RITA MAGAÑA TORRES
La UNAM cuenta con un Programa Integral de Control de Peso, dadas las cifras de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012, que a México con 46 por ciento de hombres mayores de 20 años de edad que tiene sobrepeso y 26.8 por ciento obesidad.
Mientras que en el caso de las mujeres la proporción es de 35.5 y 37.5, respectivamente, lo que representa un problema de salud, pues se asocia a enfermedades cardiovasculares y a afecciones como la diabetes e hipertensión.
Como parte de los esfuerzos que se realizan en esta casa de estudios para combatirlos, la Dirección General de Actividades Deportivas y Recreativas (DGADyR), a través de su área de Medicina del Deporte, estableció el Programa Integral de Control de Peso.
Por tratarse de afecciones de etiología multifactorial, deben atenderse de manera integral, es decir, con un plan específico para cada individuo.
Con base en ello, el proyecto universitario comprende una dieta equilibrada (fundamentada en el Sistema Mexicano de Alimentos Equivalentes), método útil para el diseño de planes de alimentación personalizados y posibilidades del paciente; rutinas de ejercicio supervisadas y apoyo psicológico.
La obesidad es una enfermedad crónica que, si no se trata adecuadamente, ocasiona daños a la salud.
Pero como no se le conceptualiza de esa manera, la gente considera que es sólo exceso de peso que se soluciona con usar ropa más holgada, señaló Rolando Flores Lázaro, coordinador del Programa Integral de Control de Peso.
El proyecto universitario surgió en 2005, a partir de un estudio realizado por enfermeras y nutriólogas de servicio social, quienes lo iniciaron con pacientes con sobrepeso y obesidad.
Por seis meses, los interesados acuden de lunes a viernes a las instalaciones de Medicina del Deporte, donde además de practicar una rutina supervisada, reciben sesiones educativas que les permitirán hacer cambios en su estilo de vida.
“Por lo general, las clínicas privadas de reducción de peso sólo cuentan con uno de los tres aspectos que integran el plan que se ofrece en esta casa de estudios –nutriólogo, psicólogo y entrenador deportivo–, por lo que el tratamiento se vuelve complejo”, indicó Flores Lázaro.
La idea es brindar a los interesados herramientas y conocimientos sobre la obesidad, porque muchos de ellos tienen una idea equivocada al respecto y buscan tratamientos que no tienen nada que ver con el origen y consecuencias de esa enfermedad.
La meta es que, al concluir los seis meses, los participantes no requieran de un nutriólogo para saber cómo alimentarse y elaborar sus propios menús, ni de un entrenador o médico del deporte para realizar ejercicios en forma correcta.
Serán capaces de establecer herramientas de autocuidado y hacerse cargo de su salud. Este tratamiento no se enfoca en el peso, sino en la conducta de la persona, lo que aportará beneficios en la salud a largo plazo, abundó el especialista.