el Bienestar se le destinaron 987 millones 413,194 pesos. Este año, el presupuesto aumentó a 1,024 millones 470,537 pesos, y se espera que para 2023 se crezca 44%, según estimaciones de la asociación civil Gesoc.

Guadalupe estudia Medicina Integral y Salud Comunitaria en la Universidad para el Bienestar “Benito Juárez García”, en la Alcaldía Tlalpan, en la Ciudad de México. Pese a que es una licenciatura que requiere práctica, considera, desde el 19 de septiembre de 2022 toma clases a distancia de nuevo. El sismo de esa fecha dañó la escuela y las autoridades no han rehabilitado el inmueble.

Sin embargo, previo al temblor ya enfrentaban problemas en esta sede porque la matrícula de alumnos creció, pero no el número de salones ni docentes, afirma en entrevista.

  • Dada la situación que vive, se unió a la manifestación que estudiantes de esta universidad realizaron el pasado 13 de octubre afuera de Palacio Nacional, en la que exigieron una nueva sede con instalaciones adecuadas.

“Estamos aquí solicitando presupuesto para una sede. Somos estudiantes de medicina, consideramos indispensable tomar clases de manera presencial. Necesitamos llevar a cabo prácticas en laboratorios. Necesitamos que se libere presupuesto para contratar más profesores y profesoras”, explicó ese día otra alumna mientras marchaba con altavoz en mano y bata blanca.

  • Hasta el 31 de agosto de 2022, la Universidad para el Bienestar de Tlalpan contaba con 1,558 alumnos y únicamente 22 profesores. Además, en esta sede está en pausa la construcción, con 10% de avance del proyecto ejecutivo desde 2019, y un presupuesto acumulado en tres años de 12 millones 468,221 pesos.

La situación de este plantel se repite en otras sedes, ya que este año se han registrado protestas de alumnos y docentes, al menos, en la Ciudad de México, Guerrero, Aguascalientes y Chiapas.

En general, la comunidad de las universidades exige a la titular del programa, Raquel Sosa, expedición pronta de títulos, personal educativo suficiente, reestructuración de los planes de estudio, terminar la construcción de todas las instalaciones y respeto hacia la comunidad estudiantil y docente, de acuerdo con un comunicado de la Red Nacional Estudiantil de estas escuelas.

  • Las Universidades del Bienestar “Benito Juárez García”, programa prioritario del presidente Andrés Manuel López Obrador, operan con carencias, como falta de internet, salones y docentes insuficientes; y con más de la mitad de sus campus en obra, en predios prestados o en proceso de construcción, por lo que varios estudiantes toman clase en línea o acuden una vez a la semana a la escuela, acusan alumnos y profesores.

“Nos prometieron educación superior digna y no han cumplido”, lamenta Guadalupe.

«Es urgente que volteen las autoridades a ver lo que está pasando en las universidades. Los chicos están saliendo a marchar porque no tienen instalaciones, porque no tienen docentes, porque hay una carencia de infraestructura», agrega una profesora de la Universidad del Bienestar, sede Tlalpan.

Proyecto a medias

A tres años del arranque de estas universidades, de las 145 sedes, solo 65 están terminadas; seis esperan la asignación de un predio para construir la escuela; 16 ya cuentan con el terreno, pero aún no inicia la obra, y 58 siguen en proceso de construcción.

  • Los datos provienen de las fichas sobre la situación de las instalaciones, publicadas por el Organismo Coordinador de las Universidades para el Bienestar «Benito Juárez García».

«Evidentemente, que no haya instalaciones, eso impacta en la educación de los jóvenes. No tienen bibliotecas. La tecnología y las cosas van cambiando y tampoco tienen acceso a bases de datos o bibliotecas virtuales. ¿Cómo impacta eso? En que se va a ir haciendo deficiente su educación», explica en entrevista una exprofesora de la universidad de Iztapalapa que pide omitir su nombre.

Estudiar entre esas carencias, agrega, es una incongruencia. Este proyecto pretende llevar educación a jóvenes de zonas vulnerables, pero hacerlos estudiar en este contexto también abona a su exclusión.

«Son chavos que están comprometidos, que tienen ganas de salir de esta exclusión que han tenido históricamente. Muchos de ellos son primeras generaciones en sus casas en recibir educación superior. Entonces, tener todas estas deficiencias, evidentemente, los vuelve a poner en riesgo, porque, a la hora de que compitan con otras universidades, se van a quedar fuera», expone la profesora.

  • «Puedes ir a Iztapalapa, a Milpa Alta, a Álvaro Obregón, donde se supone que hay sedes, pero las sedes no están terminadas o se están rentando espacios, como en el caso de Tlalpan y Xochimilco, donde no hay instalaciones», agrega Nayeli, una estudiante de la sede Cuauhtémoc.
  • Otro ejemplo es la Universidad del Bienestar de Ciudad Ixtepec, Oaxaca, donde los salones no tienen ventiladores, pese al calor, ni cortinas, explica la exprofesora de esta escuela Flor Enríquez.

«Tienen proyectores, pero no los pueden usar porque no hay cortinas. La escuela se construyó en un terreno desértico, no hay árboles todavía, los salones son insuficientes; está alejadísima del transporte público, tienen que caminar bajo el sol un buen tramo», describe en entrevista.

A esto se suma que en muchas universidades no han entregado los títulos profesionales a los egresados, lo que obstaculiza que encuentren un empleo.

Las carencias son el común denominador

La Universidad para el Bienestar de la sede Venustiano Carranza, Chiapas, abrió sus puertas en abril de 2019 con un curso de inducción para los primeros 120 estudiantes de la licenciatura en Medicina Integral y Salud Comunitaria. A falta de instalaciones propias, los alumnos tomaban clases en el auditorio del municipio.

Sin embargo, tras actos violentos derivados de un conflicto territorial en esta zona, los alumnos fueron reubicados. En 2020, les prestaron un espacio en la escuela primaria Cuauhtémoc, del mismo municipio, para que continuaran sus clases. Pero tuvieron que dejar esta sede cuando llegó la pandemia de Covid-19.

  • En 2021, cuando reanudaron las clases presenciales, lo hicieron en otra primaria que les abrió las puertas. A pesar de que la obra de construcción de esta universidad inició desde diciembre de 2019, la sede no quedó lista hasta el primer semestre de 2022.
  • Y cuando los alumnos por fin tomaban clases en su universidad, nuevas amenazas en la comunidad en conflicto llevaron a que suspendieran los estudios en septiembre de este año. Ahora, los estudiantes piden a las autoridades una nueva sede en un sitio seguro, explicó una alumna que pidió omitir su nombre.

Estudiar en predios prestados, en línea o en instalaciones incompletas es la norma en las Universidades del Bienestar.

Además, esto aumenta las posibilidades de la deserción escolar, que es común en estas universidades, por ejemplo, en la sede de Ciudad Ixtepec, Oaxaca, solo egresaron cinco alumnos de la primera generación, explica en entrevista la exprofesora de esta escuela Flor Enríquez.

Faltan profesores

Según datos del Organismo Coordinador de las Universidades para el Bienestar, hasta agosto de 2022 estaban inscritos en las 145 escuelas 64,633 alumnos y daban clases 1,064 docentes. Es decir que en estas universidades hay, en promedio, un profesor para 60 estudiantes, cuando organismos internacionales, como la OCDE, recomiendan un docente para 13 alumnos.

Pero en las Universidades del Bienestar no aumenta la planilla docente, peses a que los alumnos lo han exigido a la titular de este programa, Raquel Sosa.

«Cuando tú tienes docentes calificados, pero saturados de trabajo, pues la calidad que ofreces no es la misma. Y, en ese sentido, el proyecto, que está dirigido a los jóvenes más vulnerables, debe ser fortalecido con docentes que puedan impartir educación de calidad», dice la profesora de la sede Tlalpan.

  • Con la vocación, esa cantidad de trabajo no era un obstáculos para varios profesores, como Luis Alberto Cruz, que daba clases en la sede de Huayacocotla, Veracruz.
  • Con lo que no pueden, señala, es con los malos tratos y los abusos laborales. Él fue uno de los 200 profesores despedidos el año pasado de manera injustificada y sin compensanción económica.

Aunque varios alumnos y profesores han intentado hablar con la titular Raquel Sosa, acusan falta de sensibilidad.

«Parece una monarquía, la directora va amenazando a estudiantes a diestra y siniestra, a nosotros también nos ha hecho advertencias de ‘ya paren con esto’, pero estamos defendiendo la educación pública y los derechos laborales», agrega la profesora de la sede Tlalpan.

Y denuncian que operan de manera opaca

En 2021, al programa de Universidades para el Bienestar se le destinaron 987 millones 413,194 pesos. Este año, el presupuesto aumentó a 1,024 millones 470,537 pesos, y se espera que para 2023 se crezca 44%, según estimaciones de la asociación civil Gesoc.

  • Sin embargo, este es uno de los 18 programas federales más opacos de este gobierno, pues no reporta información sobre avances en cobertura y otros datos, explica en el Índice de Desempeño de Programas Públicos Federales.

«No hay información, hay una gran opacidad en el proyecto y creo que es urgente que las instituciones volteen a ver qué está pasando y se vuelva a reestructurar internamente las universidades», indica una alumna de la sede Cuauhtémoc, en la Ciudad de México.

  • Pese a todos los problemas, los alumnos y docentes afirman que continuarán con las exigencias hasta lograr que esta iniciativa realmente cumpla con el derecho de brindar educación superior de calidad a todos los jóvenes.

«Creo que muchos apostamos al proyecto de la 4T y, en ese sentido, sabíamos la importancia de un proyecto educativo, pero creo que, incluso, el presidente se ha cegado a solo escuchar a Raquel Sosa y ni siquiera ha volteado a ver qué está pasando abajo. No ha escuchado a los estudiantes, no ha escuchado a los docentes que fuimos despedidos. Es urgente que él mismo rompa el amiguismo», subraya una profesora de la Universidad del Bienestar de Iztapalapa.

El escándalo de las universidades

La administración del presidente Andrés Manuel López Obrador prometió generar más oportunidades de educación superior para los jóvenes. Por ello, se creó la Universidad del Bienestar “Benito Juárez” (UBBJ) como uno de los 30 programas prioritarios de su gobierno. Este programa tiene el objetivo de ampliar la oferta de educación superior de manera gratuita, particularmente en comunidades marginadas que no tienen acceso a ella.

  • En 2019 la UBBJ fue dotada de mil millones de pesos para establecer 100 planteles alrededor del país y arrancar este nuevo sistema de universidades. En lo que va del 2022 reporta la existencia de 145 sedes de la Universidad del Bienestar con más de 60 mil estudiantes, y este lunes la directora del programa, Raquel Sosa, anunció que se establecerán 55 nuevas sedes para 2023. Parecería que el Gobierno Federal cumplirá con su promesa de campaña y logrará 200 sedes para 2023, ¿pero a qué costo? Tal vez el sacrificio de la calidad educativa.

Las UBBJ han sido señaladas por falta de docentes, poca claridad en los programas, datos insuficientes sobre el total de alumnos beneficiados, así como mala ubicación y condiciones en las sedes. A pesar de tener un número considerable de alumnos inscritos, en comparación con otras universidades del país, la UBBJ tiene una plantilla de maestros reducida en proporción a los alumnos inscritos. Mientras que universidades como la UNAM o el IPN tienen 19 docentes por cada 100 alumnos, la Universidad del Bienestar cuenta con apenas 2 docentes por cada 100 alumnos. Esto no es suficiente para atender a todos sus alumnos y cumplir con los programas de estudio.

  • Asimismo, en abril de este año la UBBJ fue señalada por la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) por no cumplir con la entrega de títulos universitarios a jóvenes que habían cumplido con los requisitos necesarios para graduarse. También, los alumnos del plantel de Tlalpan protestaron en Palacio Nacional por mayores recursos para la Universidad y la contratación y capacitación de docentes suficientes para cumplir con los cursos.

¿Pero puede realmente la UBBJ formar estudiantes competitivos? ¿Le conviene a un joven invertir su tiempo en estudiar en la UBBJ?

Si bien es importante que cada vez haya más lugares para captar la demanda creciente de estudiantes que quieren continuar con sus estudios, es fundamental que garanticen las condiciones que permitan desarrollar habilidades y capacidades necesarias para el mercado laboral. De lo contrario, los títulos no reflejarán el valor de los estudios que avalan y los jóvenes no podrán acreditar conocimientos y competencias para ser aceptados como mejores empleados. Solo habrán perdido su tiempo.

Para ser más competitivos, México no solo necesita más titulados de licenciatura, sino una fuerza laboral de personas más capacitadas que puedan acceder a empleos mejor pagados. Esto implica que los jóvenes inviertan su tiempo y su esfuerzo en concluir planes de estudio consistentes, impartidos por docentes competentes y que satisfagan las necesidades del sector productivo. En medio del huracán de críticas, ¿se harán los cambios necesarios para que la Universidad del Bienestar ponga a los jóvenes en el centro?/Agencias-PUNTOporPUNTO

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