Así SURGIÓ la NOTA ROJA en MEXICO

*Todo comenzó en Guadalajara, Jalisco, con el asesinato del Gobernador Ramón Corona en 1889 *Desde entonces, ese tipo de información se convirtió en un "tipo de atracción" para los lectores *El Gráfico, Pásala y El Metro, maestros de la nota roja en la capital del país

El diario El Mercurio Occidental sorprendió de una forma muy
impactante a sus lectores en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, el
domingo 17 de noviembre de 1889. Una semana después del asesinato del
gobernador de Jalisco, el general Ramón Corona, el periódico reveló
una primera plana nunca antes vista.

Se convirtió en un tipo de atracción. Una imagen que detuvo y pasmó a
los transeúntes. Ahora, con publicaciones como El Gráfico –dirigido
atinadamente por el periodista Edgar Córdoba- El Pásala –guiado
editorialmente por el prestigiado comunicador Gustavo Guerrero- y El
Metro de grupo Reforma, es común ver fotografías de horrores
perpetrados y acontecidos en calles del país y su capital,
principalmente.

Pero en ese entonces no ocurría. El nacimiento de la nota roja en
México se daría de una manera que los periódicos franceses e ingleses
ya estaban acostumbrados. En el retrato del magnicida Primitivo Ron se
imprimió, en tinta roja, la que representaba la huella de su mano.
También manchas del mismo color que parecían sangre, aunque con el
tiempo se le llamó de forma incorrecta la nota «amarilla» o
«amarillismo».

La portada impactó a la población. Manuel Caballero (1849-1926),
director y editor del diario, ejerció periodismo en Guadalajara y en
la Ciudad de México. El Universal lo describió en el 2004 como el
iniciador del periodismo profesional.

Otros medios de ese entonces, como El Tiempo, felicitaron y
aplaudieron la delicada y arriesgada pero efectiva decisión editorial.

Y es que después de difundirse la noticia del magnicidio nació la
interrogante. ¿Fue el presidente Porfirio Díaz el autor intelectual
del homicidio? ¿O Primitivo Ron fue un asesino solitario? Con grandes
posibilidades de triunfar, el general Ramón Corona era admirado y
reconocido como un militar y político presidenciable. Era considerado
como un candidato natural en las elecciones de 1890.

Durante la tarde del domingo 10 de noviembre de 1889 en Guadalajara,
el general Ramón Corona salió del Palacio de Gobierno con su esposa
Mary Ann McEntee para dirigirse a una función en el Teatro Principal.
Él iba vestido de ceremonia: con una levita negra cruzada, pantalón de
rayas, y sombrero de copa. Ella también de negro y sobre su pecho una
cadena de oro con un reloj.

Mientras caminaban el par de cuadras que dividen los lugares, y
alrededor de las cuatro de la tarde, Primitivo Ron atacó por atrás al
gobernador de Jalisco.

Clavó la punta de un puñal en el cuello de Corona y después en el
hombro. Tras la sorpresa y la agresión inicial, ambas víctimas
voltearon para encarar al atacante: Mary Ann intentó defender a su
esposo y cubrirlo, pero Ron también la lastimó.

El arma entró y salió por tercera vez del vientre de Corona. El
general ni siquiera pudo defenderse con el bastón que cargaba. “¡Pobre
hombre, te perdono!”, dijo, según Ricardo Cruz García en su reportaje
titulado “¿Quién mató a Ramón Corona?” para Relatos e Historias en
México

Primitivo Ron escapó pero no muy lejos. A unas calles del magnicidio
fue encontrado muerto y con heridas provocadas por el mismo puñal que
acababa de asesinar al político.

Con gritos de dolor, Mary Ann pidió auxilio. Domitila y Concepción
Chacón, hermanas y testigos que se encontraban frente a la puerta
donde se acababa de perpetrar el crimen, asistieron al general con
agua y alcohol. “No es nada, no te asustes, no tengas cuidado”, dijo
Corona a su esposa.

El gobernador, dejando un rastro rojo y charcos de sangre, logró
llegar hasta las puertas de la Inspección de Policía en el Palacio de
Gobierno. Ahí lo trasladaron hasta su habitación para esperar a los
médicos, pero al día siguiente murió.

La fotografía del asesino, publicada en primera plana y firmada por
Charles Barriere, lo muestran con su camisa rota y manchada de sangre.
Primitivo Ron tiene el torso desnudo y se pueden ver las heridas de
las puñaladas.

Pero todavía más fúnebre que lo rojo es el hecho de que nadie le cerró
los ojos al magnicida: su mirada fija y grande, sin vida, sigue y
atormenta al público.

“¡He aquí el periodismo realista!”, publicó el periódico dirigido a la
comunidad francesa en México Le Trait d’Union, señaló Cruz García.
“Caballero ha logrado hacer una excelente imitación de los periódicos
especiales ingleses y franceses que se consagran única y
exclusivamente a dar cuenta de crímenes y causas célebres”.

El nombre nota roja, en honor a esa primera plana, se quedó en México.
Así nació: mientras que otros países se conoce como crónica policiaca
o prensa amarillista, aquí “prevaleció la tradición editorial local y
echó fuertes raíces el título de nota roja para identificar a aquella
información relacionada con crímenes, violencia y tragedias que se
presenta de manera sensacionalista”, escribió Cruz García.

De acuerdo con el crítico literario Emmanuel Carballo, para El
Universal, Manuel Caballero trajo de Estados Unidos las técnicas de
vanguardia: el story, el headline, y el streamer “fueron su mundo”.

“En Guadalajara sacó el primer periódico del nuevo estilo”, señaló
Carballo. “El general Ramón Corona lo llevó como periodista áulico y
fundó El Mercurio Occidental, en que publicaba las cosas más
graciosas, sensacionales, escalofriantes, tristes y alegres que allá
se han dicho. Su información sobre el asesinato de este excelente y
malaventurado gobernador hizo subir las ventas de su periódico de
manera descomunal”, escribió el también ensayista, editor, y
periodista.

“Y una de las puntadas que discurrió fue divertida: hizo que el
muchacho que daba la vuelta a la rueda de la prensa pusiera la mano
empapada en tinta roja en todos los ejemplares que salían a la calle.
Y los excelentes burgueses tapatíos se horrorizaban pensando que
Primitivo Ron en persona había colocado la mano, empapada en sangre
del héroe, sobre la hoja que llevaba en el bolsillo”.

Los diarios de ese entonces describieron a Primitivo Ron, de 22 años
de edad, como un sujeto de extraviado cerebro, maniaco, demente,
enajenado mental, y megalómano.

Ron nació al final del imperio de Maximiliano: el 10 de junio de 1867
en Sayula. En el triunfo del bando republicano fue importante la
participación del general Ramón Corona. Sus vidas estarían
entrelazadas desde un inicio y hasta el final. Primitivo fue el hijo
de Justa Salcedo y Juan Ron, un profesor de una escuela primaria que
también laboró como director de una escuela municipal.

En 1875, cuando tenía ocho años, tuvo su primera reunión con Corona.
Su padre lo llevó al pueblo de Texcueca, en Jalisco, donde nació el
general. Primitivo Ron durmió una siesta en una de las camas de la
casa donde vivió el militar y político mexicano.

Gerardo Murillo, pintor y escritor mejor conocido como Dr. Atl, fue su
amigo de la juventud. También era jalisciense y ocho años menor que
Ron. Carlos Monsiváis, en A ustedes les consta: Antología de la
crónica en Mexico, reveló textos del Dr. Atl donde describía a la
familia de Primitivo.

Juan Ron “era extremadamente severo en su conducta, en sus modos y en
su vestir –siempre andaba vestido, a pesar de su pobreza, de levita
negra, sombrero de bola, corbata de tirita– y revestido de una grande
dignidad. La madre era una santa señora alta y gruesa, muy blanca y
muy guapa. Tenía varias hermanas muy bonitas y un hermano, que también
era profesor”.

Primitivo era alto, delgado, muy nervioso, y le decían el loco Ron.

“Siempre andaba exponiendo entre sus amigos fantásticas teorías. Nos
divertía mucho su modo de hablar incoherente y chispeante a la vez.
Tenía un tic nervioso que le hacía contraer un extremo de la boca y
guiñar constantemente el ojo izquierdo. Era extremadamente sensible:
la más pequeña observación lo impresionaba, y cuando le gritábamos o
reñíamos con él, bajaba los ojos, palidecía y se quedaba como
asustado”, escribió el Dr. Atl.

El futuro muralista, en ese entonces Gerardo Murillo, también
presenció el magnicidio pero una versión con un final distinto. El Dr.
Atl narró que vio a tres hombres “sospechosos” antes de reconocer a
uno como su amigo Primitivo Ron. “En ese momento los tres hombres
pre­cipitadamente abandonaron el lugar donde estaban y atravesando la
calle se apostaron en una esquina”, contó.

Después del asesinato, “Primitivo Ron corrió a la esquina de donde
había venido, y uno de los individuos que lo esperaban le hundió
varias veces el puñal en el corazón”, dijo.

“Cuando se supo que había un testigo del suceso, se buscó a ese
testigo pero no se le pudo encontrar porque ya lo habían escondido –mi
padre, prudentemente, me hizo desaparecer”: su amigo de la infancia,
Dr. Atl, se quedó callado hasta sus Cuentos de todos colores en 1933.

APUNTES FIDEDIGNOS

Daniel Ordoñez Hernández, candidato del Partido Acción Nacional (PAN)
a la alcaldía Iztacalco, se compromete a sacar del atolladero a
demarcación en el que se encuentra sumida desde hace muchos años,
mediante la reactivación económica y regulación del comercio
establecido e informal.

El abanderado del albiazul asegura de que esa forma también se evitará
que los comerciantes sean víctima de las extorsiones por parte de los
inspectores de vía pública que operan en la demarcación y además se
crearán empleos para quienes perdieron sus trabajos durante la
pandemia ocasionada por el Covid-19.

Otro de los problemas que los vecinos de la alcaldía le han planteado
a Ordoñez durante sus recorridos diarios que efectúa por las calles y
colonias iztacalquenses, es la inseguridad y el abastecimiento de agua
en los hogares. Por supuesto que el aspirante de dicho partido de
tintes conservadores, se comprometió a resolver esos problemas una vez
que llegue a ocupar la titularidad de la alcaldía, ojalá y lo
logre…¡¡¡Seguiremos informando!!!

Dudas, aclaraciones, comentarios y amenazas:

@juanreportero
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