Durante la COP26 se busca que los líderes de cada país tomen los compromisos necesarios para reducir las emisiones, movilizar fondos e impulsar la adaptación y la resiliencia, especialmente para proteger el medio ambiente y las poblaciones humanas.
- Según los informes publicados por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), “un aumento de 2 °C tendría un gran impacto en la seguridad, los alimentos y la salud humana”. Sin embargo, esta es una situación que ya estamos viviendo y que está empujando a muchas personas a experimentar pobreza ambiental, un concepto clave para entender las consecuencias del cambio climático.
Indicadores para medir el nivel de pobreza
Históricamente, la medición de la pobreza ha tenido un enfoque principalmente monetario. Se ha calculado mediante los ingresos medios necesarios por habitante para cubrir las necesidades básicas. El Banco Mundial a nivel global y cada país a nivel nacional la definen en diferentes cantidades. Según esta perspectiva, el crecimiento económico ha demostrado ser una de las principales formas de reducir la pobreza.
En las últimas décadas, a través de otras mediciones como el Índice de Desarrollo Humano (IDH) y el Índice de Pobreza Multidimensional, se han ido incluyendo otras variables para estimar la salud, la educación o el nivel de vida, relacionando la pobreza con la libertad y la capacidad para alcanzar el bienestar.
Pero en estas mediciones faltaba el impacto medioambiental. La pobreza no se explica sencillamente por la responsabilidad del individuo, sino por el contexto que rodea a esa persona. Numerosos estudios muestran que el calentamiento global ha aumentado la desigualdad económica. Ha favorecido a los países más fríos como Noruega y Suecia y arrastrado el crecimiento económico en países cálidos como India y Nigeria.
- Por este motivo, se han desarrollado para el Índice de Desarrollo Humano nuevas metodologías como el IDH ajustado por las presiones planetarias (IDHP). Este tiene en cuenta la presión que ejerce cada país sobre el planeta en dos áreas:
Las emisiones de dióxido de carbono.
La huella material, entendiéndola como la extracción de recursos naturales para satisfacer la demanda doméstica de productos y servicios de un país. No en vano se podía observar cómo los países con mayor desarrollo humano eran también los países con mayor huella material per cápita y, por tanto, mayor impacto ambiental.
Pobreza y cambio climático
En este contexto, debemos entender que la pobreza y el cambio climático tienen una relación bidireccional. La pobreza ambiental puede entenderse como la “falta de un medio ambiente sano necesario para la supervivencia y el desarrollo de la sociedad”.
- Los factores que agravan la pobreza ambiental pueden dividirse principalmente en dos categorías: los desastres cada vez más recurrentes producidos por la variabilidad climática y la contaminación y agotamiento de los recursos naturales.
- La variabilidad climática altera el funcionamiento normal de la sociedad, generando situaciones de emergencia que tienen efectos devastadores en el corto y en el largo plazo.
En 2016, un informe del Banco Mundial y el Fondo Mundial para la Reducción de los Desastres y la Recuperación revelaba que 26 millones de personas son empujadas directamente a la pobreza cada año debido a desastres producidos por estas alteraciones climáticas. La ONU estima las pérdidas económicas directas por desastres de 1998 a 2017 en casi tres billones de euros, y los desastres relacionados con el clima representan el 77% del total.
Las personas en situación de pobreza son más vulnerables y están más expuestas a desastres climáticos. Esto se debe en parte a que poseen una menor capacidad para elegir dónde situar su vivienda y esta suele ser de menor calidad y menos resistente.
Adicionalmente, el incremento de precios en los alimentos como consecuencia de la variabilidad climática afecta de manera desproporcionada a las poblaciones con menos recursos.
- La migración forzosa es otro de los principales factores climáticos que empujan a las personas a la pobreza. Según otro de los informes del IPCC, aproximadamente el 10% de la población mundial vive en zonas costeras bajas (a tan solo 10 metros del nivel del mar) cuya habitabilidad está en constante amenaza debido al incremento del nivel del mar. Por ejemplo, se prevé que El Salvador pierda entre el 10% y el 28% de su costa antes de que acabe el siglo.
Otro estudio estimó que más de 1 millón de personas que viven en tres megadeltas –el delta del Ganges-Brahmaputra en Bangladés, el delta del Mekong en Vietnam y el delta del Nilo en Egipto– se verán directamente afectadas por la erosión costera y la pérdida de tierras para 2050.
Por otro lado, la disminución y el agotamiento de los recursos naturales debidos a la deforestación, la erosión del suelo, la sobrepesca o la contaminación del aire hacen disminuir los recursos indispensables para la vida humana afectando especialmente a las personas más vulnerables.
Consecuencias de la contaminación
La contaminación es la causante de enfermedades frecuentes y, en algunas ocasiones, puede llevar a la discapacidad e incapacidad para trabajar. A nivel mundial, un informe publicado en 2017 por la Comisión de The Lancet sobre contaminación y salud estimó que la contaminación fue la causa de nueve millones (16%) de muertes prematuras en 2015, quince veces más que las muertes causadas por los conflictos y tres veces más que la malaria, el sida y la tuberculosis juntas.
- Según otro estudio de Berkeley Earth, la contaminación del aire en China es responsable de 1,6 millones de muertes al año, aproximadamente el 17% de todas las muertes en el país.
- La Comisión Económica y Social de las Naciones Unidas para Asia y el Pacífico (UNESCAP) alerta de que el agotamiento y escasez de recursos naturales en sociedades agrícolas y en zonas costeras dependientes de los recursos marinos obstaculiza aún más el acceso a estos recursos a personas que no pueden diversificar su economía. En Camboya, por ejemplo, la sobrepesca ha agotado las poblaciones de peces del lago Tonlé Sap del que dependen millones de personas.
Las políticas desarrolladas para abordar la pobreza ambiental deberán no solo reducir el impacto negativo de nuestro consumo (en especial del 10% más rico del planeta) sino también encontrar formas de aumentar las oportunidades económicas sostenibles de quienes viven en la pobreza y abordar una transición justa que proteja a las comunidades afectadas por la transformación ecológica.
Como dice Borja Monreal, “lo peor de la pobreza es su silencio”. Por eso durante estos días, más que nunca, debemos visibilizar que millones de personas están ya experimentando pobreza medioambiental y entender que sus orígenes y consecuencias son responsabilidad de todos.
Agricultura y ganadería deja un costo ambiental de 3 bdd cada año
Las emisiones contaminantes de los alimentos, conocida como huella de carbono o huella alimentaria, son las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por el cultivo, la cría, la agricultura, el procesamiento, el transporte, el almacenamiento, la cocción y la eliminación de los alimentos que el ser humano consume.
- Entre los impactos conocidos de la agricultura convencional es que puede contaminar el agua, el aire y el suelo; existen reportes que esto tiene un costo ambiental equivalente a unos 3 billones de dólares cada año, según un informe del Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad de la UNAM.
- Tal es el caso del aguacate, pues chefs de diversas partes del mundo han comenzado a eliminar este producto de sus menús por la enorme repercusión que tienen sobre el cambio climático, ya que dejan una enorme huella de carbono, pues requieren 230 litros de agua cada uno para crecer, según un reporte de The Guardian.
El cambio climático es real y la agricultura y ganadería son una de las mayores fuentes de gases de efecto invernadero. En todo el mundo, hay aproximadamente 13.7 mil millones de toneladas métricas de equivalentes de dióxido de carbono (CO2) emitidas a través de la cadena de suministro de alimentos, de acuerdo con un informe de Our World in Data.
Asimismo, la producción de alimentos es responsable de una cuarta parte de todas las emisiones de gases de efecto invernadero, lo que contribuye al calentamiento global, según un estudio elaborado por la Universidad de Oxford.
- Sus hallazgos mostraron que la carne y otros productos animales son responsables de más de la mitad de las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con los alimentos, a pesar de proporcionar solo una quinta parte de las calorías que comemos y bebemos.
De todos los productos analizados, se descubrió que la carne de res y el cordero tienen, con mucho, el efecto más dañino sobre el medio ambiente. Las frutas, verduras, frijoles y frutos secos tienen una huella de carbono mucho menor.
- A través de una base de datos que se extiende a través de 119 países y 38 mil granjas comerciales, un estudio publicado en Science, dirigido por Joseph Poore y Thomas Nemecek, encontró que, como era de esperar, la carne de res y otros productos animales tienen un efecto enorme en las emisiones.
Por ejemplo, un kilogramo de carne de res genera 60 kilogramos de emisiones de gases de efecto invernadero. Por el contrario, el mismo peso de manzanas produce menos de un kilogramo de emisiones de GEI.
La ganadería produce del 20 al 50 por ciento de todas las emisiones de GEI provocadas por el hombre. Un gráfico de Shrink That Footprint muestra que un amante de la carne tiene la huella de carbono más alta con 3.3 toneladas de emisiones de gases de efecto invernadero.
El queso también es un importante contribuyente de CO2. Solo se importa una pequeña fracción del queso, pero eso representa la mitad de todas las emisiones de carbono del queso, según el informe.
- El tocino y el jamón son los siguientes en la tabla de cortar ambiental. Más de la mitad de las emisiones de la carne de cerdo provienen de la crianza de los animales, pero una buena parte proviene del procesamiento, transporte y cocción de la carne en casa.
- Si te gusta comer carne pero quieres minimizar tu huella de carbono, el pollo es el camino a seguir. Produce las menores emisiones de gases de efecto invernadero de los tipos de carne más populares. Si bien las principales fuentes de CO2 son las mismas que las del pavo, el pollo produce menos emisiones generales durante cada fase de producción, procesamiento y cocción.
Una dieta vegana tiene la huella de carbono más baja con solo 1.5 toneladas de CO2e (equivalente de dióxido de carbono). Puede reducir su huella alimentaria en una cuarta parte simplemente reduciendo las carnes rojas como la ternera y el cordero.
Cambiar a una dieta basada en plantas puede ayudar a combatir el cambio climático, según un importante informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de la ONU, que dice que el alto consumo de carne y lácteos en Occidente está impulsando el calentamiento global./Agencias-PUNTOporPUNTO