CULIACANAZO, a 3 Años de que el NARCO doblegara a AMLO y sus FALLIDOS PLANES de SEGURIDAD

El gobierno de AMLO cedió a las amenazas narcoterroristas del Cártel de Sinaloa y no ha podido reivindicarse con la recaptura del “Ratón” al mismo tiempo que prevalece la impunidad por aquel “jueves negro”

Este 17 de octubre está marcado en la historia reciente del país como un capítulo negro para el gobierno mexicano y, sobre todo, la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), después de que ordenara, según sus propias palabras, la liberación del hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán, Ovidio Guzmán, tras un clima de violencia que aterrorizó a la ciudad en aquel jueves del 2019.

  • “El ratón”, como también es conocido el narcotraficante de la facción de “Los Chapitos”, cayó después de que un grupo de elementos del Ejército mexicano y la Guardia Nacional realizaran un patrullaje en el fraccionamiento Tres Ríos; sin embargo, fueron agredidos con disparos de arma de fuego, lo que provocó la respuesta de los elementos castrenses y la posterior detención de Guzmán.

Sin embargo, su organización criminal sembró en pánico y terror a los ciudadanos de Culiacán después de la captura de uno de sus líderes criminales, con quema de vehículos, narcobloqueos y balaceras con elementos policiales al utilizar armas de grueso calibre.

  • Ante la capacidad de fuego de los miembros del crimen organizado y el asedio en el que tenían sumida a la ciudad, así como a los elementos de las Fuerzas Armadas, el gobierno y las corporaciones de seguridad decidieron dejar en libertad a Ovidio Guzmán, algo que fue calificado por la prensa mexicana como un episodio en el que doblegaron al Estado mexicano.

Estrategia fallida

Apenas era la hora de la comida y ya se habían reportado los primeros militares heridos. Tampoco había pasado mucho tiempo desde que los efectivos habían asegurado a Guzmán López cuando un grupo de pistoleros ya tenía rodeada la casa donde había sido apresado su jefe.

Lo mismo ocurrió a gran escala: los sicarios se posicionaron en varios puntos estratégicos (puentes) de la ciudad, bloquearon los accesos con autos a los que les prendieron fuego y en un mismo perímetro cercaron a soldados, agentes federales y a la población de Culiacán. Los conocimientos logísticos y tácticos cambiaron los roles en cuestión de minutos: los captores terminaron siendo los capturados.

“También la geografía de Culiacán aportó su parte: una y griega fluvial que forma tres ríos y divide la ciudad en áreas unidas por puentes donde formaron círculos de violencia y áreas de defensa. Tres ríos y dos fuegos con la población atrapada en medio”, escribió el novelista y autor de libros como Lady Metralla y Narcocuentos Juan José Rodríguez.

  • Que se trató de una pobre planeación por parte de la Sedena está claro, pues no pudieron extraer al objetivo prioritario (Ovidio) a pesar de que ya lo tenían capturado, así lo aseguró el consultor de seguridad y Fuerzas Armadas, Alexei Chévez Silveti.
  • En el reporte oficial de la Sedena se detalló que la institución desplegó aeronaves antes y mientras sucedían las agresiones, pero la extracción de Ovidio, como se detalló en el reporte, planearon hacerla por tierra.

“No utilizaron los helicópteros que, por ejemplo, usa mucho la Marina, como en la detención de Caro Quintero. Planearon una extracción por tierra, que a todas luces se volvió imposible. Fue una mala planeación que devino en algo que los terminó superando. Definitivamente hay una parte de culpa por parte de Sedena por no incorporar técnicas y tácticas defensivas”, explicó en entrevista.

El consultor subrayó que buena parte de la fuerza del crimen organizado se fue directamente con la población, pero sobre todo contra objetivos militares de la región. “Hay que recordar que lo que devino del mal operativo en Culiacán fue precisamente la amenaza de atacar objetivo civiles dentro de instalaciones de la Sedena”.

Según los informes del Ejército mexicano, a las 15:50 horas de ese día se reportaron “vehículos con gente armada” rodeando las bases militares de operaciones en Cosalá, Costa Rica y El Fuerte. Poco más de una hora después, se registraron agresiones a instalaciones y fuerzas militares en distintos puntos de la ciudad, así como “despojo y quema de vehículos civiles” y la fuga masiva de 51 presos del penal de Aguaruto.

  • Los pistoleros rodearon una unidad habitacional militar y amenazaron con ejecutar a las familias de los soldados. Para que se cumplieran sus exigencias, tomaron como rehenes a ocho efectivos. Todo esto mientras un Ejército de entre 700 y 800 civiles armados, la mayoría de ellos jóvenes, hacía retroceder a punta de plomo a más de 350 efectivos de las fuerzas del orden público en diferentes puntos de la capital sinaloense.
  • Para Chévez Silveti no hay que impresionarse o dejarse llevar por el nivel de fuego que demostró el Cártel de Sinaloa aquel “Jueves Negro”, pues si bien superaban en número a las fuerzas federales, hay que recordar que su armamento es “a todas luces inferior” comparado con el del ejército. Lo que sí causó desconcierto, apuntó, fue la incapacidad, y sobre todo las directivas de cómo abrir fuego de los soldados mexicanos, que impidieron que respondieran.

“Nos dejó perplejos, con una impresión de indefensión. Para muchos de nosotros, sobre todo los habitantes del norte del país, nos dejó una imagen de indefensión porque siempre habíamos creído que las fuerzas armadas eran nuestro último punto de contención contra estas organizaciones criminales. Pero cuando estos cárteles doblegan al Ejército de esa manera… ¿Ahora quién podrá defendernos?”.

  • La táctica y logística militar que utilizó el crimen organizado en Sinaloa se había visto varias veces en el pasado, aunque casi de manera específica en Jalisco, sobre todo con los bloqueos y las quemas de vehículos, explicó el especialista. De hecho, refirió, se desarrollaron procedimientos en las fuerzas del orden para evitar este tipo de sucesos y volverlos ineficientes.

Sin embargo, todo parece indicar que ni el Ejército esperaba que el Cártel de Sinaloa replicara dichas tácticas, incluso cuando ya se habían visto eventos similares en Tamaulipas con la detención de “El Huevo” Treviño, y en la misma Ciudad de México con el abatimiento del fundador del Cártel de Tláhuac, Felipe de Jesús Pérez Luna, alias “El Ojos”.

“Fueron muy eficientes al realizar esto, pero también fueron muy contundentes, porque una de las estrategias que tenía Jalisco era de salir en vehículos pequeños y a través de motocicletas secuestrar los camiones quemados y huir, no plantarle cara a las instituciones de la ley. Vimos las imágenes de los sicarios abriendo fuego. Tomando posiciones de combate y recuperando la calle”, dijo Chévez.

  • Muchos analistas criticaron el hecho de que las fuerzas armadas llevaran a cabo el operativo para detener a Ovidio Guzmán a plena luz del día, cuando la población de Culiacán se encontraba en las calles, pero para Alexei Chévez dicha determinación del Ejército pudo haber dependido de circunstancias que solo así lo permitían.

“Los operativos no se diseñan con base en si es de día o de noche. Se diseñan con base e el elemento sorpresa y de que el objetivo esté en en su lugar. Si en ese momento estaba el objetivo, pues en este momento había que hacerlo. Había una ventana de oportunidad que tenían que tomar en ese instante”, refirió.

En caso contrario, si el objetivo llevaba varios días ahí y decidieron hacerlo de día, entonces sí cabría interpretar una decisión absurda. “Yo quisiera creer que lo hicieron con base en información de inteligencia”.

“Definitivamente el área que manejaron ellos, los círculos concéntricos de seguridad que manejaron, se rompieron. Fue un error que permitiera el segundo círculo fuera penetrado por estas organizaciones criminales. Y el método de extracción que estuvo planeado por tierra definitivamente en una ciudad controlada por ellos no fue la decisión más acertada, sobre todo porque ya que lo vez con las imágenes satelitales hay varias áreas cerca de donde estaba la casa del objetivo prioritario donde pudieron haber descendido uno o dos helicópteros. Definitivamente perdieron el momentum y pasaron a la defensiva”.

“Pax narca” vulnerable

De acuerdo con los habitantes, ese jueves negro de 2019 derrumbó el simbolismo de criminales, quienes por décadas han querido venderse como protectores para obtener respaldo y aceptación social. Aquella tarde se mostraron como realmente son y quedó en claro que cualquier pax narca se cae fácilmente.

  • Los sicarios de los Chapitos y del Mayo Zambada destacaron en su versión más sanguinaria, lejos de aquello que la narcocultura ha impuesto como atributos de cabecillas en el imaginario social. A menudo, los capos son distinguidos con valores de caridad, honradez, benevolencia, opulencias o lujos de lo que debe anhelarse para prosperar en la cuna de los cárteles de la droga.

Durante años, los líderes de la vieja escuela se esforzaron por exponerse como garantes de la tranquilidad local, táctica que les beneficia para no ser delatados en sus casas de seguridad, bodegas u operadores. Eso llevó a tomarlos como sustitutos de autoridades regionales porque también impiden la irrupción de enemigos. Así lograron arraigar estereotipos para que los niños no sueñen con ser Lionel Messi ni Michael Jordan, sino convertirse en el próximo Chapo Guzmán.

  • Un informe de inteligencia militar, revelado tras hackeos al Ejército por el colectivo Guacamaya, apuntó que el perfil de los sicarios subordinados a los Chapitos son altamente violentos y en su mayoría se trata de jóvenes que van de los 20 a 35 años de edad. La nueva camada de esta facción se caracteriza por el protagonismo, a diferencia de aquellos que comanda el Mayo Zambada, quienes deben mantenerse reservados al igual que su líder.

Previamente, analistas consultados por Infobae México habían precisado que el rasgo generacional del Cártel de Sinaloa repercute en que lugartenientes no sean bien vistos por sus mismos colaboradores, porque la Chapiza prefiere imponerse a base de intimidaciones, ideas impulsivas y el factor agresivo, lejos de los acuerdos en que deben ceder. Además, la suma de inexperiencias puede traducirse en errores tácticos y un respaldo social con base en el miedo, más que en el pleno respeto.

Marlene León Fontes, directora de la organización Iniciativa Sinaloa, calificó el Culiacanazo como un punto de quiebre con la percepción ciudadana, pues se ha dado por hecho que los cárteles de la droga se mantienen en el estado, pero no atacan a la población civil. Y para ella, el jueves negro mostró que los criminales están dispuestos a utilizar todo su poderío sin detenerse ni importarles bajas de inocentes.

“Tu percepción dice: ok, sí, sabemos que tienen ese poder, que tienen el armamento, el equipo, todo para hacerlo, pero no sabías si realmente lo iban a hacer, o al menos no se sabía hasta que ocurrió este hecho”, señaló.

  • El Culiacanazo vino a romper con ellos, ahí te das cuenta de que realmente no hay un pacto, no hay paz cuando se trata de salvar o cuidar al líder, ahí prefieren irse contra la sociedad y rescatar a este líder.
  • David Saucedo, consultor en Políticas Públicas y Seguridad, dijo que el nivel de violencia de los grupos de macrocriminalidad podía suponerse entre pobladores locales, especialistas, policías y el propio Ejército. Pero los sucesos en Culiacán fueron una revelación de las capacidades reales que tiene el Cártel de Sinaloa y que no eran tan evidentes para el resto de la opinión pública a nivel nacional e internacional.

“Con este hecho quedó suficientemente claro que los grupos del narco tienen el control de regiones enteras y estados, donde quien pone la Ley y controlan lo que ocurre son los grupos armados”, expuso.

  • Sin embargo, León Fontes explicó que el 17 de octubre de 2019 sucedió un ataque sin precedentes para los propios sinaloenses y eso demostró cómo los delincuentes seguirán siendo delincuentes. Aún cuando quieran ganarse la estima de pobladores con despensas, equipar una escuela en barrios pobres o repartir billetes de a 200 pesos con las iniciales de su jefe.

Esa es parte de las conclusiones para una sociedad que no ha sido atendida por los padecimientos del Culiacanazo. Pues actualmente, la directora de la organización de la sociedad civil ha notado que los culiacanenses se molestan cuando se recuerda el jueves negro. Eso significaría que el dolor sigue presente por rememorar una tarde de narcoterrorismo, pese a que el discurso político solo pretenda darle vuelta a la página sin procurar justicia.

“Hay que seguir apostándole a la memoria colectiva, porque por más que duela, es necesario hablar del tema, es necesario hablar de las víctimas, la falta de reparación del daño, la impunidad y de la rendición de cuentas”, apuntó.

  • El académico de la UAS añadió que la población de Culiacán ha ido aceptando el nivel de violencia experimentado porque viven acostumbrados a escuchar balazos o tirarse al suelo por inercia. Para él se trata de un proceso de normalización tras expulsar el pánico y volver poco a poco a la dinámica previa. Aunque no puedan borrarlo tan fácilmente, los pobladores se ven obligados a convivir atemorizados en una ciudad donde domina el narco.

Se ha normalizado tanto que hemos creado una capa protectora para ya no sentir miedo. No podemos vivir en una sociedad del miedo y de angustia constante. Esa es la pedagogía del miedo.

El investigador de la cultura y el narcotráfico fue testigo de las balaceras y narcobloqueos en varios puentes de la ciudad cuando iba por su hija al trabajo aquel jueves negro. Vio a los sicarios desfilando fuertemente armados y cómo la gente huía aterrorizada para esconderse en donde fuera posible. Esa noche alojó y alimentó en su casa a varios profesores, así como a otros colegas universitarios.

“Tenían temor de irse. Aquí pasaron toda la noche. Al día siguiente se fueron, pero iban con miedo porque todavía estaban los carros quemados y alguno que otro cuerpo”, recordó.

El Culiacanazo fue narcoterrorismo

Entre todas esas experiencias, el Culiacanazo no solo es una marca imborrable de violencia. También se convirtió en un signo distintivo para recordar el fracaso de las autoridades ante los narcos. Pues los criminales vieron cual es el punto débil del gobierno actual y de esa manera pueden aprovecharse mejor cuando lo consideren necesario. Ahora saben cómo evolucionar sus tácticas de narcoterrorismo que ya han dado resultados con el hijo del Chapo Guzmán.

  • Según los analistas, esto quedará más evidente mientras pase el tiempo y todo prevalezca como un pacto de impunidad: sin culpables detenidos ni reparaciones de los daños. Pero también se han identificado similitudes adoptadas más allá de Sinaloa, consecuencia del repliegue discursivo de una política federal que supuestamente está contra la guerra enfrenta.

Sin embargo, los entrevistados también advierten que los efectos a futuro pueden ser más graves que el jueves negro, siempre que el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador solo pregone la pacificación y no castigue a los responsables de lo que ya ocurrió, como tampoco siga estrategias específicas para enfrentar a narcoterroristas.

  • David Saucedo mencionó que las maniobras de los cárteles para atacar a la población no se inauguraron con los Chapitos. El 15 de septiembre de 2008, narcos arrojaron granadas durante la celebración del Grito de Independencia en plena plaza pública de la capital de Michoacán. El saldo de aquella vez fueron ocho muertos y al menos 120 heridos.

En 2012, la extinta Policía Federal capturó a Nemesio Oseguera Cervantes, el Mencho, jefe del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), y tras un fuerte enfrentamiento fueron abatidos seis sicarios. Pero la respuesta fueron más de 30 narcobloqueos en la Zona Metropolitana de Guadalajara y vialidades de Colima. En esa ocasión, las autoridades también cedieron y liberaron al detenido. Años después, el cártel de las cuatro letras replicaría la misma táctica, así como ataques a funcionarios.

Lo diferente en 2019 fue que se puso a prueba cómo doblarle las manos al gobierno federal con amenazas directas contra militares y sus familias. Además, se vio la reacción inmediata y organizada para generar un estado de sitio que mantuvo secuestrados a miles de habitantes durante más de cinco horas de manera sorpresiva. También quedó asentado el repliegue de las autoridades y el acuerdo con criminales que hasta la fecha siguen impunes.

  • Para el analista, las tácticas fueron copiadas de cárteles en Colombia, donde grupos armados se asociaron con guerrillas para desestabilizar al Estado. Aunque el terrorismo clásico se aplica a sucesos en Medio Oriente o Europa, David Saucedo argumentó que en México hay elementos para utilizar una designación similar, más allá del componente político.

Y es que los narcos mexicanos han desafiado constantemente a las autoridades y rebasado a las fuerzas de seguridad, para que la Ley no sea activada en su contra o se suspendan operativos de arresto. En medio de ese contexto de pánico, los sicarios pueden usar a los civiles como una estrategia de presión efectiva y así garantizar sus intereses de economía criminal.

  • Además, sus intervenciones en gobiernos de distintos niveles ya les aseguran accesos al poder, sin importar el partido político. Todo eso se complementa con la capacidad de fuego que tienen, pues también utilizan armamento de guerra de uso reservado a militares. Y tal como ocurrió en el Culiacanazo, algunos grupos pueden desplegar de inmediato a decenas de integrantes para atacar a cualquier persona; no importa si se trata de agentes del orden o alguien que va pasando por la calle: un niño, una mujer, un estudiante o un trabajador.

Si todo se reduce a discusiones jurídicas o políticas, consideró Saucedo, eso no permitirá avanzar hacia un plan enfocado a ese tipo de reacciones violentas y los sicarios pueden escalar aún más su nivel y variedad de atentados, como ha pasado en Sudamérica. Si bien se temen incursiones de Estados Unidos al usar la categoría de terrorismo, las investigaciones especiales no podrán concretarse, aún cuando se reconoce que el Cártel de Sinaloa es una amenaza a la Seguridad Nacional.

“Mientras más nos neguemos a aceptar el hecho, la realidad nos va a alcanzar en algún momento, si no es que ya nos alcanzó”, advirtió el analista.

Miguel Ángel Vega, periodista del semanario Ríodoce, coincidió en que la escalada de violencia sería peor e, incluso, los agresores pueden atentar contra empleados en edificios públicos o volver a tomar una ciudad por completo. Si la orden es asesinar de manera arbitraria, no habría ningún límite. Especialmente, cuando se quiera rescatar a los máximos jefes del Cártel de Sinaloa o del CJNG. Al menos ese el estándar que se ha fijado.

“En una situación en donde ellos se sientan amenazados, ya tienen un plan y son como un cáncer porque no los ves, puede ser cualquier vehículo que ande circulando en la calle, puede ser cualquier persona que forma parte de ellos y cuya orden es atacar a quien se tenga que atacar”, previno sobre la reacción violenta de manera sorpresiva.

  • A esas advertencias se sumaría que no hubiese acciones de reivindicación para dar con quienes causen el narcoterrorismo, como se ha visto en el caso del hijo del Chapo Guzmán. La directora de Iniciativa Sinaloa cuestionó que no hay avances para dar con los responsables del Culiacanazo ni acciones contundentes de parte de las autoridades. Si eso predomina, la puerta está abierta para que los cárteles sigan replicando una táctica similar o peor que el jueves negro.

“Le deben la verdad a la sociedad, a los culiacanenses y no debería estar quedando la impunidad. Hay muchas preguntas sin respuestas y muchas víctimas a quienes no les fue reparado el daño”, reclamó sin saber si fueron ocho, nueve o 13 muertos que tienen familiares a quienes no se les ha hecho justicia.

Para el periodista sinaloense, los grupos criminales solo han adquirido más poder en la medida en que no se les combate. Y las causas del incremento las ubicó el plan de gobierno de López Obrador, quien se desistió de afectar a las diferentes organizaciones que han permanecido en el país y desde un principio dijo que no arrestaría a los jefes.

Los Chapitos ya son requeridos con mayor interés en Estados Unidos y, en México, ni siquiera se han activado procesos penales por lo que hicieron en el Culiacanazo. Por lo pronto, saben que pueden usar su poder nuevamente, pues ya están en otro nivel de peligrosidad desde que lograron vencer al gobierno para rescatar al Ratón.

Fiscalía investiga a grupo de militares que participó en el ‘Culiacanazo’

La Fiscalía General de la República solicitó desde mayo del año pasado investigar a un grupo de nueve militares que participó en una de las operaciones más bochornosas del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

  • La captura televisada por parte de una brigada del Ejército de uno de los capos más buscados, Ovidio Guzmán, el hijo de Joaquín El Chapo Guzmán, y presunto heredero del imperio criminal del cartel de Sinaloa, el 17 de octubre de 2019, y su inesperada liberación poco después, provocó una oleada de sospechas sobre la estrategia de seguridad del presidente.

La reacción de los sicarios del cartel, que sitiaron la ciudad de Culiacán (Sinaloa), obligó —según declaró el mandatario— a ceder ante el poder del narco para evitar una tragedia mayor. Unos documentos en manos del Ejército, a los que ha tenido acceso EL PAÍS tras el hackeo masivo de sus correos, revelan una investigación en marcha de esas horas clave en las que un jefe del narco se salía con la suya.

En la primera carta remitida al fiscal militar, el general Miguel Carrasco Hernández, por parte de la Unidad Especializada de Investigación de Terrorismo, Acopio y Tráfico de Armas (UEITA), del 7 de mayo del año pasado, se pide una colaboración institucional para que se brinde toda la información sobre el fallido operativo.

  • En el documento, la fiscal de la FGR solicita más detalles sobre “si existe reporte de algún patrullaje, apoyo perimetral para llevar a cabo algún acto de investigación por parte de la autoridad ministerial o Policía Federal Ministerial, Policía Federal, o de cualquier otra autoridad, el día 17 de octubre del 2019 en la calle de […], en la ciudad de Culiacán, Sinaloa, en caso de contar con dicha información, mucho le agradeceré remita la documentación que justifique su intervención”. La dirección donde se encontraba el hijo de El Chapo ese día se omite por cuestiones de seguridad.
  • La misiva agrega: “Para el caso de confirmar la información, mucho le agradeceré que señale el nombre de quién estuvo a cargo de los 38 elementos del GAIN (Grupo de Análisis de Información del Narcotráfico) quienes ejecutaron el operativo y de los restantes elementos que participaron dando seguridad exterior, o bien, rectifique la información en caso de contar con ella”. En los documentos siguientes, la fiscal se centrará en nueve de esos soldados.

Según otro documento enviado al mismo fiscal militar, del 11 de mayo de 2021, se pide que se notifique a un teniente de infantería y a un sargento que se presenten a las dependencias de la FGR para que declaren sobre un hecho puntual de aquel día. Los militares iban a bordo de una camioneta pick-up que fue robada por el narco para desatar el caos esa tarde en Culiacán.

La FGR considera que su declaración es relevante para esta investigación de los hechos, pero no da más detalles. Cerca de esa camioneta abandonada horas después yacían dos personas asesinadas, según parte de la investigación de la FGR.

Además de los dos militares señalados, la fiscal busca entrevistar a siete más. Un número reducido de hombres que, según sus pesquisas, se encontraban en la casa de Ovidio Guzmán la tarde de los hechos.

  • La fiscal no menciona al grupo completo del GAIN, sino a esos siete soldados y pide que informe sobre quién estaba a cargo de ese grupo. “Se cuenta con información de personal de la Sedena en la calle de […], lugar donde se encontraba Ovidio Guzmán López el día de los acontecimientos del 17 de octubre. En caso de ser así, se le solicita que informe quién iba al mando directo del personal que se constituyó en dicho domicilio, con la finalidad de recabar su entrevista”, señala el texto.

Los oficios de la fiscal no aclaran si ese grupo se encontraba en la casa del capo antes de que se produjera el gran operativo, si formaban parte de este o iban por libre. En una carta de febrero de este año, la agente hace una lista de los siete soldados y los cita a declarar en marzo. No hay información, no obstante, sobre lo que señalaron los investigados.

Sedena buscó mejorar imagen tras Culiacanazo

En junio de 2020, meses después del Culiacanazo, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) diseñó y propuso un “inédito” programa de comunicación e imagen con indicadores medibles. Enlistó decenas de actividades, entre las que se encuentran garantizar que militares participen en telenovelas, series y documentales, así como realizar actividades inusuales para redes sociales, conocidas como flashmobs.

  • La Defensa Nacional deja claro en el documento Plan Estratégico de la Dirección General de Comunicación Social, que los soldados buscan que sea la institución “más confiable, cercana y respetada por la sociedad”. Incluso, subrayan, más que la Marina. El documento cuenta con 90 páginas y está firmado por el general Ricardo Trevilla Trejo, responsable del área de Comunicación de la dependencia.
  • La Sedena ordenó hacer una encuesta tras la captura y posterior liberación del narcotraficante Ovidio Guzmán López en la capital de Sinaloa y aunque asegura que no le afectó significativamente, en el documento acepta que existen “nuevos retos que están poniendo a prueba nuestras capacidades de planificación, organización, dirección y control como pocas veces”.

La información se encuentra entre los correos hackeados a la Sedena por el grupo Guacamaya. En otro texto se lee que el Culiacanzo sí impactó negativamente la imagen de la Sedena, debido a una “deficiente planeación”.

Además, los militares establecieron como “amenazas” a la imagen de la dependencia la percepción de militarización del país y usurpación de funciones de otras dependencias federales, la asociación con el Ejército del posible mal funcionamiento de la Guardia Nacional, la sobrecarga de actividades, la asociación con el Ejército de la aprobación presidencial, los ataques políticos de opositores al presidente Andrés Manuel López Obrador, la captura de blancos prioritarios por parte de otras dependencias “haciéndonos ver menos eficientes”, los posibles problemas en obras de infraestructura hechas por la Sedena y la posible desmoralización de las tropas, y califica como grave el “involucramiento mediático en casos emblemáticos”, como fue el Culiacanazo./Agencias-PUNTOporPUNTO

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