Opinión. CARLOS RAMOS PADILLA
Se enojo no por que asesinaron a dos jesuitas y a un civil, eso nada más le preocupó por la reacción del Vaticano; se molestó no por la inflación, es culpa de los chinos y estadounidenses; se irritó no por la violencia en San Cristobal de las Casas, eso es cosa de Felipe Calderón; se encolerizó porque su hijo fue exhibido en redes sociales.
Él pleito es conmigo sentenció además de añadir que hasta en las mafias se respeta a las familias. Lo que no ha entendido es que él permanentemente está peleado con México.
Trae pleito hasta con la historia. Se enfrenta con otros gobiernos porque le indigna lo que sucedió hace 500 años. Pero le reventó saber que su hijo multiplicó un sinnúmero de comentarios en las “benditas redes”.
Eso lo ocupó y le sacó de sus carriles habituales de confrontación. El pleito lo ha generado con la clase media, los periodistas, los médicos, los maestros, sus opositores, los aspiracionistas, los conservadores, los pirruris, los científicos, los feministas, los empresarios…ha agarrado parejo como las redes sociales a Jesús Ernesto.
Pero la baja reputación de sus hijos se la han ganado ellos mismos y la impunidad con la que gozan de los beneficios de los recursos de la nación. Nadie obligó a Jesús Ernesto a teñirse el cabello o a “perrear” en la alberca de la casa de su hermano Josè Ramon en Houston. El presidente ha generado mecanismos de odio y confrontación inéditos y ahora desafiante amenaza, “el pleito es conmigo”.
No, presidente, el pleito nace todos los días en Palacio Nacional. Se burla hasta de los muertes cuando irónicamente avienta un “ahí tienen sus masacres”.
No ha entendido que las redes sociales nos ponen en la misma línea a todos, ahí sin importar esfuerzos o talentos, errores o éxitos, géneros o biografías, analfabetos o torpes, todos somos iguales, tan es así que la descalificación social, los linchamientos , son parejo, como los calificativos en las mañaneras.
Lo cierto es que el respeto se gana, no se impone aún con la fuerza de los decretazos. El comportamiento de Jesús Ernesto en espacios públicos no ha sido el adecuado y está sujeto a que lo capturen, cómo ha ocurrido, en fotografías y videos incómodos. Y no se vale descansar la defensa del hijo en un “hastag” que dicta ConLosNiñosNo porque el presidente ha generado menosprecio a los niños enfermos, a los niños mendigos, a los niños fusilados, a los niños sujetos a trata de personas, y a decir verdad, Jesús Ernesto no es un niño, es un adolescente que hoy pide con rigor las consideraciones que él no muestra con los demás.
Basta escuchar sus expresiones y gestos refiriéndose a los demás. Pleito es el que trae el presidente con los jóvenes del país a los que les arranca la educación pero espera de estos los principios suficientes para no provocar comentarios incómodos. Pleito con los jóvenes que ya no reciben apoyos para continuar con su preparación académica o aquellos que perdieron la vida salvando a otros en la pandemia.
Pleito son miles de muchachos indígenas que hoy forman parte del crimen organizado porque observan que los abrazos es mera burla social. O debemos entender que la ofensas y los pleitos callejeros si se valen con los adultos sin importar nada? “Borolas ”, “cállate Chachalaca”. “Váyanse al carajo”.
Muchos millones de compatriotas, sin importar la edad, han llorado a sus muertos acribillados a mansalva como los hijos de la Familia Le Barón que como a otros tantos los deja parados afuera de Palacio Nacional porque no los recibe. Aquí no es el pleito de uno contra muchos sino de la gran mayoría de la nación con un gobierno incompetente que ni siquiera es capaz de generar un comunicado a través de la CNDH.
Hay que escuchar las palabras del Papa Francisco para entender en donde está el pleito y entre quienes. No sé qué jesuita lo dijo pero tiene razón “ya no hay abrazos que puedan cubrir tantos balazos”. Pero si hay dos máximas de ejemplo “el que se ríe se lleva” y “el que siembra vientos cosecha tempestades”
*Conductor del programa VaEnSerio mexiquensetv canal 34.2 izzi 135 y mexiquense radio.