A Javier lo han raptado dos veces para obligarlo a ser parte de La Unión Tepito. No lo han logrado.
- La primera vez que el joven de 19 años fue privado de su libertad estaba por llegar a su casa cuando una camioneta negra se detuvo, cuatro hombres lo sujetaron y lo obligaron a subir. En el camino sin rumbo recibió golpes e insultos, y todo el tiempo tuvo un arma que le hacía presión en el cráneo.
- «Querían que a fuerza me metiera a vender droga, que si repartía mi familia iba a estar protegida (…) Ellos tienen sus divisiones y sus puntos. Me dijeron que, si no quería repartir, podía armar las bolsitas de droga y me daban 300 pesos por media hora y podía trabajar lo que quisiera. Me preguntaron qué necesitaba; si quería una televisión, ropa, un celular (…) Dijeron que lo que yo quisiera me lo compraban», narra.
Después de la propuesta, las amenazas y los golpes, lo expulsaron del vehículo. «Me pusieron las pistolas. Imagínese, con el miedo de que se les vaya a ir fácil un disparo y ahí quedes». Relata que lo eligieron por ser joven y por vivir en la Cuauhtémoc. Para él y su familia mudarse no es opción, porque no poseen dinero suficiente para hacerlo.
En realidad, Javier no es su nombre verdadero; se cambió para proteger su identidad. Esto se hizo con todos los testimonios que contiene este trabajo.
La segunda vez que lo interceptaron le preguntaron si ya había pensado en la propuesta y si no, le darían más tiempo. «¿Qué haces si sabes que tus vecinos venden drogas? Pues nada. Trato de no mirar donde ellos viven cuando salgo de la vecindad. Los que me subieron son los mismos que vienen a dejar la droga. Ellos quieren meter chavos, pero después los matan. Yo tengo 19, pero buscan desde los 12 años», cuenta con resignación.
Ahora teme que haya un tercer encuentro.
El joven conoce a personas que, como él, se negaron a pertenecer a un grupo delictivo, pero también sabe de amigos y conocidos que aceptaron ingresar porque lograron convencerlos «por las buenas o por las malas».
Grupos delictivos en la Ciudad de México utilizan WhatsApp para enviar menús donde se ofrecen variedades de marihuana y cocaína.
- El rivotril, clonazepam, las tachas, LSD, crystal, heroína, alprazolam, metilfenidato y las pastillas de MDMA y METH, también están a la carta. Para la venta de drogas, las agrupaciones reclutan, principalmente, a jóvenes y éstos forman parte de sus filas voluntariamente o por coerción. Negarse les puede costar la vida.
- El Gobierno de la Ciudad de México no tiene un registro formal de reclutamiento forzado de jóvenes para ingresar a las filas del crimen organizado, o al menos éste no fue facilitado. Se solicitó una entrevista a la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México (SSC CDMX), pero no fue aceptada.
La profunda cicatriz a un lado de su pezón derecho es una prueba, dice Lorenzo, de la cortada que recibió de uno de los integrantes de La Unión Tepito para recordarle su dominio. Confiesa que muy joven conoció el negocio del narcomenudeo. Estaba en sus 20 y veía cómo la droga circulaba en la mercancía del lugar donde trabajaba, entre cajas de zapatos y bolsas de ropa.
El negocio estaba en todas partes.
Algunos comerciantes también son obligados a vender. Si se rehúsan, la agresión llega pronto. En 2015 cayó la advertencia y comenzó a vender marihuana, solvente, crack y cocaína. Consumía para darse valor.
“La Unión sigue ahí”
La profunda cicatriz en el costado de su pezón derecho es evidencia, dice Lorenzo, del corte que recibió de uno de los miembros de La Unión Tepito como un recordatorio de su dominio.
- Admite que era muy joven cuando se familiarizó con el negocio minorista de drogas. Tenía veintitantos años y vio cómo la droga circulaba en la mercadería del lugar donde trabajaba, entre cajas de zapatos y portatrajes. El negocio estaba en todas partes. Algunos comerciantes también se ven obligados a vender. Si se niegan, la agresión vendrá pronto.
En 2015 cayó la advertencia y empezó a vender marihuana, solvente, crack y cocaína. Consumía para darse valor a sí mismo. A veces entregaba billetes de 3.000 pesos al día. Hace unas semanas, en el barrio Garibaldi, fue testigo de las quemaduras que sufrieron dos personas por negarse a vender droga. Fue espectador de los golpes que se dan a los que se niegan. Se ha liberado de las redes criminales, pero una cosa está clara: “La Unión sigue ahí.
- Siete grupos criminales operan principalmente en la Ciudad de México: El Sindicato Tepito, Anti-Unión, Los Rodolfos, Los Molina, Los Canchola 3AD, Ronda 88 y Cartel de Tláhuac. Grupos, como La Unión Tepito, buscan repartidores por delegación, quienes se abastecerán en los puntos y rediseñarán sus rutas de entrega.
- La mayoría son jóvenes de entre 16 y 30 años. Según la fiscalía encargada de investigar los delitos de narcotráfico, en 2016, 2017 y 2018, el 6% de las detenciones por narcotráfico involucraron a menores de edad; en 2019, 3%. En 2020 y 2021 representaron el 4% de las detenciones, según información comunicada vía transparencia. La mayoría de las referencias por posesión de drogas son por marihuana, cocaína, pastillas que alteran la mente y otras drogas.
Hasta marzo del presente año, la fiscalía para la atención de este delito había asegurado 422 inmuebles en la capital.
Niños, en la mira del reclutamiento del crimen organizado
Los menores de edad son víctimas del crimen organizado y la violencia armada que se vive en el país.
- Durante los primeros días de noviembre de 2020, tres menores de edad fueron asesinados con una saña poco antes vista en la Ciudad de México.
- El 1 de noviembre, los cuerpos de Alan y Héctor, dos adolescentes mazahuas desaparecidos días antes, fueron encontrados tras ser torturados y mutilados en una vecindad del Centro Histórico.
Sus restos fueron descubiertos cuando las bolsas donde eran transportados se cayeron de la carretilla en la que los llevaba el hombre que iba a deshacerse de ellos. Tenían 12 y 14 años.
- El 10 de noviembre, en la colonia Guerrero, también en la zona centro, el cuerpo de otro adolescente fue localizado en una maleta, pero en esta ocasión quienes tenían la consigna de desaparecerlo eran casi su edad: José Rodrigo y Darwin Azael, de 15 años cada uno.
- La víctima fue identificada como Alessandro, de 14 años. Los adolescentes mencionaron que las personas que lo asesinaron prometieron pagarles 2 mil pesos por tirarlo.
Ambos fueron puestos a disposición de las autoridades y posteriormente vinculados a proceso por secuestro agravado, un delito de alto impacto.
Métodos de terror del crimen organizado
La crueldad con la que se cometieron estos crímenes y la forma de deshacerse de los cuerpos es frecuentemente usada por grupos criminales en otras entidades del país, pero hasta entonces no se había registrado en la Ciudad de México, donde las autoridades se han resistido a reconocer la presencia del crimen organizado.
“Estos métodos son de terror. Lo que generan es terror ante a sus adversarios y ante a las autoridades y hace ya mucho tiempo que lo hacen con niños y niñas porque precisamente ¿quién se atreve a tocar a niños y además mutilar sus cuerpos? Eso genera terror, es a propósito, incrementan la cuota de la extorsión”.
- Así lo explica Juan Martín Pérez García, actual coordinador del proyecto Tejiendo Redes Infancia en América Latina y el Caribe, quien desde hace años trabaja en la defensa de los derechos humanos de la niñez.
- El activista señala que la pandemia de COVID-19 agudizó el problema de la violencia armada que ya se había estado ejerciendo contra este segmento de la población.
Lo anterior se debe a que muchos menores se vieron obligados a abandonar la escuela y no tienen redes de apoyo, lo que además facilitó su reclutamiento por grupos criminales.
- Los resultados de la Encuesta para la Medición del impacto COVID-19 en la Educación (ECOVIDED) 2020 confirman la deserción escolar como consecuencia de la contingencia sanitaria, ya que entre las medidas que se adoptaron para frenar los contagios estuvo el cierre de escuelas.
- Juan Martín explica que muchos de los jóvenes que ingresan a las filas del crimen no lo hacen por dinero, pues lo que les suelen pagar es muy poco o nada, sino que lo hacen por una cuestión de supervivencia, ya que no tienen otra opción.
También menciona que muchas personas creen que los menores de edad suelen ser reclutados porque son rápidamente liberados de los centros de internamiento, pero la realidad es otra: son fácilmente reemplazables.
“Es una visión que criminaliza a los adolescentes, los grupos criminales los usan porque son desechables, porque si los detienen hay cincuenta o cien más y nadie va a preguntar ni a preocuparse por ellos”.- Juan Martín Pérez García, Coordinador del proyecto Tejiendo Redes Infancia en América Latina y el Caribe/Agencias-PUNTOporPUNTO