El aislamiento por la covid-19, así como la discontinuidad de las clases presenciales por la llegada de una ola tras otra, disminuyeron la adquisición de una serie de competencias llamadas transferibles y digitales, las cuales necesitarán las niñas, niños y adolescente en un futuro no tan lejano, cuando busquen empleo.
- “El impacto de la pandemia en la educación en la región de América Latina y el Caribe (ALC) fue fuerte y afectó a la escolarización, el aprendizaje y el desarrollo de capacidades”, señala el reporte Dos años después, salvando a una generación, elaborado por el Banco Mundial (BM).
- Todavía estamos en medio de esta enfermedad, así que el daño total en la escolarización no está claro, pondera el documento. En él trabajaron también especialistas de Unicef y Unesco, las agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para la atención a la niñez y para la educación, ciencia y la cultura, respectivamente.
- Sin embargo, sin el panorama completo, “los datos administrativos recopilados para este informe muestran que los estudiantes de 6 a 14 años parecen haber sido los más afectados, con una disminución constante de las tasas de asistencia. Pero todos están en riesgo”.
Uno de los hallazgos más preocupantes de la amplia investigación es que las y los estudiantes de tercero y sexto grado no son capaces de comprender e interpretar adecuadamente un texto de extensión moderada. El descenso en las habilidades de lectura y de matemáticas es enorme, señala. Se han borrado “décadas de mejora. Y es probable que esto sea sólo la punta del iceberg”.
¿Cuáles son las competencias transferibles?
Las competencias transferibles permiten pasar de estudiantes ágiles y adaptables a ser parte de una ciudadanía preparada “para afrontar los retos personales, académicos, sociales y económicos. Se les llama transferibles porque las pueden llevar a diversos entornos, como el laboral. Tienen que ver con funciones cognitivas, sociales y emocionales. Según Unicef, son cuatro tipos:
- Aprender a conocer. Esta competencia es necesaria para desarrollar nuevas habilidades y asegurar la adquisición de nuevos conocimientos. Implica pensar, analizar y enfocar, en lugar de simplemente adquirir información, incluye habilidades como la resolución de problemas, el pensamiento crítico y la creatividad.
- Hacer. Poner en práctica lo aprendido, “fundamentalmente en el mundo del trabajo y el emprendimiento”. Las habilidades que incluye son la cooperación, la negociación y la toma de decisiones.
- Ser. Permite la autorrealización y el crecimiento personal, el autoempoderamiento y el sentido de acción. Es esencial para la prevención de la violencia y en ella se desarrolla la comunicación, la resiliencia y la autogestión.
- Vivir en comunidad. Promueve la convivencia basada en los derechos humanos, la democracia, la justicia social y el respeto. Incluye habilidades “como el respeto a la diversidad, la empatía y la participación”.
Todas estas competencias las necesitarán los menores de edad cuando entren el mundo del trabajo, pero su adquisición fue afectada, alertan los especialistas de los organismos internacionales tras el estudio.
Competencias digitales: Es más que saber chatear
Hablar de competencias digitales no se refiere a saber usar herramientas digitales, “sino el juicio sobre por qué y cómo incorporarlas para maximizar el impacto”, distingue el informe del Banco Mundial, Unicef y Unesco. Y la brecha digital en la región es más que falta de la infraestructura, dispositivos y conectividad, tiene que ver también con los niveles de lectoescritura y competencias digitales.
- En realidad, estas competencias parten de habilidades básicas. Por ejemplo, la comunicación para interactuar con las maestras y los maestros para recibir y enviar información en WhatsApp (WA) y otras aplicaciones de mensajería.
- Si las competencias de comprensión de lectura decrecieron, a las niñas y los niños les será difícil comprender una instrucción por WA, correo u otro medio tecnológico, por más avanzado que sea. Esa deficiencia la podrían arrastrar hasta llegar a la vida laboral, lo cual les traería consecuencias económicas, entre muchas otras más.
“Es posible que los estudiantes se hayan vuelto más competentes en el uso eficaz de las herramientas digitales” por una mayor exposición a ellas en la pandemia. Pero no es suficiente saber manejarlas.
La pandemia le heredó al mundo el aumento del teletrabajo y a México, su regulación en la Ley Federal del Trabajo (LFT). Cada vez habrá más puestos se podrán ejecutar de manera remota y las personas necesitarán habilidades para desarrollarse en ese espacio.
Recomendaciones de los organismos
El Banco Mundial, Unicef y Unesco sugieren integrar las competencias transferibles en el plan de estudios prioritario y centrar los programas escolares en competencias básicas de lectura, escritura y cálculo. Para lograrlo será necesario que docentes, tutores, madres y padres también reciban formación y apoyo.
- Toda la estrategia debe ir acompañada de una perspectiva de la salud psicosocial. Este punto “es tan crítico para seguir el progreso educativo como lo son las evaluaciones de aprendizaje estandarizadas”.
- A estas alturas, después de tantas olas, también “es fundamental” crear sistemas de apoyo que sustituyan las clases presenciales y que la educación híbrida se imparta sólo cuando se necesite. “Pero, para ello, es necesario invertir en capital de tecnologías de la información y la comunicación (TIC) tanto físico como humano”.
Por último, “la región debe proteger primero los presupuestos de educación”. Debido al impacto de la inflación, se espera que sean menores al de los últimos años. Por ejemplo, “se necesitan 47,000 millones de dólares para conectar la región a Internet con fines educativos para 2030”, sólo por citar una necesidad presupuestal.
La región necesita sanear la educación
Los impactos de la pandemia del Covid-19 en la educación de América Latina y el Caribe se siguen midiendo y aunque no hay fórmulas exactas para responder a los efectos devastadores del cierre prolongado de las escuelas, sí hay estimaciones sobre inversiones y acciones que se necesitan poner en marcha para recuperar el sector en la región.
- Por su parte el Banco Interamericano de Desarrollo reveló en un documento que tras el inicio de la pandemia, 168 millones de jóvenes en LatAm perdieron, en promedio, 237 días de clases, calificando el fenómeno como una “crisis silenciosa” y cuyas repercusiones pueden afectar a toda una generación.
Asimismo, el BID estima que 3,5 millones de estudiantes quedaron fuera de las escuelas tras la reapertura de las mismas. A su vez, el proceso de recuperación económica será un factor que disminuirá la probabilidad de que un estudiante latinoamericano termine la escuela
Gastar más y mejor en educación
Uno de los primeros focos en los que el BID pone el ojo en su documento ¿Cómo reconstruir la educación pospandemia? es el gasto público, pues en América Latina este se ha desacelerado desde 2017 según indicadores del Banco Mundial y algunos sondeos preliminares indican que “la tendencia se profundizó en los dos últimos años”, por los ajustes presupuestales que hicieron los gobiernos para atender la emergencia sanitaria.
- Las estimaciones de este organismo señalan que en el corto plazo los recursos necesarios para la rehabilitación de escuelas y e lregreso seguro a clases se estiman en US$23.087 millones, es decir, un 0,21% del PIB regional.
- Sin embargo, dados los impactos de la pandemia en la educación y las brechas de aprendizajes acumuladas que se acercan a los 2,5 años en los niveles socioeconómicos más altos, estas inversiones son mucho más cuantiosas para la próxima década.
- “Nuestros estimados indican que la inversión total requerida, combinando respuesta de corto plazo y transformación de los sistemas educativos en los próximos 10 años, será de aproximadamente US$221.000 millones, incluyendo inversión en infraestructura y equipamiento”, precisó el BID.
Esto significa que el gasto por alumno debería ser de por lo menos US$1.200 para mejorarla retención y los aprendizajes, acercando a la región en términos de inversión al promedio de economías más avanzadas.
La pérdida de ingresos de los jóvenes a futuro
Para Chile, Colombia, Costa Rica, México y Argentina, el BID señala que los jóvenes podrían llegar a perder alrededor del 11% de sus ingresos laborales a lo largo de su vida, lo que se estima en un 17% del PIB agregado de estos países.
Los cálculos están en línea con un documento publicado por el Banco Mundial y Unicef en junio de este año, que especificó que la pérdida de aprendizaje de la región por cuenta de la pandemia tiene una influencia directa en las ganancias que los actuales alumnos van a obtener elresto de su vida, previendo que la disminución de ingresos podría ser de un 12%./Agencias-PUNTOporPUNTO
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