Los fenómenos meteorológicos extremos y devastadores, una reacción de la naturaleza al cambio climático, son cada vez más frecuentes mientras la respuesta humana está tardando.
Cataclismos naturales
En febrero, EEUU y algunas partes de México y Canadá se vieron afectadas por la tormenta invernal Uri, que mató a más de un centenar de personas y provocó la crisis energética más cara de la historia estadounidense, con pérdidas estimadas en unos 195.000 millones de dólares.
- Por otra parte, desde mayo se reportaron los primeros incendios forestales en la república rusa de Sajá (Yakutia), que afectaron, según datos actualizados, a una superficie de casi ocho millones de hectáreas, y se consideran los mayores del año a nivel mundial. El humo que generaron, por primera vez en la historia de las observaciones, llegó hasta las estaciones de investigación en el Ártico. Las autoridades creen que el cambio climático, el calor sin precedentes, la sequía, además el factor humano, fueron los causantes.
Julio estuvo marcado por inundaciones en Europa Central —las más fuertes de los últimos 100 años—, provocadas por la tormenta Bernd, que afectaron a un total de 12 países y causaron la muerte de más de 200 personas y dejaron decenas de desaparecidos.
Entre julio y septiembre también se produjeron incendios forestales en países como Turquía, Grecia, EEUU, Canadá, Italia, Macedonia del Norte, entre otros. Estos eventos fueron provocados por olas de calor, sequías y la escasez de precipitaciones, las cuales representan, según la ONU, un patrón meteorológico poco habitual y habrían sido imposibles sin la influencia del cambio climático.
Perfil femenino
Las mujeres y las niñas son las que más sufren por el cambio climático, advirtió este año la ONU. El organismo estima que las féminas representan el 80% de los desplazados por los desastres y transformaciones en el clima, y son particularmente vulnerables en los momentos del embarazo y la maternidad.
- Por otra parte, la ONU destaca la especial relación que las mujeres han tenido con la naturaleza desde tiempos ancestrales, su contribución al bienestar, al desarrollo sostenible, al mantenimiento de los ecosistemas, de los recursos naturales y la diversidad biológica. No obstante, subraya, la desigualdad de género y la exclusión social dificultan el reconocimiento de sus aportes a la supervivencia del planeta y al desarrollo humano.
Preocupaciones de la ONU
En octubre pasado, el Informe sobre la Brecha de Emisiones del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente confirmó que el cambio climático y los fenómenos meteorológicos extremos de 2021, como las inundaciones, sequías, incendios forestales, huracanes y olas de calor, pueden atribuirse a la acumulación de emisiones de gases de efecto invernadero antropogénicos en la atmósfera.
- El documento advierte que las contribuciones determinadas a nivel nacional y los compromisos adicionales de los Estados no son suficientes, porque reducirán, para 2030, las emisiones en solo un 7,5%, mientras que se necesita un 30% para limitar el calentamiento a dos grados centígrados, y un 55% para lograr que la subida de las temperaturas no sobrepase los 1,5 grados centígrados.
Las emisiones cero con las que se está comprometiendo un número cada vez mayor de países permitirían limitar el calentamiento a unos 2,2 grados centígrados para finales de siglo, sin embargo es poco probable que los países del Grupo de los Veinte, responsables de cerca del 80% de los gases de efecto invernadero, consigan este objetivo.
Pacto insuficiente
La COP26 (Conferencia de las Partes) celebrada en noviembre en la ciudad de Glasgow (Escocia) contó con la participación de casi 200 países, que forman parte de la Convención Marco de la ONU sobre el Cambio Climático de 1992, que estipula que los gases de efecto invernadero, emitidos por los seres humanos en su actividad cotidiana, están contribuyendo al cambio climático y llama a los firmantes a reducir las emisiones.
- Esta sesión de la COP, que debió celebrarse hace un año, pero la pandemia del coronavirus obligó a aplazarla por 12 meses, duró dos semanas y culminó con la adopción de un documento final, caracterizado por el secretario general de la ONU, António Guterres, como «un paso importante, pero no (…) suficiente».
- El documento llama a 197 países a informar en la COP27, que tendrá lugar en Egipto, de sus avances hacia una mayor ambición climática en 202 y pide una «reducción progresiva» del uso del carbón, así como plazos más estrictos para que los países actualicen sus planes de disminuir las emisiones.
También destaca la necesidad de movilizar la financiación «de todas las fuentes para alcanzar el nivel necesario para lograr los objetivos del Acuerdo de París, incluido el aumento significativo del apoyo a los países en desarrollo, más allá de 100.000 millones de dólares al año» a fin de asistir a las naciones en desarrollo para que puedan adaptarse y mitigar los efectos del cambio climático.
Compromisos adicionales
Durante la COP26 se hicieron, asimismo, varios anuncios importantes. Por ejemplo, los líderes de más de 120 países, a los que corresponde el 90% de los bosques del mundo, asumieron el compromiso de detener e invertir la deforestación para 2030.
- Más de 100 países acordaron reducir las emisiones de metano —uno de los gases de efecto invernadero— para 2030. En lo que respecta al carbón, más de 40 países, entre ellos Chile, Vietnam y Polonia, conocidos como grandes consumidores de este combustible, se comprometieron a abandonarlo.
- Algo que tomó por sorpresa a muchos fue el compromiso de Estados Unidos y China de impulsar la colaboración en materia del clima durante la próxima década. Ambas partes acordaron adoptar medidas como la descarbonización, las emisiones de metano y la transición a una energía limpia.
Entre otras medidas pactadas, merecen atención las relacionadas con el transporte ecológico, en particular poner fin a la venta de motores de combustión interna para 2035, y en los principales mercados mundiales, en 2040. Un total de 13 países convinieron además en finalizar la venta de vehículos pesados impulsados por hidrocarburos para el año 2040.
La deforestación y el cambio climático serían una amenaza
Los expertos lo tienen bastante claro: la deforestación tiene un doble efecto negativo sobre el cambio climático. Cuando se tala un bosque, ya no puede extraer dióxido de carbono de la atmósfera. Además, los suelos liberan la datación por carbono en un promedio de 1.500 años.
- De acuerdo a un estudio publicado en 2019, la deforestación en los trópicos provoca más emisiones de CO2 de lo que se pensaba en un primer momento, porque también se libera del suelo carbono que se ha ido acumulando durante cientos de años.
En esos momentos, los investigadores descubrieron que el suelo liberaba mucho carbono en aquellas áreas donde se habían talado muchos árboles. De ahí ese doble efecto negativo: primero, el árbol que convierte el CO2 en oxígeno desaparece; en segundo lugar, el suelo libera carbono cuando el uso de la tierra cambia de forestal a agrícola.
- Recientemente, hemos conocido otro estudio publicado en la revista One Earth, según la cual la deforestación y el cambio climático han provocado un aumento de las temperaturas en diferentes regiones tropicales, lo que haría que trabajar al aire libre en estas zonas se vuelva más peligroso para muchos trabajadores.
- Los científicos encontraron que, entre 2003 y 2018, alrededor de 4,9 millones de personas perdieron al menos media hora diaria de condiciones de trabajo a una temperatura considerada segura, debido a que los trópicos ya se encuentran a punto de ser demasiado cálidos y húmedos como para trabajar al aire libre de forma segura.
Según esta investigación, la deforestación podría convertir estas regiones en entornos laborales aún más peligrosos. De hecho, estimaron que 91.000 personas perdieron más de dos horas de temperaturas de trabajo consideradas como seguras por día, en su gran mayoría en Asia.
Deforestación y aumento de la temperatura local
Es cierto que el vínculo existente entre la deforestación y el aumento de la temperatura local ya se ha demostrado. Y es que los árboles, que bloquean la luz solar, proporcionan sombra, enfriando el aire a partir de la evapotranspiración. Dicho de otra forma, transportan agua del suelo y la evaporan de la superficie de sus hojas.
- Pero como explican los autores del estudio, “hasta ahora, muchos argumentos a favor de salvar los bosques tropicales se han basado en la biodiversidad o en la lucha contra el cambio climático”. De ahí que esperan que “la información adicional proporcionada por este estudio sobre la relación entre la salud de los bosques locales y la salud humana se tome en cuenta al comparar los costos y beneficios de la deforestación”.
Concretamente, durante el período de estudio, los científicos encontraron que el aumento de temperatura como consecuencia de la deforestación fue mucho mayor que el causado por el cambio climático reciente.
- Para llegar a esa conclusión, se centraron en los estados brasileños de Mato Grosso y Para, en la frontera del Amazonas, que han sufrido una deforestación muy grande durante las últimas dos décadas.
- Descubrieron que, en casi el 60% de las áreas deforestadas recientemente, la temperatura había aumentado en más de 2 ºC. Mientras que el 47% de estas áreas perdieron el equivalente a más de media hora por día de temperaturas de trabajo seguras, en comparación con solo el 4% de las áreas que mantuvieron su cubierta forestal.
Sorprendentemente, durante el período de estudio (entre 2003 y 2018), el equipo de científicos calculó que 1,22 millones de kilómetros cuadrados de selva tropical habían sido destruidos o degradados./Agencias-PUNTOporPUNTO