Por: Jorge Martínez
Ante el evidente fracaso de la Secretaría del Trabajo en las elecciones seccionales del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM), que manipula a sus anchas el grupo afín a Carlos Romero Deschamps, se obliga al presidente López Obrador a intervenir para frenar los abusos de los caciques y evitar que el poderoso sindicato se interponga en la recuperación de Pemex.
Ya quedó demostrado: los colaboradores de AMLO encargados del tema sindical petrolero no sacan un perro de una milpa.
La secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde, quizá mareada con sus sueños guajiros de ser candidata presidencial en 2024, deja hacer y pasar todo lo que guste a la mafia romerista tan acostumbrada a las prácticas gansteriles para imponerse en las 36 secciones sindicales que agrupan a casi 90 mil trabajadores.
Alcalde ya fue rebasada durante el proceso electivo y así no le sirve ni al país ni al presidente quien no puede permitirse el lujo de dejar en manos corruptas el destino laboral de la principal empresa nacional a quien trata de rescatar de los grandes saqueadores y huachicoleros, entre ellos el propio STPRM.
El desaseo habido en los procesos internos, con más de 200 quejas interpuestas, no auguran buenas cuentas ni resultados satisfactorios para la elección del secretario general del STPRM en enero próximo.
Y si bien es cierto que el gobierno federal tiene el control político y jurídico porque es quien da o niega la toma de nota y además los caciques podrían ser sujetos de investigaciones por parte de la Unidad de Inteligencia Financiera, en manos ahora de Pablo Gómez, esas tareas desgastan y no tenían por qué llegar tan lejos si se hubiera privilegiado el aseo político de cada elección seccional.
No ha sido así, la STPS no ha hecho bien su trabajo y esa omisión debilita a la propia base sindical quien es rehén de Romero Deschamps y su grupo acusado de diversos delitos ante la Fiscalía General de la República, quien no hace mucho por procurar justicia, mientras el cacique desde las sombras hace lo que le viene en gana.
La secretaria Alcalde tenía la obligación de proteger los procesos seccionales privilegiando una democracia transparente y limpia de donde surgieran nuevos liderazgos comprometidos con la transformación que tanto necesita y publicita el gobierno federal.
Dejar pasar tanto lastre y encono en nada apoya a la Cuarta Transformación tan necesitada de líderes que hagan el recambio generacional con un nuevo rostro en materia sindical que tanta falta hace al gobierno en turno y al país en su conjunto.
En el horizonte, no hay muchas cabezas visibles a la que el gobierno federal no le pondría peros para arribar al STPRM. Son muy pocos los que podrían con el reto.
Uno de ellos, el más visible de todos, es Pepe Valenzuela, un integrante del actual comité nacional, con buena imagen y quien cuenta con apoyo de las bases que saben de sus talentos y compromisos.
El perfil de Valenzuela es un garbanzo de a libra porque hasta la premio Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú, le tiene en amplia estima y consideración por su trabajo desinteresado realizado en comunidades muy vulnerables.
Ese trabajo en las sombras, sin reflectores ni intereses políticos, fue precisamente lo que le ganó a Pepe Valenzuela recibir con sorpresa el único doctorado Honoris Causa que este año ofreció el Instituto Internacional del Ciencias Jurídicas y Filosóficas, hace algunas semanas.
Sin embargo, más allá de que Pepe Valenzuela sea un cuadro de lujo, hoy día un líder nacional de los trabajadores petroleros necesita ser cuerpeado por seccionales fuertes y limpias, comprometidas con Pemex y con México, pues.
Un líder sindical que representa al órgano de clase de la empresa más fuerte de la nación, no puede estar rodeado de caciques corruptos y carne de presidio.
Se necesita que los viejos caciques entiendan, o hacerles entender, cosa que no hizo Alcalde, que el movimiento obrero en su conjunto es clave para la transformación nacional tan publicitada donde el nuevo STPRM es piedra angular para salvar Pemex. En esto, los responsables le fallaron al presidente.
Los intereses de los caciques representan un gran escollo nacional y eso lo dejó crecer la secretaria Alcalde quien hace como si nada ocurriera en el sindicato de Pemex.
Así, de nueva cuenta, nadando de muertito, al presidente lo dejan solo sus colaboradores en una tarea de gran alcance y el jefe del Ejecutivo debe realizar la talacha en todos los frentes.
Por tal motivo, pronto se espera un manotazo en el escritorio presidencial por el tema del STPRM y hasta podría arrastrar una que otra renuncia en su círculo cercano (PxP).