OPINIÓN. ABRAHAM MOHAMED Z.
No hay duda que, conforme pasa el tiempo, Ricardo Monreal se afianza como uno de “los morenistas” que son, pareciera, un factor necesario (en su caso, “un mal necesario”) para Andrés Manuel López Obrador y para quienes en su afán de quedar bien y de mantener el hueso, defienden y siguen la línea dictada desde Palacio Nacional, a veces, olvidándose de las causas que los llevaron a crear el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).
Monreal es incómodo porque no forma parte del “club de aplaudidores o de linchamiento” que ha creado el primer mandatario en contra de quienes piensan diferente.
Al contrario, él se ha convertido en un personaje de la 4T confiable para negociar y quien prefiere el diálogo a la denostación.
Es además, un líder parlamentario empático, que escucha, debate y sobre todo respeta a las minorías.
Por eso es necesario, porque sin él y su eficacia, muchas de las Reformas que están en marcha no hubieran sido posibles y las que vienen difícilmente podrán aprobarse sin su operación política y capacidad de negociación con todas las fuerzas políticas en el Senado de la República.
Ricardo Monreal también es “un mal necesario” porque ha sido valiente para expresar sus aspiraciones, a pesar de haber sido injustamente atacado por los mismos de su partido e ignorado por quien debiera ser el primero en reconocer sus logros legislativos.
Pero, es necesario porque a pesar de los ataques, ha resultado un factor de unidad por su prudencia y sensatez en la coordinación de Morena y en la presidencia de la Junta de Coordinación Política del Senado.
Lo sucedido en la sesión del martes, cuando se le salió de las manos a Olga Sánchez Cordero el nivel del debate y se vio obligada a suspender la Asamblea, te diré que clara muestra del liderazgo, prudencia y capacidad negociadora de Monreal, fue el hecho de que, sin su intervención, no se hubiera reanudado la sesión.
Y aunque digan lo contrario, sin él, los senadores duros de Morena hubieran rehuido el debate del escándalo de la Casa Gris. Ó sea, Monreal es necesario porque es evidente que sin él, el Senado no tendría gobernabilidad.
Así que por más intentos que hagan sus detractores para debilitarlo, Ricardo Monreal es y seguirá siendo “un mal necesario” para Andrés Manuel López Obrador y eso lo tiene claro, pues de lo contrario no le hubiera enviado el mensaje de que las puertas de Palacio Nacional están abiertas para él.
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